Acuse de recibo
«¿Dónde está el fan (motor) del ventilador de mi aire acondicionado LG de 12000 BTU?», pregunta Ariel Soler Costafreda, desde Luz Caballero 818, entre Aguilera y Prado, en la ciudad de Guantánamo.
La historia de irregularidades, según Ariel, data del último trimestre de 2015, cuando por indicación de la Empresa de Servicios Técnicos, Personales y del Hogar en Guantánamo se inscribió en el Taller de Refrigeración de esa ciudad el requerimiento de la pieza, que debía solicitarse a La Habana por inexistencia en los almacenes locales, donde históricamente solo habían recibido motores para los modelos LG de 6 000 y 8 000 BTU.
Los técnicos desarmaron el equipo y dictaminaron: «motor inservible». El 2 de febrero de 2016, por reiterados reclamos de Ariel, informaron que el fan del LG de 12000 BTU no existía: «El país jamás lo había importado como pieza de repuesto». La solución era recogerlo y enviarlo a Villa Clara, donde se montaba una planta para enrollar-reparar tales piezas.
Ese día recogieron el motor del aire acondicionado LG, y expidieron un documento firmado por el mecánico y el administrador del Taller de refrigeración.
Pasados 4 meses el motor brillaba por su ausencia. Ni la subdirectora de Servicios y el especialista, ni el director; todos de la Empresa de Servicios Técnicos de Guantánamo, tenían noticias; como tampoco el director de la UEB Comercializadora de Equipos, Partes y Accesorios Electrodomésticos, subordinada local de la Empresa Comercializadora de Equipos, Partes y Accesorios Electrodomésticos (Ecepae), quien envió la pieza al «destino reparador»: supuestamente Villa Clara.
Lo cierto es que en mayo el motor estaba en La Habana, desde donde el subdirector Comercial de la Ecepae (máximo responsable de la estrategia de reparación) respondía una llamada telefónica del director de la Empresa de Servicios Técnicos de Guantánamo: El motor tenía que esperar por el montaje (sin término definido) de una línea de reparación en la capital. Y si el dueño no estuviera conforme, devolvérselo así como estaba, inservible.
Para Ariel, «la expresión tiene el mal gusto del chantaje; el cliente no tiene alternativa, esperas, o botas los 4 mil 338 pesos invertidos en un aparato, a cuyo costo sumarías los intereses bancarios de su compra a plazos».
El 22 de agosto de 2016, requerido telefónicamente desde Guantánamo por la subdirectora de Servicios de la Empresa de Servicios Técnicos de Guantánamo, el subdirector comercial de la Ecepae aseguró que «el asunto está resuelto con un fan nuevo incluido en la valija que viaja a Guantánamo». Nunca llegó, dice Ariel, como corroboró el director de la UEB Comercializadora de Equipos, Partes y Accesorios Electrodomésticos de Guantánamo, a quien supuestamente iría dirigido.
El 2 de septiembre de 2016, el director de la Empresa de Servicios Técnicos de Guantánamo se interesó con el director de la UEB Comercializadora… sobre el estado del proceso y se confirmó que no se había recibido nada.
Cansado ya, Ariel se comunicó telefónicamente con el subdirector Comercial de la Ecepae, quien, según el cliente, «justificó los incumplimientos hasta esa fecha y me aseguró que el problema quedaría resuelto con la extracción de un motor nuevo de unos equipos similares (LG 12000 BTU) que no se habían comercializado por defectos o daños estructurales». Nunca sucedió.
El 4 de octubre de 2016, a raíz del azote del huracán Mathew, Ariel soslayó el asunto, ante imperativos de mayor urgencia. Pero, como advierte hoy, «los recursos y la ayuda fluyen; la vida poco a poco retorna a su cauce y es hora de volver al reclamo de solución de un asunto plagado de mentiras, que anda oficialmente por un año sin solución».
La última visita a la subdirectora de Servicios y a al especialista, ambos de la Empresa de Servicios Técnicos, Personales y del Hogar en Guantánamo, mostró que la vida sigue igual. «Solo recuerdan el problema en presencia del usuario, y cuando este reitera el reclamo, afloram la incompetencia y el desinterés... Son personas muy ocupadas, al menos en mi experiencia, incapaces de hacer honor al título elegido para su empresa: “servicios” técnicos, personales y del hogar. ¡Qué ironía!», concluye Ariel.