Lázaro Blanco es de los pocos que suele atacar la zona de strike desde el primer pitcheo. Foto: Luis Carlos Palacios Autor: Luis Carlos Palacios Publicado: 08/10/2020 | 11:23 pm
Hace años vengo hablando de que hacemos lanzadores sin antes hacerlos jugadores de béisbol y que sepan batear; hoy los entrenamos para jugar y no juegan para aprender. En la temporada anterior se promedió por encima de ocho bases por bolas entre los dos pitchers en cada partido, y en la actual campaña esa misma media está por encima de nueve.
Es cierto que la pelota teammate es buena y bota mucho, pero el problema está en que los lanzadores sufren el «síndrome del batazo»: huyen la pelota del home plate. Lanzan de afuera hacia dentro en vez de hacerlo de adentro hacia afuera, o sea, con mucha frecuencia tiran bolas malas, alejadas del bateador para después entrar por la zona mansamente y casi avisado.
Si al descontrol de los serpentineros sumamos que algunos receptores se mueven detrás del plato reduciendo las 17 pulgadas en un alto porcentaje, es fácil comprender por qué se dan pocos strikes.
Por eso nuestros lanzadores deben aprovechar la «fórmula del siete»: tienen detrás siete compañeros para ayudarlo, un bateador bueno falla siete veces en diez turnos, encima del home play se pueden colocar siete pelotas a lo ancho y en el rectángulo comprendido como zona de strike caben 77 pelotas.
Añada que en el mundo cuando los bateadores hacen swing al primer strike, promedian apenas para .200, entonces, cuál es la razón para dar bolas, si hay más posibilidades de sacar out con ese primer pitcheo que cuando se tiran dos bolas malas para después entregar un envío noble.
La situación fuera otra si el lanzador supiera batear, lo que debemos enseñar desde edades tempranas. Estoy seguro de que así va a disminuir la cantidad de bases por bolas por juegos.
Otro elemento en el que se debe trabajar es en la selección de los pitcheos para que los bateadores no sigan conectando impunemente. Digo esto porque cuando la selección nacional juega en torneos internacionales es cuando más se sufre por esta causa y resulta imposible de la noche a la mañana hacer cambios bruscos para adaptarnos.
Nuestro béisbol es uno de los mejores del mundo y eso lo reconocen hasta expertos norteamericanos de este deporte, pero estoy convencido de que hay potencial para seguir mejorando.
(*) Entrenador de pitcheo