Acuse de recibo
José Enrique Olivares (Calle 15 s/n, reparto Armando Mestre, Moa, Holguín) cuenta que en esa ciudad minera han tenido gran acogida, como en todo el país, las ventas liberadas de azúcar y de arroz de importación.
Pero el pasado 23 de marzo, en el establecimiento escogido allá para esas ventas, el arroz que se vendía a cinco pesos la libra no era, no podía ser, el importado: «Era un arroz de mala calidad, totalmente partido y con bastantes trillas», manifiesta Olivares.
Él se dirigió a la administradora del establecimiento para plantear su duda; y esta, asegura, «sin prácticamente mirarme, me dijo que el grano no estaba tan partido. Otra dependiente que escuchaba dijo que allí no se vendía otro tipo de arroz que no fuera a 5,00 CUP.
«Le pedí que mirara al menos la factura de venta para ver si se había equivocado y fuese un error humano. Ni se molestó en mirarla; continuó su labor y no se me prestó más atención. Si lo que está estipulado es que el arroz que se vendería liberado a 5,00 MN es el de importación, y el de producción nacional continuaría con los precios vigentes anteriormente, entonces la compañera administradora al menos debería colegiar con sus superiores o con el departamento de calidad y no vender ese producto de mala calidad a ese precio».
Debería hablarse más del Hospital Dermatológico Doctor Guillermo Fernández Hernández-Vaquero, más conocido por el Hospital de Rincón, en las afueras de la capital, municipio de Boyeros. Sí, porque ese es uno de los colectivos más humanitarios y consagrados del sistema de salud cubano, que labora codo a codo con las fervorosas hermanas de la Orden de la Caridad por la sanación de tantas personas.
Y alegra que Giraldo Morales (calle Loma No. 60, entre C y D, reparto Mendoza, La Güinera, Arroyo Naranjo) haga votos por esos reparadores de paz y salud. Cuenta que su papá, un paciente diabético, estuvo ingresado cerca de dos meses en ese centro, con una úlcera isquémica en un pie.
Qué huella habrán dejado en esa familia, que Giraldo desea reconocer el trabajo del colectivo, encabezado por las doctoras Elena y Patricia, los enfermeros Oscar, Teresa, Dania y Dainet, y su jefa Merci; también las empleadas Sulema y Norma y las pantristas Dennis y Katia. Y destaca el espíritu de solidaridad y amor que se crea allí entre los pacientes, alentados por la devoción de las hermanitas de la Orden de la Caridad, que son un insustituible apoyo para la curación.
«Este hospital es, a mi entender, un ejemplo para las demás instituciones médicas de nuestro país. Ojalá que todos los organismos que de una forma u otra prestan servicio al pueblo, fueran capaces de mantener medianamente esa atención. Nos ahorraríamos muchos problemas que aún tenemos a causa de los indolentes».
Vivian Suárez (Calle 2, No. 224, Santa Fe, Isla de la Juventud) dice que nadie puede imaginarse lo que es esperar tanto tiempo por algo que a uno le pertenece y ha ganado con su esfuerzo.
Ella forma parte de un grupo de 21 colaboradores en la especialidad de Cultura Física, de la Isla de la Juventud, que cumplieron con dignidad su honrosa misión en la hermana República Bolivariana de Venezuela, y retornaron a la patria el 4 de julio de 2010.
Desde entonces, aún a diez de ellos no se les ha pagado el 20 por ciento del dinero que se les retribuye por la misión. Han acudido a la Dirección de Educación y al INDER en el territorio, y todo sigue igual.
«Se le atribuye la irresponsabilidad a Cubadeportes, que no ha sido lo suficientemente ágil para darle solución al problema. Esperamos que apelando a la sensibilidad, podamos resolver esta situación, que tanto nos afecta».
¿Qué dice Cubadeportes?