En el mano a mano defensivo, Cuba hizo bien las cosas en el partido. Pero no fue suficiente. Foto: Armando Hernández
Se acabó. Las dos coronas de los Campeonatos Mundiales Juveniles más recientes, los de 2002 y 2004, reposan sin relevo en las vitrinas de los peloteros cubanos.Ahora le damos vueltas a la noria, que si el sistema de muerte súbita es injusto, que si perdimos las medallas a pesar de ganar más partidos que los demás concursantes, sin percatarnos –o sin querer hacerlo— de que en alguna ocasión aquella fórmula benefició a jugadores criollos, y que ella regía cuando aceptamos ser la sede de la lid de 2006.
El norteamericano Blake Beavan, un lanzador derecho de portentosas cualidades, limitó a los cubanos a siete hits, pero cuatro de esos batazos se adormilaron dentro del cuadro. Por añadidura, varios de los 11 ponches que propinó el gigantón hicieron estragos en toleteros del patio incapaces de mover sus bates en busca de la pelota.
«Para vencer a cualquier selección de Cuba hay que realizar un juego perfecto, ellos saben sacar provecho de las debilidades de sus rivales», me dijo el piloto norteamericano, Jason Hisey. Y agregó que «mis muchachos salieron a tratar de tú por tú a los cubanos y esa fue la clave del éxito».
Beavan, opinan los expertos, hizo ante Cuba un pitcheo de orfebre y dominó con precisión milimétrica las dos mitades de la goma. En otras palabras, tenía a sus rivales en la palma de la mano.
Es verdad que solamente en una entrada retiró a los tres bateadores, pero fue precisamente en la séptima, minutos después de que Matt Domínguez le concediera una ventaja de 3-0 con su cuadrangular. Domínguez, con asombrosa frialdad, dio un buen batazo de foul, mejoró en pocos segundos su conteo de 0-2 a 3-2, y finalmente descargó su telúrico batazo en contra del relevista Vladimir García.
Un episodio más tarde, los anfitriones tuvieron a dos corredores en las bases, pero Carlos Mesa vio pasar el tercer strike y Yoquey Pérez elevó la Mizuno dentro del infield.
VICIEDO, SOMETIDO
Hubo, tal vez, otra clave dentro del partido. Mike Moustakas, jardinero izquierdo de los ganadores, se desplazó paralelamente a las bardas, saltó como un felino y degolló un jonrón de Dayan Viciedo, en el tercer acto y con un antillano en circulación.
Era el último out del inning y el banco estadounidense se vació para recibir a Moustakas, para pronunciar frases ininteligibles a los oídos del tercer bate del patio. No solo entonces Viciedo perdió la compostura, también lo hizo cuando Beavan le despachó un lanzamiento por detrás de la espalda.
El serpentinero de seis pies y seis pulgadas (205 libras de peso) fue apercibido entonces por el árbitro principal, y no volvió a «equivocarse» en el resto del choque, no empleó más pelotas maliciosas. Viciedo, en cambio, quedó bloqueado mentalmente en sus restantes turnos.
LA DEFENSA
En el mano a mano defensivo, y a contrapelo de lo que había constituido su tónica, Cuba hizo bien las cosas y ofreció también una joya en el terreno.
En el quinto acto, el norteño Víctor Sánchez fue golpeado por un lanzamiento y Matt Newman disparó doble al left center, pero Sánchez fue fulminado en la goma, de Carlos Mesa a Viciedo a Julio César Ramírez.
Y ahora que se han corrido las cortinas –que nadie se engañe, el Mundial perdió su encanto—, ¿cuál es el futuro de nuestros juveniles?
Hay que hurgar en cada municipio y conducir a los muchachos, que aquí los peloteros se dan silvestres.
Queda, en lo anecdótico, el hecho de que Juan Yasser Serrano, vencedor 2-1 hace un año de los estadounidenses, durante el Campeonato Panamericano de Villahermosa, México, perdió esta vez la partida. Se le presentó, sin capucha, un verdugo de 17 años, de apellido Beavan, a quien —tal vez—, enfrentaremos nuevamente dentro de 12 meses.
Por el quinto
Una lechada a dos manos –las de Alberto Soto y Aroldis Chapman—guió a Cuba sobre Holanda, ocho carreras por cero en el estadio avileño José Ramón Cepero, y los criollos se encaminan a la quinta plaza del Mundial.
Soto, el abridor antillano, ponchó a 11 rivales, y el zurdo relevista a otros tres; tanto Leonis Martín como Darián González remolcaron a dos compañeros y Pavel Quesada pegó de cinco-cuatro.
Totales: CUB (8-16-1), HOL (0-8-1). Ganó: Alberto Soto (2-0). Perdió: Kevin Heijstek (0-1).
Otro juego entre descartados del podio se tradujo en el éxito de Italia, 8-0 a expensas de la República Sudafricana.
Totales: RSA (0-4-2), ITA (8-5-1). Ganó: Mateo D’Angelo (1-0). Perdió: Jared Elario (0-2). HR: Alex Liddi (2).
CANADÁ A SEMIFINALES
En el choque de cuartos de final pendiente por las lluvias, Canadá hizo desaparecer a Panamá, 5-3; los del Canal contaron con lastimosa ofensiva, un hit del torpedero Rubén Tejada.
El batazo fuera del límite firmado por Kyle Orr –con un hombre en los senderos— fue decisivo; el tercer relevista de los Grandes Lagos abanicó a cinco itsmeños en 5,1 episodios.
Totales: PAN (3-1-1), CAN (5-9-2). Ganó: Drew Parker (1-0). Perdió: Randall Delgado (1-1). HR: Kyle Orr
Al cierre de esta página, Estados Unidos venció 8-2 a México y aseguró una plaza en la final por el oro, el miércoles. El otro cupo lo dilucidan hoy Corea del Sur y Canadá.