Acuse de recibo
En ocasiones, las visitas de las instancias superiores que se anuncian con anticipación, dan el margen preciso para el fraude y la mentira, sentencia Ángela Rodríguez (Loma 131, Guáimaro, provincia de Camagüey). Y cuenta una historia que bien puede encuadrarse en aquello de que «guerra avisada no mata soldados».
Revela la lectora que el pasado 1ro. de marzo se efectuó una visita a Guáimaro de funcionarios del nivel central de la Agricultura Urbana. La comitiva, abunda Ángela, hizo un recorrido por diferentes unidades del municipio, y como parte del mismo estuvieron en el Mercado Agropecuario Estatal (MAE) No. 6, La Naranja.
Y con tal motivo, surtieron el MAE para la visita. Muy bonito y rebosante todo. «Por déficit de viandas que tenemos —afirma—, se concentraron en dicho establecimiento los productos, para después de la visita venderlos a precios módicos».
Lo curioso fue que, al retirarse los compañeros de la inspección, «para asombro de los consumidores, se llevaron la mercancía que supuestamente habían llevado para la venta».
Asegura Ángela que «esta situación irritó a la población; pues tal hecho fue una burla. Y con la comida del pueblo no se juega». Pero dice más la lectora. Reflexiona y conmina: «Hay que acabar con la mentira que daña nuestros principios. Todo revolucionario debe hablar sin miedo y no callar ante lo mal hecho, pues esta Revolución es nuestra».
El detonante fue el señalamiento de la vedadense Cristina Fernández, reseñado aquí el pasado 20 de enero: en visita a la cafetería Frankfurt, de 21 y 16, encontró que «no había una sola mesa donde sentarse que estuviera limpia, y las sillas estaban literalmente “decoradas” con mostaza y ketchup. Del nivel de la música, no voy a contarles…», concluía la lectora.
Ahora responde Idania Rodríguez, funcionaria de Protección al Consumidor de la Empresa Municipal de Comercio y Gastronomía de Plaza de la Revolución, quien señala que a raíz de lo publicado, una representación de esa entidad y de la administración de Frankfurt visitó a la consumidora en su hogar, para ofrecerle disculpas e informarle acerca de las medidas dispuestas para que tales hechos no se repitan.
«En el momento en que salió la publicación —apunta Idania—, ya la administración de Frankfurt había sido sustituida por problemas que se venían presentando. Se analizó lo sucedido con los trabajadores de la unidad, de conjunto con los factores de la Empresa. Y se comprometieron, firmando acta de conformidad, a erradicar lo mal hecho durante la administración anterior».
Refiere la funcionaria que el nuevo administrador de la unidad es Alexis Bernal Durán, quien visitó a la consumidora. Y precisa que, ante cualquier queja o inconformidad con el servicio prestado en cualquiera de los establecimientos de esa empresa, los clientes deben solicitar la presencia del administrador y exigir el cumplimiento del Reglamento de Protección al Consumidor.
Agradezco la respuesta. Si en Frankfurt se comprometieron a erradicar los males en el servicio, no será un acta de conformidad lo que los valide, sino el propio trabajo de la unidad. Y sobre todo el riguroso ojo público que los va a medir, ahora con más razón.
Ni sustituyendo administradores, ni expulsando trabajadores al ritmo de las revelaciones públicas, se podrán resolver los problemas «genéticos» de la gastronomía, si no derivan esas unidades en estructuras modernas y autorreguladas, con un grado de gestión, participación y pertenencia colectivas.