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Misumisu, miau miau

El amor a los gatos no se resume solo a los grandes escritores. Muchos otros reconocidos artistas han regalado su amor y beneficio a esta enigmática especie animal

Autor:

JAPE

Así decía un coro que entonábamos en bullanguera conga sobre las maletas de palo, en los años en que las escuelas al campo formaban parte indisoluble de la historia de nuestra adolescencia. Y es que el gato es una mascota muy cercana que, además de tener siete vidas, según le adjudican los antiguos egipcios, conmemora su día internacional tres veces al año: el 20 de febrero, día en que falleció, a la edad de 20 años, el popular Socks (Calcetines), famoso gato que vivió en la Casa Blanca durante la presidencia de Bill Clinton; luego, el ocho de agosto, designado por el Fondo Internacional para el Bienestar Animal (IFAW); y, por último, el 29 de octubre, fecha elegida por la activista Colleen Paige, con el mismo objetivo que todas las anteriores, aunque se trata de una celebración creada para Estados Unidos que ya se festeja en todo el mundo.

Hace poco leí un interesante artículo en internet que aseguraba que «un escritor sin gato es como un ciego sin lazarillo» y mencionaba varios talentos de las letras que se hicieron acompañar de no menos talentosos mininos:

«Hace lo que quiere, como yo», dijo Jorge Luis Borges sobre su fiel gato Beppo. Alejandro Dumas tuvo dos: Mysouff I y Mysouff II, siendo este último el favorito del escritor, aunque en una ocasión se comiera todos sus pájaros exóticos. Charles Dickens tuvo un gato llamado William, que luego renombró Williamina, al descubrir que era gata, tras un parto inesperado en su estudio. Edgar Allan Poe adoró a una gata llamada Catarina, que le inspiró la obra The Black Cat.

Julio Cortázar llamó al suyo T.W. Adorno, por el filósofo y sociólogo alemán, y menciona a los gatos en varias de sus obras, entre ellas Rayuela y El último Round. Jean-Paul Sartre se hizo acompañar de uno esponjoso y blanco que se llamaba Nada, nombre muy a tono con el existencialismo de su dueño.

Pero el amor a los gatos no se resume solo a los grandes escritores. Muchos otros reconocidos artistas han regalado su amor y beneficio a esta enigmática especie animal.

También fueron, o son, amantes a los felinos, grandes figuras como Ava Gardner, Judy Garland, Brigitte Bardot, el mimo Marcel Marceau, el ex Beatles Paul McCarney, quien además les dedicó la canción Leave my kitten.

Michael Jackson para sobresalir en la lista adoptó un «gato» muy especial: un tigre blanco siberiano. Lil Bub era el  nombre de la gatica enana de Robert de Niro. Marlon Brando tenía uno que seguro se llamaba Vito. Anthony Perkins llamó Banjo a su gato siamés, con el cual tenía psicosis, y Groucho Marx se hizo acompañar mucho tiempo de uno hermoso de color negro, quizá para romper con las supersticiones y como siempre, llevarnos a una agradable sonrisa.

Muchas otras celebridades han adorado a estos pequeños amigos que siempre caen de pie. Tom, Minino, Félix, Silvestre, Lucifer, Garfield, Cheshire, el de Alicia en el país de las maravillas, El Gato con botas, Fígaro, el de Pinocho, Duquesa y Thomas O´Malley, de Los Aristogatos, Meowth, de Pokémon y nuestros queridos Vinagrito y Plin, son algunos de los misus que han pasado a la posteridad, gracias a los cómics, la animación y los audiovisuales.

Yo, por si acaso, celebraré este 29 de octubre, junto a mis gatunos Peter, Mañena y Susy la Rata, para ver si al menos, a costa de los gatos, paso a la posteridad.

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