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Andrés Carrillo (izquierda) «acarició» la medalla de oro. Foto: Juan Moreno Con las espadas de Andrés Carrillo y Guillermo Madrigal, y con el florete de Ariagne Ribot, Cuba ensartó sendas medallas de plata y bronce, respectivamente, durante la última jornada de competencias individuales en el campeonato panamericano de esgrima, que tuvo por sede a la ciudad venezolana de Valencia.
Según reportes de la prensa local, Carrillo, quien en julio pasado se proclamó campeón centroamericano en Cartagena de Indias, venció en semifinales al chileno París Inostroza (15-10), pero luego cedió por la mínima (12-11) en el asalto decisivo ante el canadiense Igor Tikhomirov.
Así, Tikhomirov se encargó de aguarnos toda la fiesta, pues antes derrotó con autoridad a Madrigal (15-9) en la antesala de la final.
Sin embargo, Madrigal eliminó en octavos de final al venezolano Rubén Limardo (15-12), quien apenas dos días antes había liderado la eliminatoria para los Juegos Panamericanos del próximo año, lo cual reafirma mi tesis —tiene muchos detractores— de que en este deporte es muy difícil ganar dos torneos seguidos.
Además, sobre la pista del gimnasio Ricardo Pérez Castro, de la Universidad de Carabobo, el estadounidense Iván Lee se coronó en sable masculino, venciendo sensacionalmente en el epílogo a su compatriota Jason Rogers (15-14). El tercer peldaño lo completaron el local Carlos Bravo, monarca centrocaribeño, y James Williams, también de Estados Unidos, país que hizo el uno-dos-tres en esta arma en ambos sexos.
Y la representación de las barras y las estrellas ganó también en florete femenino, esta vez por intermedio de Emily Cross, quien dejó en plata a la venezolana Yulitza Suárez (15-8).
Por cierto, fue Yulitza quien eliminó a la santiaguera Ribot en semifinales, en un asalto extremadamente cerrado (15-13). La morocha Mariana González acaparó el otro bronce.
Al cierre de esta página se efectuaban las competencias por equipos en las tres armas.
