Aunque ha tenido sus desencuentros con las autoridades mundiales que luchan contra el dopaje, la FIFA se declara interesada y lista para desenmascarar cualquier infracción de este tipo durante la venidera cita mundialista.
Según lo previsto, en Sudáfrica se harán 256 análisis antidoping, pues se controlarán a dos jugadores seleccionados de forma aleatoria de cada equipo durante los 64 partidos.
Para ello ya funciona en la sede un laboratorio equipado con la más moderna tecnología capaz de detectar cualquier sustancia ingerida por los jugadores durante los últimos diez meses, y de llegar a resultados en un solo día.
Los especialistas tendrán a su disposición un cromatógrafo de gases que separa e identifica uno por uno cada componente de las muestras de orina, y un equipo similar para líquidos que se utilizará para identificar elementos que no resisten el proceso de vaporización.
Varios futbolistas han dado positivo a estos controles en mundiales, pero ninguno tuvo la relevancia del caso de Diego Armando Maradona —ahora técnico de Argentina—, quien abandonó la cita de Estados Unidos 1994 cuando se le detectó el consumo de una sustancia prohibida.
El primer caso de dopaje en mundiales se remonta a la edición de Alemania 1974, cuando el análisis del haitiano Ernst Jean-Joseph dio positivo después de un partido que su equipo perdió por 1-3 ante la representación de Italia.
Temeroso por las represalias que sufriría al regreso a su país, Jean-Joseph pidió asilo político y desapareció misteriosamente, aunque no se sabe si fueron los esbirros del dictador Jean Claude Duvalier quienes lo pusieron «fuera de juego».
Pero no es el dopaje la única trampa que puede verse dentro de las canchas mundialistas. Aunque oficialmente nunca se ha reconocido, abundan las dudas sobre la polémica goleada de los argentinos sobre Perú que dejó a Brasil fuera de la versión de Argentina 1978, o el mínimo triunfo de Alemania sobre Austria que marginó a los argelinos en España 1982, y que fue bautizado como el «Pacto del Molinón».
El fantasma de los complot se renovó hace unos días cuando David Triesman, ex presidente de la federación inglesa, acusó a España y Rusia de un acuerdo para arreglar partidos del venidero Mundial. La Comisión de Ética de la FIFA investigó y cerró el caso sin castigos, aunque Triesman abandonó su cargo tras el incidente.
Esperemos entonces que el mundial sudafricano, que hoy conocerá oficialmente a sus 763 jugadores, haya quedado libre de cualquier duda.