Rosabel Reyes, una de las promesas del nado sincronizado cubano, habla sobre sus própositos y la belleza y singularidad de su deporte. Autor: Roberto Morejón Publicado: 07/03/2018 | 08:31 pm
Una parte considerable del público masculino todavía se resiste a disfrutar de uno de los deportes más sensuales y bellos que existen. Los años pasan y los prejuicios hacia el nado sincronizado permanecen, y no creo que próximamente los hombres, en su casi totalidad, admitan contemplar una disciplina que, a decir verdad, puede seducir por sus coherentes y suaves movimientos, por su gracia genuina y por sus valores artísticos y musicalidad. Incluso, por si fuera poco, puede «venderse» a los reacios por ser un deporte que combina natación, gimnasia y danza.
Rosabel Reyes Valdés, integrante del equipo nacional cubano de este deporte, es una de las tantas deseosas de que el nado sincronizado diversifique sus adeptos. «Te digo algo, a pesar de que el nado no tenga muchos seguidores, es un deporte muy bonito, con técnicas finas, arte y mucha delicadeza; los hombres deberían apartar los prejuicios y seguirlo más», afirma la atleta camagüeyana de 17 años.
En una céntrica calle de Bayamo y refugiada en la poca sombra que le ofrecen un banco y la altitud de las ramas de un árbol, la espigada joven suda abundantemente ante cada pregunta realizada. En medio del diálogo me pide que interrumpa y confiesa su total pánico a las entrevistas, nada comparado con la profesionalidad y la soltura con que asume sus competencias en el agua.
A pesar de la timidez, relata con precisión envidiable sus nupcias tempranas con el nado sincronizado. «Estaba en un hospital visitando al padre de mi tía, y como siempre he sido una muchacha muy hiperactiva, una mujer se percató de eso y me preguntó si me gustaban los deportes. Le respondí que sí y me citó para vernos en otro momento. Fue entonces que hice las pruebas para matricular en nado y de 32 niñas que se presentaron, al final quedaron seis, entre las que estaba yo.
«Desde el primer momento lo que más me gustó fue el baile, me considero una artista dentro del agua, aunque no te voy a negar que soy una muy buena bailadora cuando salgo de la piscina. Me inicié entrenando fortísimo y en los Juegos Escolares de 2012 fui campeona nacional en el evento de dúo y de equipo. En los tres años que estuve en la categoría juvenil siempre alcancé la medalla de bronce».
El 23 de febrero de 2017 ocurrió uno de los momentos más cruciales de su corta carrera deportiva, pues ingresó a la selección nacional, y a partir de esa fecha, como afirma, podría representar las cuatro letras de su país en cualquier certamen internacional. «Es algo que siempre está en la mente de cualquier deportista», explica Rosabel, quien no pierde la oportunidad para agradecerle a su familia por el incesante apoyo y ese valioso consejo de que «para llegar lejos hay que pasar por muchos sacrificios».
Enfatiza que «de las pruebas que tiene mi deporte me gusta mucho el evento por equipos y su coreografía, porque todas, obligatoriamente, tenemos que ayudarnos para trabajar por un mismo propósito», mientras que tiene como principal ambición a corto plazo «debutar internacionalmente en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Barranquilla, pero antes mi deporte tiene que clasificar. Luego se está planificando una base de entrenamiento en México para no perder tiempo de cara a los Juegos Panamericanos el año próximo en Perú».
El evento clasificatorio para la cita regional en suelo colombiano se efectuará del 15 al 18 de marzo en la piscina Eileen Coparropa, de la Ciudad de Panamá, y se prevé la participación de más de 15 países del área, incluidas naciones con notables resultados como México y Puerto Rico.
Antes de concluir, la agramontina explica que «el nado sincronizado es una disciplina que exige explotar las potencialidades bien joven, prácticamente siendo una adolescente. Pienso que con 25 años o más ya empiezas a perder la flexibilidad, el estilo, la fuerza, por eso se buscan figuras comprendidas entre 15 y 18 años».