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Las mantas de la imprevisión

El pasado 4 de octubre, Denia Luisa Vidal Reyes denunciaba aquí, desde Nueva Gerona, Isla de la Juventud, las irregularidades e incumplimientos por parte de la Empresa Constructora Integral 4 de ese municipio especial con los vecinos de su edificio.

Precisaba Denia Luisa que en el primer trimestre de 2013, una brigada de esa empresa alentó las esperanzas de los vecinos del inmueble, cuando los reunió para informarles que les iba a impermeabilizar la cubierta del mismo.

Pero los ejecutantes comenzaron las labores sin tener las condiciones creadas. Y no terminaron de pegar la manta. En julio pasado detuvieron las obras y ahora, con las lluvias, se mojan mucho más ellos y los del edificio colindante.

«¿Servirán estas mantas cuando ellos algún día regresen? ¿Regresarán? ¿Quién paga este derroche de materiales? ¿Nuestra economía resiste casos como este? Mejor no comenzar lo que no se puede terminar», advertía con mucha razón la lectora.

Al respecto, responde Nélida Gutiérrez Ferrer, directora municipal de Vivienda en la Isla de la Juventud, que «no se realizó una buena preparación de la obra antes de comenzar el trabajo, para darse cuenta de que las mantas con que contaban no les alcanzaban para terminar los dos edificios».

Agrega que «no obstante, la empresa constructora contaba con la distribución de 170 rollos que se le habían liberado por boleta para el edificio, y solo cargaron 150. Y aunque no justifica el error cometido, se esperaba que entraran al municipio el resto de las mantas del plan del año, cosa que no ocurrió: de un plan de 22 000 metros solo se recibieron 5 000. Son importadas y no han entrado al país».

Reconoce Nélida que los vecinos están sufriendo las consecuencias por las intensas lluvias de los últimos días, «pero de lo que pueden estar seguros —enfatiza— es que una vez hayan entrado las mantas al municipio, comenzaremos por terminar lo que se comenzó y no se concluyó».

Informa la Directora que el técnico de la Vivienda que atendía el programa de impermeabilización fue separado del puesto de trabajo por permitir errores como ese, pues era su responsabilidad velar por la calidad de los trabajos.

Agrega la directiva que se disculpó con los afectados y aseguró que el problema creado se resolverá con la calidad requerida.

Agradezco la respuesta, pero ni la disculpa ni las promesas resarcen a los vecinos del daño ocasionado por la falta de previsión, organización y garantías de la obra por parte del constructor, y del inversionista, que es la Vivienda Municipal. No solo el técnico que atendía la impermeabilización es el responsable de tamaño disparate.

Las preguntas de Denia Luisa gravitan en el aire. Si cada uno de los causantes de tal chapucería tuviera que pagar de su bolsillo los perjuicios ocasionados, otro gallo cantaría. Hay que impermeabilizarse definitivamente contra los aguaceros de la imprevisión y el desorden, que nada tienen que ver con los reales déficits de recursos importados.

«Amordiálisis»

Edilia Ballesteros, residente en el reparto Iglesias de la ciudad de Matanzas, saca fuerzas de su dolor para contar la historia de su hermana Ileana, fallecida por una insuficiencia renal crónica el pasado 16 de noviembre.

Cuenta la lectora que Ileana fue, durante tres años y siete meses, paciente de la Sala de Nefrología del Hospital Comandante Faustino Pérez de esa ciudad.

«Y aunque el dolor nos afecte intensamente —advierte—, no podemos dejar de saldar una deuda con ella misma y con todos nosotros: transmitir nuestra gratitud por la dedicación, paciencia, entrega y cariño que el personal que labora allí asume con todos ellos.

«Ellos conforman una gran familia que vela por la estabilidad de esas personas que deben asistir tres veces por semana a recibir el servicio de hemodiálisis. También queremos reconocer a los choferes de taxis que la traían desde Pedro Betancourt, por su sensibilidad, así como a los médicos y enfermeras de las salas de terapia intermedia e intensiva, quienes nos mantuvieron informados de su estado, siempre con profesionalidad y sensibilidad ante el dolor. Esto ocurre en un país como el nuestro, donde pueden faltar recursos, pero se derrocha humanismo».

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