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El sabor de nuestro vino

La 97 edición del Campeonato Nacional del fútbol cubano comienza a bajar sus cortinas con la sensación de que, a pesar del esfuerzo de todos sus protagonistas, quedan algunas asignaturas pendientes por superar

Autor:

Raiko Martín

Sin ánimos de estériles comparaciones últimamente de moda, no se puede dejar de reconocer que ningún deporte en nuestro país ha logrado transitar casi un siglo de torneos organizados. Esta idea aflora cuando se acerca la hora de cerrar la 97 edición del Campeonato Nacional del fútbol cubano, un torneo que año tras año es seguido a lo largo de la Isla, aunque no por todos aquellos a los que les gustaría sumarse a cada una de sus convocatorias.

Ni las autoridades del más universal de los deportes en nuestro país, ni quienes dedicamos parte de nuestro trabajo a seguir sus interioridades, y mucho menos los fieles aficionados del fútbol cubano están conformes con las vías para definir el mejor equipo cubano de cada temporada.

Pero, lamentablemente, las actuales circunstancias económicas no permiten ir más allá de las dos divisiones, las 14 jornadas para cada equipo, y otras cuatro para aquellos que logren pasar la frontera de la postemporada.

No se puede eludir esa perspectiva para analizar entonces una competencia incomparable, desde cualquier punto de vista, con sus pares. Sin embargo, después de poco más de tres meses de acción y sin conocer aún el final de la historia, intentaré hacer una rápida radiografía del proceso.

Desde el despacho

La organización de este tipo de torneo, aun con su efímera cantidad de partidos, es siempre complicada. El buen desenlace depende en gran medida de la precisión en los movimientos de equipos, árbitros y federativos, su alimentación y hospedaje, y la creación de todo un andamiaje logístico de apoyo que incluye, entre otros aspectos, atención médica y seguridad en los escenarios.

En comparación con ediciones anteriores, en las que no faltaban demoras e incluso partidos definidos por la no presentación de uno de los rivales, esta versión del certamen ha evolucionado favorablemente. Mas el objetivo será lograr que esas situaciones no sucedan nunca.

Otro aspecto en que se ha crecido, pero no lo suficiente, es en la calidad de las actuaciones arbitrales. Durante los últimos años ha aumentado el prestigio de los colegiados del patio, invitados cada vez más a impartir justicia en torneos regionales de importancia. Sin embargo, una sola desafortunada decisión o la imposibilidad de guiar por el buen camino un partido, siempre será una mancha que sobresaldrá por encima de muchas buenas intenciones.

En cuanto al estado de las canchas y la uniformidad de los equipos existen kilómetros por recorrer. Lo primero, muchas veces depende de los recursos materiales, pero siempre se podrá acudir a alternativas más o menos satisfactorias.

Lo segundo ha quedado en la voluntariedad de los propios equipos, ante la baja calidad y funcionalidad, así como el poco atractivo de los diseños del vestuario. Así, vemos cada año una identidad diferente, y eso hay que resolverlo para que en lo adelante los villaclareños sigan siendo «naranjas», y los capitalinos puedan adoptar su actual nombre sobre la camiseta.

Más preocupante sigue siendo la divulgación del torneo. No son pocos los comentarios que llegan a esta redacción de apasionados amantes del fútbol clamando por la posibilidad de ver, al menos de forma diferida, algunos de los partidos del campeonato. Quieren conocer de primera mano, además del nombre, la cara del guantanamero Alexei Zuaznábar o cómo maneja el balón el capitalino Maikel Chang, por citar dos ejemplos. Y eso solo sucede si alguno de ellos es convocado a la selección nacional, y si esta disputa algún partido en casa.

En ese sentido faltaría aunar voluntades y estrechar vínculos entre los organizadores y quienes definen la política de transmisión de eventos deportivos en el país. Ello se ha logrado en otros torneos como la Liga Superior de Baloncesto.

Sobre la cancha

Lo visto sobre las canchas del país no deja margen a la duda sobre las actuales potencias del fútbol en Cuba. Villa Clara, máxima ganadora de estos torneos, volvió a demostrar su poderío, y junto a ella se mantienen en el pelotón de vanguardia equipos como Camagüey y Guantánamo, también animadores de las más recientes postemporadas.

La gran sorpresa del certamen fue la selección de Granma, quien escaló desde el Torneo de Ascenso hacia la división élite y, ya instalada en ella, dio suficiente guerra como para llegar hasta la fase semifinal.

Esta vez tanto el equipo de la capital como el de Ciego de Ávila —apenas ganaron cuatro y tres veces, respectivamente—, quedaron en deuda con una afición que siempre se acostumbró al protagonismo de sus jugadores en los partidos decisivos.

Para Cienfuegos, que logró mantener la categoría, la campaña fue una prueba de que aún no está listo para retornar a los planos estelares, mientras que la cosecha del equipo de Las Tunas menguó con respecto a la edición precedente, y no pudo escapar del frío sótano.

En el plano individual, merece los aplausos el liderazgo goleador de Zuaznábar (10) que pudiera justificar un llamado a filas de la próxima preselección nacional. Para el villaclareño Roberto Linares (8) y el guantanamero Aliannis Urgellés (6) también constituyó esta una fructífera campaña, que fue discreta para figuras como el capitalino Jaine Colomé y los avileños Sander Fernández y Alain Cervantes, entre otros.

Sin embargo, absolutamente todos los que se calzaron los tacos para dar vida al torneo, se ganaron el respeto y la consideración de quienes siguen el fútbol cubano.

Ellos han contribuido con su esfuerzo y su actitud a que el torneo baje sus cortinas sin esas graves indisciplinas que motivaban desagradables sanciones. Esperamos que en los próximos partidos no cambie el panorama.

Así, solo falta saber hacia qué lado se inclina la balanza. Y después, a pensar cómo mejorar, en la medida de lo posible, la próxima temporada.

Tintura de naranja

Todo parece indicar que la corona del fútbol cubano no se mudará de vitrina, pues los vigentes monarcas de Villa Clara la pusieron a buen recaudo con un triunfo de 3-0 sobre Camagüey en el partido de ida de la final, celebrado este sábado.

El llamado «Expreso del Centro» rodó sin problemas sobre el césped del Patricio Lumumba agramontino, gracias a los goles anotados por Roberto Linares (minutos 42 y 72) y Francisco Salazar (90+2). Ahora, a los dirigidos por Ariel Álvarez les bastará un empate el próximo sábado en su cuartel general de Zulueta para mantenerse en el trono.

En la otra serie que define el ganador de las preseas de bronce, Granma venció 2-1 a Guantánamo con goles de Félix Guerra (minuto 40, penal) y Yasniel La Rosa (90+2). Por los del Guaso marcó Yoandi Vázquez (33).

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