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Historias por contar (III)

Campo Armada fue el segundo terreno de fútbol construido con hormigón armado en toda América.Conozca aquí algunos detalles de su historia

Autores:

Enio Echezábal Acosta
Alfonso Moncada

En un momento como este, en el cual se notan cada vez más intentos por rescatar la memoria cultural de la nación, no se nos ocurre un mejor ejemplo para referirnos que un estadio capitalino, cuya historia debería bastar para que eventualmente fuera nombrado como Monumento Nacional.

La cancha de Campo Armada, situada en lo que son hoy los límites municipales de Arroyo Naranjo y San Miguel del Padrón, se convirtió el 11 de marzo de 1928 en la primera instalación de Cuba destinada exclusivamente al fútbol. Por si fuera poco, resultó ser además la primera construida con la técnica del hormigón armado y la segunda de nuestro continente, antecedida solo una semana por el estadio Libertadores de América, perteneciente al club Independiente de Avellaneda.

Rafael Armada, el visionario

La creación de este terreno se dio en un tiempo en el que el balompié había desplazado al béisbol en la preferencia popular, tanto así, que los dueños de canchas como Almendares Park, Luna Park o Cuatro Palmas, decidieron rentar sus horarios preferenciales, o sea, los sábados y domingos en la tarde-noche, para competiciones de este tipo y no para juegos de bolas y strikes.

En esa misma época, sucedía por un lado que todos los centros deportivos tenían sus bases de madera y, por otra parte, tampoco era normal que uno de los equipos de fútbol existentes en La Habana tuviera su propio terreno, pues tanto el Club Deportivo Hispano América, como Iberia FC, Deportivo Centro Gallego, Juventud Asturiana, Canarias FC, Habana FC, Olimpia FC y Fortuna SC solían alquilar uno privado para disputar sus partidos.

Aunque ya habían existido intentos de materializar la construcción de un estadio propio por parte de algunas instituciones, tanto el proyecto de «la peseta», que se basaba en pedir un abono extra a los aficionados para financiar este sueño, como el del comité gestor pro Parque Nuevo Balompié, fallaron, y en ambos casos el dinero fue devuelto a los entusiastas, en su mayoría hispanos o criollos de ascendencia directa.

La idea de romper estos esquemas vino del empresario cubano Rafael Armada Segrera, gran visionario y amante del más universal de los deportes. En 1925, el magnate y recién elegido presidente del Club Deportivo Hispano América tomó la iniciativa y decidió acometer tal reto en la finca El Lucero.

Armada compró los terrenos, tasados en 15 000 pesos de oro español, el 30 de septiembre de 1925 a sus dueños del Club de Cazadores del Cerro. La transacción estuvo avalada por la presencia del señor Manuel Aznar Zubigaray, periodista español, presidente de la Federación Occidental de Fútbol Amateur (FOFA) y, curiosamente, también abuelo del mismísimo José María Aznar, quien fuera jefe del Gobierno español entre 1996 y 2004.

La construcción comenzó a finales del mismo 1925. Fue tanto el empeño en construir el primer estadio de fútbol de Cuba que se terminó a principios de 1928. Se firmó contrato con la United Fruit Company, que hizo el desmonte y aplanamiento de la superficie de 16 000 metros cuadrados en 60 días por un precio de 3 000 pesos de oro español. Más adelante, comenzaron la construcción de la grada de cemento, el techado, la casa de primeros auxilios, baños y taquillas local/visitante, instalaciones socioeconómicas, cafetería, cercado perimetral.

Una inauguración apoteósica

El 11 de marzo abrió sus puertas por vez primera Campo Armada, el terreno más moderno de su momento, que contaba, entre otras características, con una pizarra magnética para llevar los resultados y luces para juegos nocturnos.

La prensa de entonces llamó a su inau-
guración como la jornada más brillante del balompié cubano en la década. Aquel día asistieron al evento nada menos que el dictador Gerardo Machado,  así como el gobernador Antonio Ruiz y su alcalde, Miguel Mariano Gómez. Igualmente estuvieron presentes los miembros de la presidencia de FOFA, los presidentes de varios clubes habaneros y hasta la Arquidiócesis de San Cristóbal de La Habana, la cual bendijo la cancha antes de su partido debut. 

Como parte del atractivo cronograma de apertura, se realizó una cabalgata de automóviles que partió desde el Parque de la Fraternidad hasta el estadio, con el gran corredor cubano Carlos Coello al frente. También se realizó la presentación en sociedad —sin juego de por medio— de dos de los cuatro equipos femeninos de ese tiempo: Deportivo Hispano América y Baleares FC, así como otros equipos de niños que jugaron algunos choques amistosos en el horario de la mañana.

Previo al pitazo inicial del choque original, la pelota llegó procedente de un avión, desde donde fue lanzada por el célebre piloto Emilio Solorzano. La pelota, marca Wilson, fue proporcionada por la casa Comercial Silva y Araoz Company.

Los primeros duelos

Los planteles protagonistas de la espectacular jornada inicial fueron el local CD Hispano América y el Catalunya SC. Finalmente, el encuentro fue ganado por los de casa por la mínima y el primer gol anotado en esta cancha fue a la cuenta del jugador español Santos Colón, conocido como «Nosti».

Poco después, el 28 de abril de 1928, tuvo lugar en Campo Armada otro hito de grandes proporciones. Ese día no solo se disputó el primer encuentro nocturno del balompié en nuestro archipiélago, sino el primer partido oficial del fútbol femenino, pactado entre las secciones para damas del propio Hispano y el Centro Gallego. En aquella velada, la victoria fue para las de Campo Armada, quienes sonrieron gracias a un doblete de Josefina Nalda.

El segundo partido de la jornada fue el amistoso entre la rama masculina del Hispano y el Olimpia SC (3-2).

Sin embargo, ese momento significó, además, la inauguración de los torneos femeninos en el país, en donde jugaron por un tiempo los planteles del Hispano, Baleares, Juventud Asturiana y Centro Gallego.

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