Con más de 150 millones de dólares en ingresos anualmente, la empresa cubana Albet comercializa hoy soluciones informáticas en países latinoamericanos, España y Angola, mientras ve alejarse sus opciones de entrada al mercado estadounidense, destaca PL.
La directora general de la entidad creada en 2005, Daisy Oropesa, aseguró que podrían vender parte de sus 30 productos a las pequeñas y medianas empresas (Pymes) en Estados Unidos de no impedirlo la política anticubana de la Casa Blanca.
Ante esa situación enfocamos nuestras opciones fundamentalmente con los miembros de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), precisó Oropesa a Prensa Latina tras señalar a México, Argentina y Venezuela como los principales receptores.
Interrogada sobre la búsqueda de espacios en Europa, la directiva explicó que no han conseguido penetrar allí como esperaban a excepción de pequeñas acciones de exportación en España.
En el caso de Angola, aseguró que comenzaron determinados trabajos todavía muy modestos, que tienen una proyección de crecimiento en el tiempo.
Sin embargo, para Oropesa la hostilidad de Washington contra La Habana ha impactado en la dilatación de los cronogramas de entrega de las soluciones integrales a los clientes ante la negativa de emplear programas propietarios patentados por compañías norteamericanas.
Al trabajar sobre plataformas de código abierto algunos desarrollos han tenido que partir desde cero, manifestó.
De ese modo, continuó, se han dedicado más recursos humanos y materiales para la actividad de investigación-desarrollo en aras de obtener una solución con estándares de calidad similares a los de plataformas propietarias.
Son daños no cuantificables el hecho de que algunos proyectos se atrasaron hasta un año por no emplear tecnologías creadas en el país norteño, argumentó Oropesa, para quien el uso de software libre brinda la imagen de la empresa ante reclamaciones de otros fabricantes.
La empresaria aseveró que Estados Unidos también se priva de las tecnologías producidas por Albet en materia sanitaria, y que han tenido prestigio en América Latina.
Solo en el más reciente año, la política hostil del vecino país ocasionó pérdidas por 17 millones de dólares a la empresa, que comercializa producciones de la Universidad de Ciencias Informáticas y de otras entidades nacionales.
De esa cifra, unos 10 millones se cuantificaron por la imposibilidad de emplear tecnología norteamericana, cinco por ingresos no percibidos por exportaciones a compañías estadounidenses a partir de alianzas con suministradores de ese mercado.
Mientras que otros dos millones costaron las constantes transferencias a otras monedas por el impedimento de la nación caribeña de emplear el dólar en sus transacciones financieras internacionales.