Deon Williams se robó un pavo de seis kilos. El carnicero advirtió el monumental bulto en sus pantalones y, por supuesto, lo siguió hasta la puerta para exigirle al caco la devolución del ave. Hubiera sido diferente si William no hubiera pecado de tonto: se sacó el pavo de los pantalones e intentó golpear al carnicero. «Yo no lo hice», declaró el muchacho. Pero tenía las manos en la masa.