Acuse de recibo
El maestro de la producción audiovisual cubana Francisco «Paco» Prats, cuyo crédito nos sabemos de memoria en los letreritos finales de tantos y tantos dibujos animados, nos escribe por una situación mucho más peliaguda que las que enfrenta en la fantasía el coronel mambí Elpidio Valdés. Francisco, Luis Bosque, Lázaro Peñalver y Zulema Castro firman una misiva en la que dan cuenta del peligro que los mantiene en vilo desde el 12 de abril de 2010.
En esa fecha, su edificio de calle Luco No. 671, entre Compromiso y Herrera, Luyanó, Diez de Octubre, La Habana, fue declarado inhabitable por las autoridades pertinentes, después de un derrumbe de parte del techo de uno de los cuatro apartamentos, narran los remitentes.
Los residentes se dirigieron de inmediato a las oficinas de la Unidad Municipal Inversionista de la Vivienda (UMIV), a la dirección de Vivienda y a las autoridades de albergues del municipio, en busca de una solución, sin obtener frutos en sus gestiones, refieren.
«Los derrumbes se han continuado produciendo. En cada caso, la UMIV ha hecho los dictámenes técnicos correspondientes a cada nuevo derrumbe (...). La edificación presenta agrietamientos y rajaduras en distintas direcciones, tanto de vigas como de paredes y columnas.
«En el último dictamen, del pasado 7 de enero (...) se especifica que nuestro edificio se halla en condiciones altamente críticas por el mal estado avanzado en que este se encuentra y que de no tomar medidas urgentes por las instituciones competentes, todas las personas que lo habitan... corren un gran peligro de que ocurra un derrumbe parcial o total, y lo que se debe garantizar es la vida humana», detallan.
Lo más alarmante es que, según relatan, en las oficinas de Vivienda y Albergues les dicen «que no tienen capacidad» para resolver al menos temporalmente la gravísima situación.
Más allá de las problemas económicos del país, que de seguro Paco y los demás remitentes comprenden a la perfección, ¿cómo es que varios seres humanos en peligro y no se activa con la agilidad necesaria la búsqueda y la concreción de soluciones viables? Cosas mucho más difíciles se han hecho en Cuba.
Hay que tener un miocardio bueno para no infartar si uno está habituado a pagar mensualmente de 30 a 33 pesos por concepto de electricidad y de pronto se le aparecen con un comprobante por valor de 587. Eso le sucedió al habanero Armando Roque Pérez (calle 3ra, No. 21, e/ Oeste y Cisneros Betancourt, Rpto. Los Pinos, Arroyo Naranjo) y aún no sale del asombro.
El papel con la astronómica cifra le fue entregado a Armando el 4 de enero último, y desde entonces está en gestiones para que se arregle este entuerto, pero al momento de escribirnos aún no había resuelto nada.
«Acudí a la Oficina de Cobro del municipio de Arroyo Naranjo y fui atendido en el Departamento de Atención a la Población, con un buen trato, pero hasta la fecha sin respuesta alguna», evoca el lector. Le afirmaron entonces que irían a visitarlo, esperó en su casa y nada. En la segunda ocasión que fue a la referida oficina le recogieron el comprobante y le afirmaron que su queja había sido pasada para el Departamento de Inspectores.
El 14 de enero «logro hablar con el Jefe de Inspectores (…) Me explica que el Departamento anterior no podía darme día de visita ya que ellos no planificaban su trabajo, que los visitara el viernes en la mañana, temprano, para ver si el funcionario podía venir conmigo a mi casa, porque las quejas se ven cuando hay varias en las zonas afectadas. Le expliqué que iba a estar en mi casa todo el día, pues pienso que como usuario no tengo que ir a recoger a ningún inspector», sostiene el habanero.
¿Quién resuelve este absurdo corrientazo? ¿Con qué voltaje de profesionalidad se le cobra a una persona más de 500 pesos por encima de su consumo habitual y después se le hace esperar indolentemente a que un funcionario pueda atenderlo? ¿Será que el respeto, en ciertas entidades, entró en apagón?