Skalappelus, un joven abandonado por su esposa, perdió la cabeza y decidió quitarse también la vida, dejándose caer desde lo alto de un poste del alumbrado. Solo que, al llegar arriba, repensó su decisión… lo que dio tiempo al vecindario para llamar a los bomberos. Al final, el estado depresivo lo sufrió el barrio griego donde vive el despechado. Para evitarle más peligros, los uniformados desconectaron el tendido eléctrico hasta que, con el uso de altoparlantes, una psicóloga convenció al suicida de que su mujer podía volver a amarlo.