Acuse de recibo
Yaniela Torres Coquet (calle E No. 43, reparto 13 de Marzo, Mella, Santiago de Cuba) considera que el sistema de salud de este país es tan humano y abarcador, que no se merece ciertas manchas personales.
Cuenta que su hijo de un año y cinco meses ha presentado antecedentes que hacen suponer un sistema inmunológico debilitado: a los tres meses de nacido, estuvo varios días en terapia intensiva por una meningoencefalitis. Se le ha hospitalizado varias veces por bronconeumonía, y padece catarro, tos intensa y altas fiebres.
La pediatra lo remitió a la consulta de Inmunología del Policlínico de Especialidades Infantil Norte, en la ciudad de Santiago de Cuba. Y ella recorrió con su niño 60 kilómetros en un ómnibus para llegar allí, y sorprenderse.
Confiesa que el inmunólogo que los ¿atendió?, la dejó muy disgustada. «La primera impresión fue no responder a mi saludo al entrar a la consulta; la segunda, separarse alarmado al ver a mi hijo Frank Ernesto toser, como si huyera de un posible contagio de tuberculosis». La tercera sorpresa fue su inesperada observación cuando hojeaba la historia clínica: «Si no le quedan hojas en blanco, ¿para qué la trajiste?».
Al final, manifiesta, le extendió un papel para que lo entregara en su policlínico, sin darle detalles ni explicarle nada.
Cuenta Yaniela que fue una lacónica, casi silente consulta, donde no había otro médico para consultar. «Recorrí fosca otros 60 kilómetros de regreso, con Frank Ernesto dormido en mis brazos, bajo el caliente sol del mediodía santiaguero, con las mismas dudas sobre su salud. Me alentaría al menos una respuesta para creer que seré yo la última maltratada de ese modo», concluye.
Aida Vila Rojas (calle 7ma., No. 79, entre C y D, Vertientes) quiere hacer público su reconocimiento y gratitud a los trabajadores del hospital de ese municipio camagüeyano, por haberle salvado la vida a su mamá, de 88 años.
Refiere la lectora que el pasado 10 de marzo llevaron a la anciana a dicho centro asistencial por una severa falta de aire, y le diagnosticaron edema pulmonar agudo. En la sala de Cuidados Intensivos la señora, que tenía otras complicaciones graves de salud, recibió una esmerada atención.
«No escatimaron esfuerzos ni recursos para salvar su vida —señala—. Hoy mi mamá se restablece en la sala de Medicina bajo el cuidado del eficiente equipo de trabajo, del cual estamos muy agradecidos todos los familiares. Hacemos llegar nuestro reconocimiento al personal de enfermería: Victoria Herrera, Nancy Ortiz, Diosdado Aguilera, Fragoso, Lucila Socarrás y Georgia Wilson; y a los doctores Maité Ortiz, Eisnel Hernández Plá y Sara de Posada, quienes con gran voluntad hicieron posible este resultado, que no es único, porque observamos que es su modo de actuación con todos los pacientes».
Un ómnibus puede parecer una bagatela; pero en un país con carencias de transporte, que una localidad relativamente pequeña no pueda utilizar una guagua en perfecto estado técnico por dilaciones burocráticas, es sencillamente inadmisible.
Humberto E. Hernández escribe desde Evelio Rodríguez No. 147, entre Charles Morell y Rogelio Martínez, en el poblado camagüeyano de Sibanicú. Y cuenta que en marzo de 2011 se cambió una rastra-bus que rendía el trayecto Alfredo Álvarez Mola-Sibanicú-Camagüey, por un ómnibus Daewoo que la provincia había recibido de La Habana, y fuera reparado en talleres de la ciudad de Camagüey, para que continuara prestando servicio en la ruta antes señalada.
Pero el Daewoo no ha funcionado por carecer de los documentos requeridos. En principio, se optó porque cubriera provisionalmente dentro del municipio el tramo Álvarez Mola-Sibanicú, hasta que se resolvieran los documentos. Transcurridos varios meses, lo mandaron a parar, hasta que se le diera solución. Desde entonces, han pasado seis meses y sigue paralizado. Ni rastra-bus ni ómnibus.
«Es incomprensible —afirma—. Sé que el problema de la transportación de pasajeros en nuestro país radica en la no existencia de recursos monetarios para adquirir piezas, y mucho menos ómnibus en el exterior. Pero nunca he oído que exista el ómnibus, con carrocería en buen estado, pintado, tapizado, con un motor reparado y en buenas condiciones, con gomas y chofer, y no pueda cumplir con su función social por problemas de papeles».
Humberto lo planteó en la asamblea de rendición de cuentas de su circunscripción, y no ha recibido respuesta. El ómnibus, recalca, sigue detenido y se han dejado de transportar miles de pasajeros y de recaudar miles de pesos para la economía.
Él emplaza: «¿No existe nadie con facultad y voluntad para resolver el caso? ¿Se permitirá que el ómnibus se pudra y no se le dé uso? El pueblo espera una solución satisfactoria».