Cuando de ser creativo se trate, seguro hay que contar con el sueco Stanislaw Muchy, de 39 años, un imaginativo ladrón que encontró la forma perfecta para entrar a robar en empresas sin ser advertido: se enviaba a sí mismo por correo postal.
Una vez dentro del comercio, esperaba a que el último empleado se hubiera retirado para salir de la caja y echarse en el bolsillo cuanta cosa de valor encontraba.
Pero… al inteligente Munchy le faltó lealtad. Su cómplice, el encargado de llevar el paquete, lo delató a la policía cuando el jefe caco no quiso compartir la mitad del producto de la última fechoría.