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Anisleidy Galindo: se puede compaginar ser madre y deportista

"Ana Lía es todo en mi vida. Desde que me informaron que sería madre de una niña, ella pasó a ser el centro de mi existencia. Es mi inspiración, mi fuerza, mi guía, es que no puedo mentirte, todo el tiempo mi mente está con ella", afirma la basquebolista cubana 

 

Autor:

Javier Rodríguez Perera

Historias hay más de una en internet sobre la futbolista Alex Morgan, la atleta Allyson Felix y la tenista Serena Williams, contando cómo han sido sus regresos al deporte de primer nivel, tras ser madres. Las tres tardaron poco en retornar a los espacios que las lanzaron al pináculo de la gloria y si algo quedó perfectamente patentizado con ellas es que maternidad y deporte pueden ser un matrimonio bien llevado.

De Morgan, Felix y Williams ha escuchado y leído la cubana Anisleidy Galindo, pero lo que quizá la basquetbolista no ha interiorizado es que un pedacito de su vida tiene puntos en común con ese trío de superestrellas. El 7 de mayo de 2023 dio a luz por primera vez, con 34 años, y un mes después, a partir del 15 de junio, comenzó a entrenar con el profesor Pedro Martínez. A medida que se fue sintiendo mejor, el coach le incrementó la carga de los ejercicios a realizar desde su hogar.

Con más de una década en la selección nacional, Galindo es líder indiscutible. Foto: FIBA

Mientras se preparaba para ayudar al equipo de Pinar del Río en el Torneo Nacional de Ascenso (TNA), el director técnico de la selección nacional cubana, Márgaro Pedroso, la contactó con la intención de conocer si podía estar lista para competir en los Juegos Panamericanos de Chile, efectuados entre octubre y noviembre. Automáticamente respondió de forma afirmativa y a finales de agosto, tras concluir el TNA, se reincorporó al equipo antillano.

Con todo y que no estaba en plenitud de facultades, la vueltabajera terminó líder anotadora del elenco insular en la capital chilena, con 78 puntos en cinco encuentros, y aportó 31 rebotes. En el enfrentamiento ante Argentina por el metal de bronce fue la principal figura ofensiva, merced a 27 unidades.

«Te soy sincera, en los Panamericanos yo estuve entre el 70 y el 80 por ciento de mis capacidades, sé que esto es un proceso, por lo que voy paso a paso. Un pequeño grupo de preparadores físicos influyeron en que mi forma deportiva me permitiera rendir en esa competición. Además, el cubano tiene en su sangre algo que lo impulsa a no rendirse y continuar, y en el deporte siempre luchamos por sacar el extra en pos de obtener metas o resultados, porque nos debemos a esa afición siempre tan exigente.

«Los pasados Juegos representaron un capítulo muy especial en mi carrera deportiva, lo digo consciente de lo importante que fue lograr la medalla de bronce en la edición de 2015, en Toronto, como parte de un tremendo equipo. Pero en Chile, además de significar mi regreso al team Cuba y a un certamen en el extranjero, tuve la posibilidad de ayudar y guiar a un colectivo de jugadoras jóvenes y talentosas, y eso es igual de hermoso que obtener una presea. Estuvimos cerca de conseguir el tercer lugar, mas nos pasó factura, entre otras cuestiones, el escaso roce internacional y el tener pocas atletas contratadas».

—Se piensa, equivocadamente, que después de parir viene un parón deportivo en las mujeres atletas. En tu caso no fue así...

— En mi tiempo de gestación me mantuve haciendo ejercicios y eso me ayudó muchísimo a recuperarme más rápido. Incluso, cuando me incorporé a jugar en el TNA, algo que me benefició aun más para tener de vuelta mi capacidad física, porque la maestría y la picardía no se pierden, conversé bastante con Odalys Cala, entre las mejores jugadoras de la historia del básquet cubano. Ella me contó que después de tener a su hijo, se reincorporó al conjunto nacional a los cuatro meses,
porque allí la necesitaban. Odalys me apoyó a menudo.

«Yo pienso que se puede compaginar ser madre y deportista. Me miro constantemente en el espejo de grandes jugadoras como Yamilé Martínez, Liset Castillo, la propia Odalys Cala, la voleibolista Mireya Luis… Es posible siempre que se haga con amor y cariño».

— ¿Cómo te las arreglaste en el período de lactancia para entrenar con la selección en La Habana y luego competir en los Juegos Panamericanos?

—Como te dije antes, la niña me dejó el pecho a los cuatro meses porque no me bajaba leche para alimentarla. Consultamos con la pediatra y encontramos otra solución. Por suerte, se adaptó rápido y hoy está muy sana. Comprenderás que eso me fue favorable para cumplir con mis compromisos con el team Cuba.

— ¿Qué le dirías a las deportistas que renuncian a ser madres o posponen la maternidad una y otra vez con tal de no perjudicar sus carreras?

—A ellas les diría que si tienen lo más importante, que es el deseo de ser madres, no renuncien a algo que puede terminar siendo un gran sueño. Cuando tengan un hijo en casa se percatarán que es lo más hermoso que existe. La vida deportiva tiene un final, sabemos que no es eterna, pero el amor de madre a hijo o al revés, es algo para siempre. Cuando se da este importante paso, no tiene por qué acabar la carrera deportiva. Es más, en estos meses me he notado con más fuerzas y energías para continuar mi trayectoria en el alto rendimiento.

—La atleta alemana Gesa Krause dijo en una entrevista que estaba embarazada, pero no enferma. Por lo tanto, se mantuvo corriendo, obviamente, no con la misma intensidad, pero nunca dejó de estar activa.

—Mi caso fue muy parecido a la de esa deportista alemana, solo que yo no corría. En vez de correr, hice caminatas de 20 minutos aproximadamente y me mantuve asistiendo al gimnasio, haciendo ejercicios con pesas para fortalecer los músculos. La gente se asombraba cuando me veía en el gimnasio y precisamente yo les decía eso, que estaba embarazada y no enferma. El preparador físico a veces aconsejaba a las personas que leyeran lo importante que es para dar a luz mantenerse practicando ejercicios. Incluso, hasta ingresada en el hogar materno y en el hospital seguí realizando ejercicios con liga.

—Cuando comentaste tu voluntad de quedar embarazada, ¿algún entrenador o directivo te frenó y puso los objetivos del equipo nacional por delante de tu anhelo?

—No, realmente no fue así conmigo. Mis entrenadores estuvieron muy pendientes durante y después de la gestación. Ellos sabían mi edad, 34 años, y me apoyaron desde el primer momento. En ese entonces, mi salida significó un gran vacío en el conjunto, que participaría en el torneo Centrobásquet, en México. El colectivo técnico conversó conmigo y reconoció que ya era momento de pensar en la familia. Existieron rumores de que yo era posible baja de la selección, pero mis coaches fueron transparentes al decirme que eso era falso. Ellos conocen mis características y dieron por hecho que tarde o temprano me reincorporaría con los mismos deseos.

«Realmente nunca pasó por mi cabeza dejar el baloncesto cuando supe que tendría a mi hija. Mi madre me respaldó siempre, con ella conversé muchas horas y me dijo que no me preocupara por el deporte y por la niña. Llegamos a una especie de acuerdo, por decirlo de alguna manera. Es decir, gracias a ella, a mis entrenadores de la provincia y del elenco nacional y a otro grupo de personas, pude volver en pocos meses al equipo cubano».

— ¿Te cambió la vida entonces con la llegada de Ana Lía?

—Definitivamente sí. Cuando estoy con el equipo nacional, mi mente está enfocada en mis entrenamientos, en guiar a mis compañeras más jóvenes y en los compromisos internacionales, pero, terminando la jornada de preparación, nada más que tengo una oportunidad, llamo a mi madre para saber cómo está la niña o qué está haciendo.

«Ana Lía es todo en mi vida. Desde que me informaron que sería madre de una niña, ella pasó a ser el centro de mi existencia. Es mi inspiración, mi fuerza, mi guía, es que no puedo mentirte, todo el tiempo mi mente está con ella».

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