Acuse de recibo
El cubano es suspicaz. Y, por suerte, cada vez gana más lucidez para detectar cuando «la lista no cuadra con el billete». Es más riguroso como para evitar que «le doren la píldora», y exige que le digan la verdad y solo la verdad.
El pasado 17 de enero, el lector José Luis Gallardo denunciaba aquí que, para transportarse en los ómnibus Yutong que cubren las rutas desde Santiago de Cuba hasta Pilón y Niquero, en la provincia de Granma, había que pagar el pasaje hasta el destino final, aun cuando te apearas en un punto intermedio del trayecto.
El 2 de febrero, respondía Ricardo Damián Fernández, director general de la Empresa Viajero (Servicios de Reservación): En tal caso se violó lo establecido en el procedimiento comercial de la entidad. Y expresó textualmente que «se modificó inconsultamente la forma de vender reservaciones por la especialista principal comercial de la Unidad Empresarial de Base (UEB) Santiago de Cuba…».
Informaba Ricardo Damián que, por ello, Viajero aplicó la medida disciplinaria de traslado temporal a otra plaza de menor remuneración por seis meses a dicha especialista. Y añadía que a partir del suceso, se hizo un análisis con los directores de las UEB del resto del país, para evitar que tales hechos se repitieran.
Sin embargo, los hechos se repiten. Ahora escribe Juan M. Rodríguez, vecino de Empedrado 407, entre Compostela y Aguacate, La Habana Vieja, para narrar que el pasado 21 de febrero, de vacaciones en la localidad tunera de Amancio Rodríguez, en la agencia de reservaciones de esa localidad intentó reservar un boleto hasta Contramaestre para el 23 de ese mes, en el ómnibus que cubre la ruta Amancio-Santiago de Cuba.
Quien expedía los boletos le dijo que había capacidades para el día 25, pero debía abonar los 55 pesos del viaje hasta Santiago de Cuba, y no 40, que es lo fijado para Contramaestre, tarifa que aparece en la lista exhibida allí.
Juan citó lo publicado por esta sección, específicamente lo respondido por el director general de Viajero a raíz de la queja de Gallardo, y solicitó explicaciones.
La empleada, muy amable, le respondió que es una orientación del nivel superior que se cobre hasta el destino final. De paso, le aclaró que si hiciera el viaje por la lista de espera, sí le costaría los 40 pesos hasta Contramaestre. Aunque le pareció un absurdo, Juan optó por esta alternativa.
Días después, ya de retorno en Amancio, escuchó a un funcionario de la agencia de reservaciones, por la emisora Radio Maboa, defender la legitimidad del cobro por destino final y fundamentar la causa de ello: Recaudar fondos.
Después de vivencias tan personales, la respuesta ofrecida por el director general de Viajero a JR a raíz de la denuncia de José Luis Gallardo lleva a Juan a hacerse algunas interrogantes:
«¿Dónde está el control y la supervisión de la Empresa Viajero y de sus UEB? ¿Dónde y en cuál consejillo estaba el director de Viajero Las Tunas cuando el director general impartió orientaciones al respecto? ¿Los procedimientos de las UEB se corresponden con los de la Empresa?
«¿Se sancionará a los más débiles y quedará impune la responsabilidad colateral de quienes deben velar por el cumplimiento de lo establecido, para que el cliente no sufra las consecuencias? ¿Con el nuevo sistema de reservaciones que se pretende instalar en el país, continuará el cobro al mayor destino y el robo al cliente para incrementar las recaudaciones de la Empresa?».
Al final, contrastando todos los elementos, a Juan le cuesta trabajo creer que la iniciativa del cobro origen-destino para quienes viajen en tramos intermedios, sea responsabilidad del personal de Amancio. La dirección de Viajero tiene la palabra y el espacio en esta columna para responder.