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Aparecieron los restos

Los muertos son sagrados, afirmábamos aquí a propósito de la carta de Bárbaro Ernesto Suárez Coroa (calle 18, entre 17-A y Línea, reparto Antonio Guiteras, Bayamo, Granma), publicada el 3 de agosto último.

Bárbaro Ernesto narraba entonces que, tras 13 años de haber dejado a su madre Julia Mercedes en la necrópolis de Esmeralda, en Camagüey, regresó al camposanto con el fin de documentarse para exhumar los restos de su progenitora y trasladarlos, junto a los de otros dos hijos de ella y varios familiares más, al cementerio del central Brasil, de ese municipio agramontino.

En primera instancia fue muy bien atendido el doliente. Se le explicó en detalles cómo debía proceder de acuerdo con la legalidad. En el libro correspondiente aparecía que aún no había sido exhumada su mamá, aunque se encontraba en una bóveda estatal.

Por varias complicaciones personales no fue hasta el 4 de mayo de 2013 que pudo el granmense volver al cementerio de Esmeralda para concretar su intención. Entonces habían variado las circunstancias de manera alarmante. La información que recibió en esta segunda visita contradecía la anterior y sembraba una sensación algo caótica. Le dijeron que aunque en la documentación su mamá no aparecía exhumada, ya ese proceder se había realizado de oficio, pero que no existía constancia documental de tal efecto, por tanto no se sabía en qué nicho habían sido colocados los restos. Le indicaron, además, contactar al Subdirector de Comunales en el municipio, que anteriormente trabajaba en el cementerio, para que lo ayudara a esclarecer la cuestión.

En esas nebulosas condiciones, cuando fueron a buscar la bóveda 0052, en la que inicialmente había estado Julia Mercedes, esta ya no existía. Después sabría el doliente que la numeración de los nichos había cambiado sin dejarse constancia de ello, y que existían varios nichos con el No. 052, pero ninguno con el indicador exactamente igual al que le correspondió a su madre.

Y se preguntaba Bárbaro Ernesto cómo era posible que existiera tal descontrol con la documentación legal de los procedimientos funerarios, algo tan sensible.

Al respecto llega la respuesta de Sergio Bonilla Pérez, subdirector de Necrología de la Dirección Provincial de Servicios Comunales en tierra agramontina. Informa Sergio que junto al Director de Comunales del municipio de Esmeralda se personaron en la necrópolis para, de conjunto con la Administradora de la entidad, buscar los documentos relacionados con la fallecida.

Tras la investigación —acota el Subdirector provincial—, se halló la boleta de enterramiento de Julia Mercedes, el contrato de la bóveda y la constancia en el libro de enterramiento de que aún no había sido exhumada.

Con estos elementos, el día 7 de septiembre pasado volvieron a la necrópolis los implicados en la pesquisa, pero esta vez con la presencia de Bárbaro Ernesto y varios familiares más, apunta el funcionario.

Se comprobó que la información inicial suministrada al granmense «fue dada por un custodio del cementerio y, luego de una búsqueda minuciosa se encontró la bóveda 0052, donde reposaban los restos de la fallecida Julia Mercedes; fue identificada por los familiares ahí presentes y posteriormente se procedió a realizar la exhumación», añade.

«Por todo lo antes expuesto consideramos la queja con razón, si tenemos en cuenta que en el momento de realizar el censo no fue llevado al control la nueva numeración de la bóveda, así como no existió una información preliminar confiable. Se anexa escrito de Bárbaro Ernesto Suárez Coroa, donde expresa su agradecimiento…», concluye la carta enviada a Acuse.

Este redactor también agradece a Sergio Bonilla y las demás autoridades de Comunales en Camagüey por la atención brindada a tan delicado asunto. Solo me preocupa que no se delimiten las responsabilidades en cuanto a quién debía actualizar la documentación y no lo hizo, en aras de que no se repitan tan lamentables situaciones.

No se trata de «pedir sangre» de alguien en específico ante cada error, sino de que cada quien, en su puesto de servicio, sienta que debe responder por lo que hace. Es la única manera de respetar y respetarnos.

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