Acuse de recibo
Dos ventiladores, dos DVD, dos televisores y un microwave. Todo destruido de un golpe. En una misma casa. Era 28 de noviembre de 2012 y alrededor de las 12 y 30 de la madrugada la falla eléctrica en la corriente de 13 000 voltios, en el poste situado en la capitalina esquina de Anillo y Agramonte, casi arrasó con los equipos de cuatro familias. La de Isabel Ruiz Fernández (Anillo No. 107 altos, e/ Agramonte y Fresneda, Regla), quien nos escribe, perdió los siete aparatos que encabezan estas líneas.
Ese mismo día, a las 5 y 30 de la madrugada, llamaron al 18888 a reportar la afectación. Les correspondió como número de queja el 149387. Posteriormente, en la misma jornada, se presentó el carro de guardia de la Empresa Eléctrica y sus tripulantes le orientaron a la familia que debían ir a las oficinas de la organización básica eléctrica (OBE), situadas en el reparto Modelo, del mismo municipio, para que les confeccionaran el NT (número que dan a las afectaciones de las averías). El de ellos fue el 3682.
«En la OBE fuimos atendidos por la compañera Ady (…), muy amablemente nos informó que la entrega de los equipos iba a demorar un poco, porque hay un gran número de personas con la misma situación; además nos comunicó que la Empresa Eléctrica nos debía visitar con un técnico especializado que inspeccionaría los equipos afectados y, en caso de ser posible, los reparaban en el lugar. Con el resto de los equipos nos confeccionarían un expediente de las averías», relata la capitalina.
Diez días después los visitó el técnico. Revisaron lo dañado y solo se pudo reparar uno de los ventiladores. Todo lo demás tenía afectaciones demasiado severas. Por tanto, le expresaron a la familia que debía esperar a que la empresa tuviera la posibilidad de reposición; que le avisarían. El número de expediente que le confeccionaron fue el 5-35-12c.
«Pasado más de un mes —señala la remitente—, en la primera quincena de enero, mi esposo se personó en la Oficina de Atención a la Población de la Empresa Eléctrica situada en Capdevila. (...) Ahí le comunicaron que ellos, en un término no mayor de tres meses, debían venir a visitarnos para, según la disponibilidad que tuvieran, hacernos propuestas, en dependencia del valor de los equipos afectados».
«Por ejemplo: quizá en ese momento no tuvieran en existencia TV y lo que tienen es un equipo de música que se ajusta más o menos al precio del TV. Nos lo ofrecían y si estábamos de acuerdo, se cerraba el expediente. De lo contrario, continuaríamos esperando. No obstante, le comunicaron a mi esposo que siguiera llamando las veces que fuera necesario», añade.
Para seguir estas indicaciones, Isabel volvió a llamar a la institución el 13 de febrero. La compañera que la atendió le dijo que «iban por el 2011 y que del 2012 no se ha entregado nada». Le preguntó si debía seguir telefoneando y le expresaron que no, que la entidad les avisaba en cuanto tuvieran los aparatos.
En síntesis —se duele la capitalina—, en un abrir y cerrar de ojos se dañan los electrodomésticos que estaban en perfecto estado técnico por un problema que nada tiene que ver con ellos, y encima deben esperar, y esperar, y llamar y seguir llamando, sin tener certeza de nada.
«¿Cómo es que no tienen establecido en estos casos otros mecanismos, que no impliquen el desgaste que deben sufrir las personas afectadas? (...) ¿Para cuándo tendré de vuelta los equipos que con tanto trabajo y sacrificio he adquirido?», se pregunta con justeza la lectora.