Acuse de recibo
El pasado 5 de marzo este redactor afirmaba, con vergüenza ajena, que «hay que ser muy vil para aprovechar el sueño de una madre recién parida, junto a su inocente bebé, y robarle». El motivo era la queja de Efraín Rondón Martínez, acerca del robo perpetrado a las pertenencias de una prima suya y de otra estrenada mamá en un cubículo del Hospital Materno Tamara Bunke, de la ciudad de Santiago de Cuba.
Refería Efraín que sucedió en la mañana del 25 de febrero último, cuando ambas pacientes dormían aprovechando el sueño de sus bebés. En ese momento no había personal ajeno a la sala ni acompañantes. «¿Acaso en un hospital los pacientes deben turnarse para dormir porque si no son robados? ¿Acaso no existe nadie que deba velar y responder por la seguridad de los pacientes en una sala de hospital?», preguntaba el remitente.
Al respecto, el doctor Guillermo Mora García, director provincial de Salud, responde que, según la investigación, el hecho ocurrió en el Servicio de Puerperio, Sala B, que cuenta con una estructura física abierta, con comunicación mediante un pasillo, el cual conduce hacia otros locales como cocina, comedor, lavandería, servicios y mantenimiento. Ello propicia el paso de trabajadores, pacientes y familiares.
«En este caso, afirma, a pesar de existir agentes de seguridad y protección en el perímetro mencionado, faltó control y vigilancia del lugar, debiendo señalar que durante la investigación no se pudieron determinar los responsables directos de tan desagradable incidente».
Refiere que se hicieron los análisis administrativos correspondientes, y se adoptaron medidas organizativas como mantener cerradas las puertas de los cubículos que comunican al baño común, para que el acceso sea solo de aquellos. También se controla por los administrativos diariamente, mediante el recorrido por las salas, que los trabajadores ajenos a estas no hagan estancia en las mismas durante el cumplimiento de alguna tarea.
Se le hizo un señalamiento crítico en el Consejo de Dirección Provincial al director del Hospital, y al jefe de Seguridad y Protección, por no tener un sistema de seguridad y protección organizado, «el que presenta vulnerabilidades que propician la ocurrencia de hechos como estos».
Añade que por las violaciones en el Reglamento General de Hospitales, Capítulo XIX De los derechos de los ingresados, se les aplicó una amonestación pública ante el colectivo a cada uno de los directivos y trabajadores del turno de la Sala B: dos enfermeras superiores, el asistente administrativo de Salud, el jefe de turno de servicios, un agente de seguridad y protección, dos asistentes integrales de Salud, una supervisora de Enfermería; además de la jefa de Sala de Hospitalización, la jefa de la Sala B de Enfermería y la jefa de Servicios Básicos. También se decidió cerrar el contrato al operador de Mantenimiento y al asistente integral de Servicios.
Manifiesta el doctor Mora que «el caso se socializó con todos los directivos y trabajadores del mencionado hospital, además de analizarse en el Consejo de Dirección Provincial de la Salud, para revisar el funcionamiento de todas las instituciones hospitalarias del territorio, en lo que a seguridad del paciente y acompañante se refiere, para que situaciones como las descritas no vuelvan a ocurrir».
Finalmente, refiere que «con el objetivo de minimizar la afectación a la paciente el Consejo de Dirección del centro, y los trabajadores de la Sala B, aportaron un grupo de recursos materiales que le fueron entregados».
Agradezco la respuesta del doctor Guillermo Mora, y solo lamento que tenga que registrarse tal vergonzoso episodio, el cual distrae la atención de todo lo humano y trascendente que se hace en ese hospital por las madres y los niños, para que se adoptaran medidas organizativas que, al menos, minimicen la posibilidad de hechos tan lamentables.
Al final, esta historia nos reafirma que los rateros han tomado ala en este país de tal manera, que ni se limitan ante el sueño inocente de una madre y de un bebé, y para sustraer una llave de agua o un bombillo de un hospital. Qué triste…