Legna exhibe satisfecha su medalla de oro en Sydney 2000. Foto: Juan Moreno
HOLGUÍN.— Sin saber qué era un yuko o un ippon, Legna Verdecia Rodríguez se anotó para ir al gimnasio de la academia de Fleita, en la salida de San Andrés, en 1985. Sí, porque ella no nació en esta ciudad como muchos piensan, sino en Manzanillo, Granma, el 29 de octubre de 1975. Lo que pasa es que al año siguiente se mudó con sus padres para esta provincia.«Me embullé al ver al entrenador Alberto Rodríguez buscando muchachas que se quisieran apuntar», me cuenta la campeona olímpica y mundial.
«En ese momento no sabía lo que era el judo. Me apunté también porque siempre me gustó estar en algo, he sido una persona muy «hiperactiva» y me gustaba mucho participar en la educación física y en todas las actividades que se hacían en mi barrio. Era muy ganadora», añade.
Recuerda que por su dedicación al entrenamiento y su aprendizaje, a los seis meses la captaron para la EIDE Pedro Díaz Coello y poco después ganó su primera medalla de oro, al debutar en los Juegos Escolares Nacionales, en Camagüey. Tenía entonces 13 años de edad.
Nuestro encuentro tiene lugar en presencia de su esposo Javier Rodríguez, integrante del colectivo técnico que dirige el renombrado profesor Ronaldo Veitía (el Gordo), del que ella también ha pasado a formar parte, unas horas antes de su adiós oficial a las competencias sobre el tatami, que tendrá lugar este martes.
—¿Realizada?
—Creo que como atleta me esforcé al máximo y los resultados así lo demuestran, aunque siempre se puede hacer mejor las cosas. Ahora comienza otra etapa, la de transmitir mis experiencias y seguir preparándome, pero desde otros puntos de vista.
—¿Qué momento de tu carrera recuerdas con más alegría?
—Cuando gané mi medalla de oro en Sydney 2000. Era lo que más deseaba y se cumplió, aunque fue una meta bastante «dura»; pero cuando uno quiere y se sacrifica por algo, el triunfo llega.
—¿Puedes hablar de los días tristes?
—A estas alturas sí. Nunca se me olvidará, por ejemplo, que en los Juegos Olímpicos de Barcelona ’92 el pronóstico era obtener una medalla y por un error táctico mío no pude estar en el podio de premiaciones. Fue muy duro, lloré muchísimo. Tuve que aguantar la descarga de mis entrenadores por no hacer lo que se me orientó. Y por no cumplir fui sustituida como capitana del equipo ese año.
—¿A qué atribuyes tu constante combatividad sobre el tatami aun en momentos en que tenías clara ventaja en el marcador?
—Ese es un rasgo de mi personalidad, aunque no son pocos los que me dicen, después de conocerme, que existía en mí una transformación cuando me subía al tatami, pues fuera de las competencias soy una persona muy dócil.
—¿Cuál fue tu rival más incómoda?
—La argentina Carolina Marináis, pues ella tenía un estilo de competir parecido al mío y se me hacían difíciles los combates. Además, nos conocíamos muy bien las dos y en cualquier torneo nos encontrábamos.
—¿Si regresaras a la niñez volverías a ser deportista?
—Seguro que sí.
—¿Y te gustaría que tus hijos fueran también atletas?
—Me gustaría que practicaran deportes, pues es una actividad muy sana. Pero eso dependerá de ellos, de sus gustos; no les impondré nada, pues a mí nadie me forzó a seguir mi camino. Eso sí, trataré sobre todas las cosas de educarlos bien e inculcarles conductas acordes con los principios de nuestra sociedad.
—¿Qué les sugerirías a las muchachas que hoy comienzan?
—Que para llegar a ser grandes atletas deben entregarse con amor a lo que les gusta, dedicarle mucho tiempo, ser muy disciplinadas y tener mucha voluntad y deseos de llegar.
—¿Vislumbras a alguna nueva Legna, con la misma tenacidad y estilo agresivo?
—Yanet Bermoy, de los 48 kilogramos. Tiene solo 18 años y ya es campeona mundial juvenil y de mayores; es muy combativa.
—¿Cuál será tu futuro cercano?
—Quisiera ser una gran entrenadora, como todos en el colectivo pedagógico del judo femenino, en especial Ronaldo Veitía, al cual he considerado siempre como un padre. A ellos y a él les debo no solo estos grandes resultados deportivos, sino una gran parte de mi formación fuera de los tatamis.
PALMARÉSEntre los más importantes premios de Legna aparecen una medalla de oro y otra de bronce en Juegos Olímpicos, un par de títulos mundiales —en la categoría juvenil y en la de adultos—, además de una presea de plata y un trío de bronce a ese nivel.
También atesora tres pergaminos dorados en igual cantidad de copas del orbe y un oro, una plata y dos bronces en Juegos Mundiales Universitarios. Igualmente «bateó de tres-tres» en Juegos Panamericanos y Centrocaribeños, y consiguió cinco primeros lugares, un segundo y un tercero en campeonatos continentales.
En cinco comparecencias en la afamada Copa Fukuoka acumuló dos máximos premios y dos subtítulos, y en ocho incursiones en el prestigioso torneo Villa de París se llevó la corona cuatro veces, con tres platas y un bronce.
Y en campeonatos nacionales debutó con bronce en 1987, pero se adueñó del cetro consecutivamente en los restantes 12 en que participó hasta el año 2000.