Vera será el abridor cubano este viernes ante Panamá. Autor: Ricardo López Hevia Publicado: 21/09/2017 | 04:51 pm
NETTUNO.— Después de mucho andar, la Copa del Mundo de béisbol terminará hoy en esta ciudad con la esperada final entre Cuba y Estados Unidos. Según anunciaron los organizadores, el partido será transmitido por la cadena Mayor League Baseball a más de 150 países.
El derecho Norge Luis Vera llevará sobre sus hombros la enorme responsabilidad de frenar al equipo estadounidense, cuyas 13 victorias consecutivas lo avalan como favorito para revalidar el título. Si logra imponerse, el santiaguero estará entre los candidatos para ser seleccionado el Jugador Más Valioso del torneo (MVP, por sus siglas en inglés), un galardón al que aspira también el granmense Alfredo Despaigne.
Este último ya implantó un récord de diez jonrones y ha sido la sensación de la zigzagueante ofensiva cubana, aunque Héctor Olivera aparece ahora con un average superior (ver tabla anexa).
Las estadísticas confirman algo que todos sabemos: nuestros bateadores se han quedado por debajo en el evento. Quizá este domingo den vuelta a la página y machaquen al pitcheo estadounidense, pero de todas formas habrá que mirarse de nuevo en el espejo, y descubrir dónde están los lunares.
Sería un error minimizar el análisis, aunque logremos la medalla de oro, porque las mieles del triunfo no borrarían el desencanto del II Clásico Mundial. El béisbol es la pasión de los cubanos y ya sabemos cuánto nos atormentan ciertas heridas de amor.
La afición espera ansiosamente el inicio de la próxima Serie Nacional, pues entonces sabremos si se concretan los cambios prometidos. De momento, como fieles amantes, dejemos la puerta abierta.
Récords y matices
Aunque muchos pensaron que la sombra del II Clásico Mundial atentaría contra esta Copa, el evento logró sobrevivir con resultados palpables. En primer lugar, se juntaron 22 países, algo inédito hasta ahora, y el béisbol paseó por Europa como solo el fútbol hubiera hecho en otros tiempos.
El esfuerzo se concretó después que el Comité Olímpico Internacional vetara la presencia del béisbol en los Juegos estivales de 2016, y en los siguientes, pero quedará registrado para la historia. Sobre todo, porque compitió en tiempo y espacio con las eliminatorias europeas para el mundial de fútbol, y los campeonatos continentales de baloncesto y voleibol.
He leído opiniones que critican la presencia de algunos países con poca o ninguna tradición beisbolera, como República Checa, Alemania, Suecia, Croacia, Gran Bretaña y España, pero todos ellos trajeron a sus mejores peloteros y contribuyeron al espectáculo.
Al principio, también se cuestionó la universalidad del mundial de fútbol, desestimando a las naciones africanas y asiáticas. En cambio, hoy estamos a las puertas de la primera Copa organizada en el llamado continente negro, y equipos como Camerún, Nigeria, Ghana o Costa de Marfil, tienen un espacio entre los grandes.
Así, parece que el béisbol ya resolvió sus problemas de difusión, aunque le queda pendiente el mayor de todos: atraer a las grandes estrellas. Esta vez, a la tradicional conspiración de las Organizaciones de Grandes Ligas contra los eventos organizados por la Federación Internacional de Béisbol (IBAF, por sus siglas en inglés), se sumó el desplante de los «tigres» asiáticos, Japón y Corea del Sur.
Ambos países trajeron selecciones muy jóvenes, que rozaron con el ridículo. Mejor le fue a Taipei de China, pero su béisbol lleva algunos años estancado, y les costará trabajo regresar a las medallas en torneos internacionales.
En cambio, los equipos de América sí fueron competitivos, aunque es cierto que pudieron armarse selecciones de mayor calidad. Sin embargo, vinieron peloteros con oficio, muchos de ellos con posibilidades de comenzar o volver a Grandes Ligas.
Puerto Rico, por ejemplo, trajo una banda de respeto, cuyo gran problema fue que no tuvo tiempo de juntarse para entrenar antes del torneo. Por su parte, a Venezuela le faltó disciplina, en tanto México y Nicaragua desfallecieron en la carretera. Ahí flaquearon igualmente otros buenos conjuntos como Canadá, Australia y Holanda.
Sucede que hubo demasiado «traqueteo» en estos 19 días. Ilustraré mi análisis a continuación con el caso del equipo cubano, al que seguimos desde su partida.
Primero, el viaje hasta Barcelona, donde se jugaron tres partidos en un clima cálido. Luego vino el traslado a Holanda, con asiento en la ciudad de Haarlem, pero movimientos continuos hacia Ámsterdam y Róterdam.
En tierras holandesas se disputaron siete juegos y las bajas temperaturas fueron una constante. Finalmente, llegó la última escala en Italia, donde calor y frío andan de la mano por estos días.
Pero aquí las distancias a recorrer son mayores, entre 200 y 300 kilómetros entre una ciudad y otra. Ello sin incluir la lejana Messina, a donde hay que viajar en avión.
Según los técnicos cubanos, resulta difícil preparar un partido importante, que se jugará a las ocho de la noche, cuando el equipo debe salir del hotel desde las dos de la tarde. Los atletas necesitan descansar y demasiados movimientos son contraproducentes, tanto para su estabilidad psicológica como física. Quizá por ello han abundado los catarros aquí.
De tal manera, llegar a la gran final fue más difícil ahora que en otros torneos. Pero todo ello ya es historia pasada, cuando queda solo un paso para la gloria. Es como el día de la graduación o el matrimonio. ¡Allá va eso!
Canadá se llevó el bronce
En definitiva, Canadá superó anoche a Puerto Rico, seis carreras por dos, y se quedó con la medalla de bronce. Los norteños batearon nueve hits, incluyendo un jonrón de su cuarte bate, Jimmy Van Ostrand.
Asimismo, Australia batió 4-1 a Holanda y terminó en quinto lugar. Por el séptimo puesto, Venezuela venció 6-3 a Taipei de China.