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Anfield, magia y fútbol

El mundo futbolero, casi en pleno, aseguraba que la gesta era imposible, pero el Liverpool nadó en contra de la fuerte corriente blaugrana

Autor:

Enio Echezábal Acosta

Los ingleses parecen tener algún gusto especial por las situaciones aparentemente insuperables. Lo demostraron en 1346 en Crécy, cuando dominaron a las huestes francesas que les superaban casi tres a uno. Igual se levantaron esa vez en que los alemanes dejaron Londres desecha en jirones de cemento y ladrillo. Anoche lo hicieron de nuevo en Anfield, por la Liga de Campeones.

El mundo futbolero, casi en pleno, aseguraba que la gesta era imposible. Que el Liverpool nadara contra la fuerte corriente blaugrana, y consiguiera remontarla, no estaba en los pronósticos. Al fin y al cabo, los tres goles de ventaja para Messi y su gente, y las ausencias de Salah, Firmino y Keita del lado local, tampoco eran buenos presagios.

Cierto es también que en materia futbolera a la gente de la ciudad de Los Beatles no les sorprende nada a estas alturas. Hace 14 años en Estambul fueron testigos de un milagro, cuando en solo un tiempo los Reds borraron una diferencia idéntica ante el Milán, y terminaron llevándose en penales su quinto trofeo del torneo de clubes más prestigioso de Europa.

Tal vez por esa razón todos empezaron a olerse algo raro cuando Divock Origi hizo el primero a siete minutos de comenzar la acción. La confirmación de la inminente catástrofe barcelonista llegó cuando Georginio Wijnaldum, sustituto del lesionado Andrew Robertson, marcó dos veces entre el 54’ y el 56’. Luego, Trent Alexander-Arnold aprovechó que los hombres de Ernesto Valverde deambulaban como zombis por el pasto, para meter un córner que Origi remató igual que si estuviera en un entrenamiento.

Lo mismo que sucedió en Roma hace más o menos 365 días, se repitió esta vez para los culés en el condado de Merseyside. El grito que fuera entonces de Kostas Manolas, se convirtió esta vez en el aullido de una parroquia roja que volvió a estar allí, para no dejar que los suyos caminaran solos hacia la victoria.

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