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Se partió la katana

El equipo de Japón, a tres outs de certificar su favoritismo en el torneo, cedió ante la novena de Corea del Sur

Autor:

Raiko Martín

La paciencia, esa virtud que caracteriza a los asiáticos, fue la perdición del equipo japonés. A tres outs de certificar su favoritismo en el torneo Premier 12, de convertirse en el primer finalista del certamen que convocó a las potencias del béisbol según el ranking de la WSBC, el mánager Hiroki Kokubo apostó todo al talento de Takahiro Norimoto y no solo perdió la mano, sino que evaporó el sueño de las miles de almas que repletaron el mítico Tokyo Dome.

El increíble aguante en el puente de mando nipón fue aprovechado muy bien por un equipo de Corea del Sur que, hasta entonces, había servido de lienzo para una obra maestra dibujada con extrema elegancia por el diestro Shohei Ohtani.

El espigado lanzador, la nueva joya del semillero donde florecieron antes estelares del calibre de Daizuke Matzuzaka, Yu Darvish, Hisashi Iwuakuma y más recientemente Masahiro Tanaka, volvió a ser demasiado para la siempre peligrosa artillería sudcoreana. Esta vez, a base de rectas que coquetearon con las 100 millas por hora, mezcladas con rompimientos de exactitud quirúrgica, tejieron una actuación impecable: apenas un hit, este a la altura del séptimo capítulo; solo dos corredores lograron anclarle en la inicial —el otro por un pelotazo— pero ninguno de ellos logró avanzar una base más. en total, fueron 11 los que vieron cantar el tercer strike, sin más remedio que la resignación.

Ohtani ya había mostrado su poder en la inauguración del certamen, precisamente frente al mismo rival. Y sumadas ambas actuaciones, sus numeritos parecen sacados de otra galaxia: 13 innings de faena, 21 ponches repartidos, y solo tres imparables permitidos con dos boletos.

En el octavo episodio, y con ventaja de 3-0, el mando anfitrión optó por Norimoto —un abridor natural— para continuar el trayecto. Este retiró el inning sin contratiempos, y todos pensamos que quedaba la escena lista para que llegara uno de los habituales taponeros a cerrar el lazo. Todos menos Kokubo, quien renegó del librito y mantuvo en el dique seco a hombre de probada efectividad en estos menesteres. Todos en Japón deben estar preguntándose qué llevó al timonel a tomar esa decisión, pero lo cierto es que debe haber sido una de las peores de su trayectoria.

Tres hits consecutivos, entre ellos el doble de Keunwoo Jeong, rompieron la posible lechada, pero solo después del pelotazo a Yongkyu Lee se agotó la paciencia del estratega anfitrión. Un boleto del relevista Yuki Matsui forzó la segunda anotación y dejó la escena lista para el decisivo doble del estelar Dae Ho Lee frente al rescatista Hirotoshi Masui, que puso el imborrable 4-3 en el pizarrón y selló una de las remontadas más épicas que se hayan visto en torneos de selecciones nacionales.

De esa forma, el batallador equipo de Corea del Sur enfrentará en la final del torneo al vencedor del otro duelo semifinal, que al amanecer de hoy en nuestro archipiélago sostenían las novenas de Estados Unidos y México.

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