Acuse de recibo
El pasado 1ro. de junio, el lector Ariel Tablada contaba aquí que la panadería Buenos Aires, de la ciudad de Santiago de Cuba, amaneció sin pan y los consumidores habituales se preguntaban el porqué.
La administradora de la panadería explicó a los clientes congregados allí que había problemas con la harina, la cual estuvo gestionando la Empresa hasta las diez de la noche del día anterior.
Y ante la opinión de alguien de que debía situarse un cartel explicando, la administradora se negó, diciendo que «está prohibido ubicar o colgar una nota informativa».
Ariel cuestionaba en su carta esta variante del «síndrome del misterio», cuando la dirección del país ha llamado a informar siempre con inmediatez y con la verdad. Y preguntaba: «¿Debemos estar con la incertidumbre del posterior horario de venta del pan? ¿La prohibición de la información a los consumidores será para encubrir la poca o mala gestión de los responsables? ¿Será una directiva nacional, provincial o territorial?».
Al respecto, responde Félix Blanco Trujillo, director general de la Empresa Provincial de la Industria Alimentaria en Santiago de Cuba. Y confirma que hubo dificultad con la transportación a tiempo de la harina.
La Empresa, precisa Félix, hizo gestiones hasta las diez de la noche del día anterior, pero a las 11:00 p.m. no se le había dado solución a la materia prima para la elaboración del pan del siguiente día.
Ello conllevó, asegura Félix, al análisis y aplicación de medidas disciplinarias a los responsables directos. Concretamente, se acordó demover definitivamente de su cargo al responsable de Abastecimiento Técnico Material, por no prever ni organizar.
«Con respecto a la prohibición de ubicar o colgar una nota informativa en la panadería —afirma—, en nuestra entidad no está instituido».
Agrega el director que «la unidad tomó las medidas para informar la demora sobre la venta del producto, no siendo suficiente la información. Y se tomaron las medidas para que situación como esta no vuelva a ocurrir, y no se cree insatisfacción y molestia en los consumidores».
Concluye Félix informando que el pan de ese día pudo venderse a la población en el horario de la tarde.
Las personas notorias siempre están acechadas por los ojos públicos… para mal… y también para bien. La confesión de hoy la trae Armando Barea Gamboa, residente en Capitán Cuevas No. 507, entre 20 y 22, Reparto Dessy, de la ciudad de Santiago de Cuba.
Relata Armando que el pasado 1ro. de junio viajó con su esposa y uno de sus nietos, por vía aérea, de La Habana a Santiago. Ya en la sala de última espera del aeropuerto José Martí, el niño, de cuatro años, comenzó a llorar desesperadamente porque, desde su inocencia, no comprendía que su tía, quien vive en La Habana, no les acompañara en el viaje a Santiago. Cosas de niños…
Pero el inconsolable llanto del niño atrajo la atención de Yeni, la cantante de los Van Van, que hacía el mismo viaje.
«Quisiera destacar el maternal gesto de la compañera, tratando de calmar al pequeño. Ofreció su teléfono, por si queríamos llamar a la tía en cuestión; le puso música, trataba de conquistarlo a toda costa, aunque el niño no entendía.
«Las lágrimas en los ojos de Yeni me dieron muestras de la sinceridad de su gesto. Ya en Santiago de Cuba, volvió a acercarse al pequeño, lo acarició, y nos dijo: “No es malacrianza; cuiden esos sentimientos, que salen del corazón…”
«Me motiva, por aquello de que con las glorias, se olvidan las memorias. Y no todas las personas que tienen una vida pública, como en este caso, tienen gestos como el que describo. Por ello, a Yeni y a su compañero, muchas gracias, y nuestro afecto sincero por el tiempo dedicado al niño. Sin dudas, cuidaremos sus sentimientos».