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Sin Mundial, pero con esperanzas

La oportunidad que se le dio a un grupo de figuras dio la razón a quienes pensaban que esa podría ser una de las claves para cambiarle la cara a nuestro balompié

Autor:

Enio Echezábal Acosta

Desde que se tiene uso de razón, uno escucha hasta el hartazgo aquello de que no debe decretar jamás una victoria antes de tiempo. Celebrar de forma anticipada suele ser visto como un augurio de mala suerte y definitivamente es algo que en la práctica resulta no ser descabellado. Así todo, previo a los dos partidos que jugó la selección cubana en Guatemala, ya todos en la Isla decretaron el triunfo anticipado. Y lo mejor es que tenían razón.

Porque sí, Cuba perdió dos juegos de fútbol, el primero 0-1 ante el elenco local y el segundo por 1-2 frente a los favoritos de Curazao. Además de ese hecho que significó no poder sumar un solo punto en lo que va de la primera ronda esta eliminatoria mundialista rumbo a Catar 2022, los Leones del Caribe perdieron toda posibilidad de encabezar el grupo C y avanzar a la siguiente etapa.

Sin embargo, esa no es la sensación que queda luego de haber visto a los muchachos de Pablo Elier Sánchez dos veces sobre la cancha. Cierto es que en su debut, luego de un año sin jugar y tras la incorporación a la alineación titular de tres hombres prácticamente nuevos, la imagen ante los chapines no fue la mejor, pero se notó un gran cambio de actitud.

Cuatro días más tarde, ante los curazaleños, un plantel que se conoce de memoria y cuenta con un técnico experimentadísimo como el neerlandés Guus Hiddink, los cubanos dieron una muestra del potencial que aún está por descubrirse.

Ese día, en el estadio «Doroteo Guamuch Alonso» de la capital guatemalteca, los de la Mayor de las Antillas propusieron, dominaron y controlaron buena parte del encuentro ante quienes partían como claros favoritos. Incluso Onel Hernández, quien partió de inicio con la camiseta número 11, anotó un gol que seguramente puso de pie a un país en pleno y de paso sirvió para avivar la pasión futbolera por el combinado nacional, una que durante largo rato estuvo bastante cercana a la extinción.

La oportunidad que se le dio a un grupo de figuras dio la razón a quienes pensaban que esa podría ser una de las claves para cambiarle la cara —en más de un sentido— a nuestro balompié. La conjunción de los «nuevos»: Apezteguía, Corrales, Cavafe y Onel, junto a habituales como Arichell, Piedra, Paradela o Keko, terminó dando forma a un plantel que no debería, bajo ningún concepto, asumir sus últimas salidas al verde como un fracaso.

Claro que, si todo lo de antes fue posible, hay que señalar al profesor Sánchez como uno de los grandes «culpables». Si visión de un fútbol fresco, a tono con lo que se plantea hoy en día en los principales torneos del orbe, además de su capacidad para hacer que sus efectivos asumieran el compromiso y engranaran tan bien en el campo, son méritos que habrá que reconocerle a pesar de cualquier resultado.

 

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