Su partida deja en la memoria de los suyos y del público una huella irremplazable Autor: Juventud Rebelde Publicado: 10/11/2024 | 11:46 am
Con el fallecimiento de Inima Fuentes, se apaga una de las voces más valientes y polifacéticas del teatro y el cine cubano, una artista cuya vida se construyó sobre la entrega y la pasión por la interpretación.
Graduada del Instituto Superior de Arte, Inima supo desde sus inicios conquistar un lugar destacado en la escena cultural, con una carrera marcada por la excelencia y un amplio espectro de capacidades artísticas. Su debut profesional en la obra La mujer de carne y leche fue un verdadero acontecimiento; su interpretación en esta pieza sobre la violencia de género le valió el reconocimiento del público y una ovación que, aun a sus 22 años, ya predecía su estatura artística. En cada función, su intensidad y dedicación quedaban en evidencia, iniciando así una trayectoria comprometida con causas sociales relevantes que acompañarían toda su carrera.
En cine, Inima también dejó una huella especial en El Aniversario, cortometraje de Patricia Ramos, donde fue mucho más que actriz; colaboró como asistente de dirección, a cargo del vestuario y de la producción de locaciones. Esta ética de trabajo integral la llevó a repetir con Ramos como asistente de producción en la película Una noche con los Rolling Stones, donde su presencia en cada detalle demostró el alcance de su talento. Con cada proyecto, Inima abordaba no solo la interpretación, sino todo el espectro creativo, haciendo de cada obra una expresión completa de sus capacidades.
Su capacidad de encarnar personajes de una manera honesta y visceral también brilló en la miniserie Helena y Andrómaca, de la serie Troyanas. Este proyecto multimedia en YouTube, dirigido por Ámbar Carralero, explora los estereotipos de género y muestra la profundidad de los conflictos internos femeninos a través de monólogos en formato audiovisual. Inima logró transmitir con una honestidad desgarradora la complejidad de vivir con una enfermedad mental, llevando al espectador a reflexionar sobre el tema y demostrando su habilidad para abordar personajes emocionalmente exigentes y de gran vulnerabilidad.
Inima fue una artista completa; además de actriz, era cantante lírica, productora y cineasta. En la obra La voz humana, demostró su versatilidad en una ópera en un acto donde interpretó la versión cantada en francés. Su voz, potente y emotiva, le permitió explorar otros matices de la interpretación y cautivar a quienes asistían a ver su desempeño en este exigente género.
Su relación profesional con su esposo, Yasmany Guerrero, también resultó significativa; una dupla creativa única. Juntos compartieron escena en 2019 la obra El amante, de Harold Pinter. La capacidad de ambos para complementarse en escena y detrás de cámaras es prueba de su sintonía artística y personal, una complicidad que enriquecía cada proyecto que emprendían juntos.
Fuera de las fronteras de Cuba, Inima se aventuró en España, donde continuó desarrollando su carrera y obtuvo un Máster en Artes del Espectáculo Vivo. Allí, trabajó bajo la dirección de Jesús Chavero en la obra Los días felices, con la compañía Gobo Teatro. Su capacidad de adaptación y de aportar a los proyectos desde todos los ángulos artísticos era algo que la definía.
Este ímpetu por tocar y transformar fue evidente en Marrón, cortometraje dirigido por su esposo, Yasmany Guerrero, y en el que Inima plasmó no solo su talento como guionista y actriz, sino también su propia vivencia y compromiso con la enfermedad que enfrentó durante sus últimos años. La naturalidad y verdad de su interpretación en esta historia la hicieron merecedora de la Mención Especial del jurado en el concurso de cortos exprés del XI Festival Nuevo Cine Andaluz de Casares. Marrón, grabado y editado en tan solo 48 horas, trascendió por su sensibilidad y por ser un homenaje al “octubre rosa” y al invisible día a día de los pacientes y cuidadores que enfrentan esta dura batalla.
En sus últimas publicaciones en redes sociales, Inima compartía mensajes de fortaleza y esperanza, siempre abogando por dar visibilidad a los pacientes y cuidadores en la batalla contra el cáncer.
Su muerte el pasado 7 de noviembre, curiosamente el mismo día de nacimiento de Julián del Casal, un personaje inmortalizado en el cine por Yasmany, su compañero de vida, deja un profundo vacío en el arte cubano y en quienes la conocieron de cerca. Para sus allegados, Nini, como era conocida, fue mucho más que una actriz excepcional; fue una mujer cuya vida encarnaba una extraordinaria combinación de talento, valentía y una pasión contagiosa por la vida.
Su partida deja en la memoria de los suyos y del público una huella irremplazable. Sus proyectos, sus personajes y su voz permanecerán en la memoria de quienes reconocieron en ella a una mujer extraordinaria, una verdadera mujer de «carne y leche».