Sorprendió un poco la más reciente victoria cubana, en cinco sets sobre Egipto, durante la tercera jornada de la Copa de Campeones de voleibol, con sede en Japón. Sin embargo, este resultado es otra prueba de que el torneo tiene una gran calidad y que la Federación Internacional estaba en lo cierto cuando le cursó la invitación a los «Faraones».
Los africanos vendieron cara su derrota, tal y como lo han hecho durante sus presentaciones previas. Hasta el momento de redactar estas líneas, cinco de los nueve desafíos disputados en el certamen se han ido a tie break.
Muy bien le ha venido a la escuadra cubana clasificar para esta justa, de donde saldrá con mayor experiencia y sabiéndose entre las «grandes» del planeta por justificadas razones.
La derrota ante Brasil en cinco sets demostró que estamos ahí mismo. Cada equipo consiguió nueve bloqueos y Cuba fue mejor desde la línea de servicios, doblando los cuatro puntos directos marcados por los sudamericanos.
Las diferencias estuvieron en esa concentración que aún se echa de menos en los instantes decisivos, y en el peso que ejercen hombres con tantas horas de cancha como Giba o Murilo Endres, siempre estables en su desempeño y responsables de los puntos definitorios.
Ganarle después a los polacos, compañeros de grupo en la próxima Liga Mundial, es otro mérito para tener en cuenta. Frente a ellos emergió el mejor Roberlandy Simón, sin dudas uno de los mejores jugadores centrales en la actualidad.
Su buen desempeño, como el del jovencito Wilfredo León, es ya indispensable para que el equipo cubano ruede sobre rieles.
Hasta ahora, León es tercero entre los anotadores (53), tres peldaños por delante de Simón (32). Pero este último encabeza el servicio (11 «aces») y el bloqueo (15).
Al cierre de esta edición, los cubanos enfrentaban en Nagoya a unos anfitriones que marchaban invictos y tenían grandes aspiraciones.