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A propósito del Día del Bibliotecario Cubano, fecha del natalicio de Antonio Bachiller y Morales (1812-1889), JR conversó con Tania Barceló Suárez, una de las profesionales más reconocidas de nuestro sistema nacional de bibliotecas públicas

Autor:

Amado René Del Pino Estenoz

Durante 2021 se cumplieron dos importantes hitos en la historia centenaria de la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí (BNCJM) que generaron un notable impacto en nuestros medios de prensa y en la comunidad lectora: el 30 de junio, la declaratoria de la institución como Monumento Nacional de la República; y el 18 de octubre, coincidiendo con el aniversario 120 de su fundación, la reapertura de la sala infantil juvenil Eliseo Diego. Ambas acciones fueron la reafirmación rotunda del trabajo desplegado por los especialistas de la BNCJM durante el período de pandemia, en el que la ausencia de los usuarios y visitantes no fue óbice para que se trabajara arduamente en la difusión de la lectura, el procesamiento preliminar de las colecciones patrimoniales y en la concepción de un programa cultural que si bien migró en lo esencial hacia las redes sociales, alcanzó un nivel de visibilidad inusitado para la Catedral de la Cultura Cubana.

Entre los colegas que compartimos con más efusión y profesionalidad ese período convulso de nuestra vida socio-cultural, se encuentra Tania Barceló Suárez; una de las gestoras del acercamiento del público infantil a la venerable institución. Su afán por divulgar las sorpresas y regocijos que depara el conocimiento de la literatura no se restringe a los límites físicos de la BNCJM, ya que Tania, investida de su alter ego, Pippa Mediaslargas, ha recorrido escuelas, círculos infantiles, centros de atención pediátrica y espacios comunitarios.

Si bien el retorno de la sala infantil juvenil a los niveles de preferencia de los usuarios es obra de un colectivo de trabajo donde predomina la juventud desinhibida y el entusiasmo desbordado; no hay dudas de que Tania Barceló ha sido artífice de la invasión sistemática de los niños a ese espacio tan anhelado para los curiosos y estudiantes en ciernes. Más que haber obtenido su testimonio, me place haber procurado su cercanía, como tantos jóvenes que han convertido su tránsito por la institución en un momento fecundo tanto para su acervo intelectual como para sus vidas.

—¿Qué representa para las más jóvenes generaciones de lectores la reapertura de la sala infantil juvenil Eliseo Diego de la BNCJM?

—La sala infantil y juvenil de la BNCJM se fundó el 14 de diciembre de 1959, aunque los servicios para niños y jóvenes no se consideran típicos de una Biblioteca Nacional. La institución destinó un espacio para dedicarlo a este tipo de usuarios por la importancia que tiene crear el hábito de lectura en las nuevas generaciones, ya que la sala es un espacio que tienen los niños y adolescentes para insertarse en el mundo del libro y la lectura, satisfacen sus necesidades estudiantiles y cognitivas, además del disfrute de los servicios que brinda la sala, como el préstamo externo e interno de libros, los juegos lúdicos, las actividades que se realizan. Es el lugar donde las escuelas interactúan directamente con esta, a través de los talleres y actividades que se ofrecen, es un espacio de acercamiento al saber, al arte, a la recreación sana.

—¿Cómo se potencia el trabajo de atención a los usuarios a partir de la adquisición de materiales lúdicos, electrónicos y bibliográficos?

—La sala posee diferentes tipos de documentos para satisfacer al público que atiende, de ahí la necesidad de que se realice una correcta selección y adquisición de los materiales que posee. Cuenta con dos espacios, uno para niños pequeños, desde los chicos prelectores, y otro para los adolescentes. Para ello, los bibliotecarios de la sala deben intencionar el uso de cada uno de los documentos, ya que nuestros usuarios, por ser tan jóvenes, no están educados en el mundo de la biblioteca y lo que deben o no leer, la educación de usuarios es permanente en una sala para niños, pues hasta jugando se aprende.

«La sala cuenta además con una ludoteca, donde tenemos juegos de mesa, didácticos y electrónicos, libros de colorear, rompecabezas, libros con acertijos, que propician en los niños utilizar sus habilidades y conocimientos».

—¿Qué importancia le confiere a la existencia de las Bebetecas dentro de las salas de lecturas consagradas al público infantojuvenil?

—Bebeteca es un término que en el ámbito de la bibliotecología define a las bibliotecas destinadas a niños de cero a seis años, niños prelectores. En la sala infantil tenemos una clasificación que conjuga letras, números y símbolos para la mayor comprensión de los niños pequeños, por lo tanto, un marbete con un perrito son los libros destinados a los niños pequeños, que son libros de poco texto con muchas imágenes, muchos colores, generalmente de cartoné, libros troquelados acorde con esas edades. Las actividades de la Bebeteca son talleres que se destinan para estos niños que aún no leen y no van a la escuela, donde se realiza el primer acercamiento al libro. Es un taller didáctico que permite el desarrollo sicopedagógico del niño, donde se conjugan actividades con manualidades, dibujos, cuentos, canciones, juegos didácticos que contribuyan a la comprensión del libro que se está trabajando, de ahí su importancia, pues por primera vez se vinculan  los niños pequeños con las bibliotecas, los libros, las manualidades y, sobre todo, con el trabajo en grupos.

—¿Cuán desafiante resulta para los especialistas de la sala infantil y juvenil concebir un conjunto de actividades integradas a la programación cultural de la BNCJM?

—En nuestro caso no lo considero un desafío pues las actividades destinadas para niños son privativas de nuestra sala y son por tanto diversas y variadas, van desde una charla sobre libros, narraciones de cuentos, encuentros con escritores, proyecciones de películas y documentales, hasta actividades donde nos es posible crear, interactuar con los niños y brindarles más que una sencilla actividad, un momento educativo, placentero, donde se dan la mano la actuación, la música, el baile, el trabajo con marionetas y, principalmente, la literatura y la promoción de libros.

—¿Cómo valora las acciones impulsadas por el Programa Nacional de la Lectura dentro de la comunidad estudiantil?

—El propósito del programa por la lectura es tener un instrumento flexible y participativo donde todos los bibliotecarios, libreros, promotores culturales, maestros, especialistas de todo tipo, debemos sumarnos, pues la lectura es la base de todo. En el caso de los niños es fundamental en ellos crear ese hábito desde las edades tempranas, desarrollar actividades, concursos, talleres, en fin, acciones que los relacionen con el libro y la lectura es una de nuestras metas fundamentales a cumplir y todo tributa al Programa ya concebido y estructurado. Un niño que lee es un niño que piensa, que desarrolla su imaginación, que viaja en el tiempo y el espacio, que es cada día un poco más culto, que mejora su ortografía y desarrolla su sensibilidad, su vocabulario, su intelecto.

—¿Qué representa para usted desarrollar sus dotes de narradora oral, animadora y actriz a la hora de encarnar al personaje de Pippa Mediaslargas?

—La forma de ser de Pippa Mediaslargas —personaje literario creado en 1945 por la escritora sueca Astrid Lindgren— se corresponde con el de una niña imaginativa y rebelde, llena de valores. El más importante de ellos es su capacidad de hacer amigos y exponer con su imaginación las situaciones de la vida real. Esto me motivó a que en el año 2000 me decidiera a hacer este personaje para de esta manera interactuar con los niños y promover la lectura con juegos de participación, bailes, canciones y peripecias.

«Pippa es una niña traviesa que vive en la Biblioteca Nacional dentro de un libro y sale solo para presentarles a los niños historias y personajes de la literatura nacional e internacional, donde siempre están presentes los juegos, los bailes, las canciones, los cuentos y la complicidad del auditorio. Para mí resulta muy gratificante, pues el amor y la alegría que los niños demuestran al interactuar con Pippa me proporcionan una gran satisfacción como persona. Como bibliotecaria es una manera diferente de incentivar el hábito hacia la lectura y el deseo de que los niños acudan a la biblioteca y se relacionen con nuestros fondos bibliográficos, que sientan que nuestra sala es un lugar agradable, placentero, donde pueden jugar, consultar libros digitales e impresos y que se sientan como en casa». 

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