Acuse de recibo
Ya ha llovido tanto sobre este tema de la impunidad, que los caminos están bastante encharcados. Idalmis Valle García (Lealtad No. 712, entre Estrella y Maloja, Centro Habana) lleva años reclamando lo que es un elemental derecho: la posesión de su casa.
Cuenta esta capitalina que estuvo en una microbrigada cuyo trabajo se paralizó por escasez de materiales. El edificio, que era de cuatro plantas, se quedó entonces a medias y los beneficiados, con permiso del centro patrocinador, fueron terminando sus apartamentos con esfuerzo propio.
Hubo un momento —refiere Idalmis— en que tuvo que cerrar su domicilio en construcción por problemas de salud de su hijo, a cuyos cuidados se dedicó enteramente. El cierre fue con una puerta rústica de hierro y madera y una cadena con candado. Un tiempo después sucedió lo insólito: un hombre, al parecer amigo de alguno de los vecinos de la edificación, se coló sin más en la casa de Idalmis.
A partir de entonces la ultrajada propietaria ha escrito a muchas instancias relacionadas con este tipo de casos… «Pero nunca, desde la primera vez que Vivienda Municipal lo dio por ilegal, el 5 de marzo de 2007, lo han extraído. El 16 de enero de 2010, Vivienda a nivel provincial también lo declara ilegal, y manda a la municipal a que proceda, y aún nada.
«El Tribunal Provincial también me da la razón, con fecha 30 de septiembre de 2008 y nada. Ese hombre se mantiene en mi casa y yo, que estuve construyéndola desde los cimientos, estoy todavía sin mi apartamento. Solo quiero que se haga justicia», finaliza la remitente.
¿A qué esperar cuando las razones de Derecho y el más elemental decoro indican acciones?
«Salidero vs. Ahorro». Así titulamos el 27 de marzo último la demanda de la también capitalina María de los Ángeles Felpeto (Infanta No. 1117, bajos, entre Benjumeda y Llinás, en Centro Habana).
Se quejaba la lectora de que después de las intensas labores realizadas en la Calzada de Infanta para reparar las redes hidráulicas, hace unos meses, en su vivienda comenzaron unas molestas filtraciones; precisamente a las pocas semanas de que le instalaran el reloj para medir el consumo del líquido.
Desde el mes de diciembre había reportado la doliente el asunto a Aguas de La Habana. También había llamado en varias ocasiones, pero nada. Y le preocupaba mucho que, con los ingentes esfuerzos del país para promover el ahorro de agua, esta se estuviera perdiendo así…
Al respecto llega la contestación de Ana Remis Castro, jefa del Departamento de Atención al Cliente de Aguas de La Habana. Afirma Ana: «En inspección realizada al lugar de referencia el 8/04/2010 se comprobó que posteriormente a los trabajos realizados por la empresa, la afectación se encontraba solucionada. Firmó como constancia de su conformidad con la respuesta, en hoja de inspección, Carlos Medina López, esposo de María de los Ángeles, por no encontrarse esta en el momento de la inspección».
Agradecemos la misiva de la institución y nos alegra que el problema ya no exista. Eso es, a fin de cuentas, lo principal; pero sería bueno señalar que un mensaje tan telegráfico deja la incertidumbre de si la filtración se encontraba resuelta antes de los grandes trabajos en la calle Infanta —con lo cual la carta inicial de María, prácticamente hubiese carecido de valor—, o si la entidad se refiere a otras labores en la misma calle. Tampoco se aclara lo referente a las condicionantes de las demoras que indicaba la lectora respecto al servicio solicitado.
No pretendemos que cada respuesta sea un dechado de elocuencia, pero mientras más claras y argumentadas sean las misivas de las instituciones, mayor comprensión pública habrá de su gestión.