Las nuevas medidas buscan eliminar evasiones como las del danés Rasmusen en el Tour de 2007 La Unión Ciclística Internacional (UCI) lanzó una carrera contrarreloj para implantar, según lo previsto, el pasaporte sanguíneo a casi 700 corredores desde el primer semestre de 2008, como una medida para poner freno a los frecuentes escándalos de dopaje en esta especialidad.
La reunión de París, a finales de octubre, propició el acuerdo —sin aportar muchos detalles— sobre cuestiones operacionales, entre ellas la entrada en vigor del documento a partir del primer día de 2008, y su obligatoriedad para todos los corredores participantes en el Tour de Francia.
Más allá del pulso entre Pat McQuaid y Dick Pound, presidentes enemigos de la UCI y de la Agencia Mundial Antidopaje (AMA), el novedoso método llega con algunas diferencias en las opiniones de ambos organismos sobre cuestiones relacionadas con la función represiva del pasaporte, los parámetros sanguíneos a tener en cuenta para su confección, el número de muestras requeridas, o la necesidad de un período de prueba.
Tras dos meses de debate y dos reuniones del grupo de trabajo (nueve expertos de la UCI, de AMA y del Ministerio de Salud, Juventud y Deportes de Francia), es posible llegar a un consenso sobre el tema, según Anne Gripper, responsable de la política antidopaje de la UCI.
Antes del Tour de Francia, la UCI tiene previsto tomar y analizar 4 200 muestras sanguíneas, con lo cual se superarán en unos meses las 3 700 que se tomaron en 2007. En los 12 meses de 2008, los responsables de la organización rectora del ciclismo mundial planean contar con 12 muestras de cada corredor, lo que elevaría la cifra total de controles a 8 400.
Para practicarlos en condiciones satisfactorias —controles sorpresa, fuera de competición, a horas estables (sobre las 7:00 de la mañana)—, la UCI deberá disponer de datos puntuales sobre la localización del ciclista y el empleo de su tiempo.
Cuando quedan unos días para el nacimiento del nuevo sistema, Gripper reconoce que hay problemas para obtener informaciones de los 700 corredores, a pesar de la reciente adopción del programa ADAMS, impulsado por la AMA, y del aumento de efectivos del equipo antidopaje, que pasa de seis a 11 personas.
El programa ADAMS, que reunirá datos de todas las organizaciones antidopaje nacionales, tendrá además como objetivo evitar irregularidades como las que permitieron al danés Michael Rasmussen tomar la salida en el Tour de Francia de 2007, a pesar de haber evadido varios controles.
Una vez que se supere el problema de la localización e información de los 700 ciclistas, la UCI tendrá que afrontar también el asunto de la financiación, uno de los puntos más difusos dentro del proyecto.
En lo referente a las sanciones, también hay discrepancias entre los expertos y científicos consultados, ya que algunos de ellos dudan de la eficacia de las interpretaciones de posibles «anomalías», y solicitan que se establezca un plazo inicial a modo de prueba.