El dúo Buena Fe compartió las experiencias de su más reciente gira por España con artistas y escritores de la Uneac, organización de la cual son miembros comprometidos. Autor: Liester Amador Publicado: 05/06/2023 | 11:11 pm
Se repletó la sala Villena de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, en la casona de 17 y H, en El Vedado. A las tres de la tarde el público aplaudió largamente la entrada del dúo Buena Fe. Yoel Martínez e Israel Rojas no venían a ofrecernos su música. El tiempo lo empleamos en intercambiar sobre las experiencias vividas en la más reciente gira por España, donde el odio intentó apagarles la voz, y la solidaridad y la cordura antifascista multiplicaron su canto.
Entre sus colegas, escritores y artistas de diversas generaciones, fluyó el diálogo en una tarde de gratitudes mutuas. Ellos agradecidos por el recibimiento en su casa de la Uneac, por las tantas muestras de apoyo recibidas desde Cuba y nosotros por la deferencia de contarnos y reflexionar sobre el modo en que la cultura nacional deviene blanco priorizado por extremistas de la ultraderecha y cubanos hostiles con sus propios compatriotas.
Desde el otro bando prevalece el amor, la pasión por el arte, el sentimiento patrio. Cubanos que no reniegan de su país y amigos animados por el amor, la decencia y la justicia. No faltaron las nuevas propuestas de presentaciones ante los conciertos cancelados. Pero para Buena Fe, como reza la canción Valientes, dedicada a la proeza de nuestros científicos, no hubo heroísmo:
«La verdad es que no hicimos otra cosa que defender lo que hacemos, nuestra música, nuestra cultura y a Cuba —aseguró Yoel. Han sido días tensos. Un artista cubano cuando sale de aquí a cantar, a mostrar su arte, de cualquier manifestación, va con la esperanza de encontrar un público con deseos de disfrutar, y toparnos con el odio de frente es muy complicado. Creo que el logro está en no dejarte apagar. Teníamos la opción de regresar para nuestro país y nos dijimos, no, aquí hay que cantar, aunque sea en la sala de algún cubano que quiera escucharnos, porque la derrota sería regresar a Cuba y no cantar. Si hay gente interesada en lo que hacemos podemos cantar para una persona, para diez, cien…
«Fuimos para realizar seis conciertos y en una semana debido a ese odio de unos pocos, a la vez que se suspendieron conciertos, nos promocionamos más». Porque «la gente se da cuenta de que la chusmería, el odio y la bajeza no pueden con Cuba. Estamos muy agradecidos del apoyo recibido desde aquí en un momento como ese. Y al final, cantamos…».
Para Israel Rojas esas horas de reflexión entre sus compañeros artistas fueron determinantes para explicar las experiencias vitales: «debemos estar claros, esto nos pasó a nosotros, pero preparen el burro que eso es lo que viene. Ha pasado antes y está pasando ahora con más fuerza.
«Llegamos a España en un contexto electoral, de efervescencia de las pasiones políticas; en una España que se escora —como la mayoría de Europa—, peligrosamente hacia la derecha. Lamentablemente, han encontrado en un grupo de cubanos asentados allí, terreno fértil para promover un ala verdaderamente fascista. Es muy triste encontrarte un cubano intentando afiliarse a VOX (partido español ultraconservador y de extrema derecha) e incluso gente que intentó afiliarse a VOX y no los quisieron. Algunos son músicos, bailarines… algo con ellos ha fallado en la enseñanza artística, en la educación, porque hay que ser una persona muy torcida para tener esa actitud ante la vida. Así como tenemos a nuestros grandes héroes, como los científicos de las vacunas contra la COVID-19, los médicos que fueron a salvar vidas a Italia, nuestros grandes artistas que han conquistado reconocimiento universal… tenemos que reflexionar sobre lo que no hemos hecho bien. A las nuevas generaciones tenemos que exponerles toda esa verdad, porque digo siempre que la verdad es revolucionaria.
«Hasta qué punto hemos debatido con nuestro gremio de músicos temas ideológicos y políticos interesantes, que se parezcan a la gente, porque eso es muy importante. ¿Por qué atacan hoy a la música de esa manera? ¿Por qué atacan a la poesía? ¿Cómo modelar la relación arte y mercado? ¿Debemos buscar otras estrategias promocionales? La industria cultural no me va “a pegar”, pero hay otras maneras de llegar a otros bolsones de mercado. ¿Qué podemos sacar de bueno de esta experiencia y qué decirle a los decisores, a los artistas?
«En menos de 15 días —contó Rojas—, se levantó un movimiento de solidaridad, de gente que a lo mejor ni sabía quiénes éramos, pero se dieron cuenta de que era una barbaridad lo que nos estaban haciendo; gente de derecha también que se negaban a trasplantar esa podredumbre a la realidad española que es tan compleja. Eso es ilegal allá y es ilegal dondequiera. Como le sucedió en Ginebra a diez cubanos que armaron la suya y les pusieron cinco multas carísimas y están a riesgo de que los deporten; no tienen residencia, ni papeles y viven de la ayuda del Gobierno. Me duele que un grupo de cubanos vayan allí instrumentados por un grupo de alcornoques que están detrás de una computadora y los empujen a todo eso».
Pero para el líder de Buena Fe lo peor es «la mala imagen que dejan de Cuba», de su patria. «Eso fue lo mismo que le hicieron a nuestro equipo de pelota unificado. ¡Mira que lo pidieron! Y cuando apareció el equipo qué vergüenza ver en el estadio de la Florida a los mismos cubanos gritándole horrores a los suyos, escupiéndolos, lanzándoles cosas, diciéndoles improperios».
La línea de acción de la oposición pagada y plegada al juego fascista de los movimientos de ultraderecha está declarada. Según Israel, «están diciendo públicamente que lo van a hacer con atletas, científicos, personalidades. El mismo día que nosotros estábamos en Barcelona sufriendo esta pendejada, llegó una comisión de la Cámara de Comercio de Cuba a entrevistarse con empresarios catalanes. Fue público y notorio, publicado en la prensa de aquí y de allá, y no le fueron arriba a esa gente. Llegaron los guajiros con su guitarra y les fueron arriba. Y entonces me acordé de Fidel: “la cultura es lo primero que hay que salvar”. De esa forma entiendes que para estos personajes la cultura es lo primero que hay que atacar. Cuando metes el dedo, ves quién está detrás de la hostilidad en Francia con una gran poeta como Nancy Morejón: el mismo tipo que apoyó la agresión a la Embajada de Cuba en París, el intelectual que estuvo de acuerdo con que le lanzaran un coctel molotov a la sede diplomática; dos días antes de que un loco le cayera a tiros a la Embajada de Cuba en Washington».
El bajo mundo de la hostilidad contra la Revolución Cubana es para Rojas en «este tiempo de la posverdad, de la espectacularización de la política, muy rentable» para sus títeres. «Genera likes, vistas… Es una máquina de destruir reputaciones, de hacerle daño a la cultura cubana, de generar un estado de opinión negativo sobre los cubanos, divididos, enfrentados…». Es el camino de estigmatizar empleando las mentiras repetidas que intentan convertir en verdades: «Usted es un represor, un colaborador de la dictadura y todos esos argumentos baratos y estúpidos con que lamentablemente, estos caballeros y estos medios intentan influir, en primer lugar, sobre la comunidad cubana residente en el exterior y luego, en nuestro público de aquí».
Prefiero hacer una reflexión profunda —confesó Rojas— después que salí del monstruo y de sus entrañas. Llevo varios días pensando cómo podemos establecer acciones para enfrentar a esta gente y enfrentarlos para el bien de todos porque esto no es solo con Buena Fe y con Nancy Morejón. Esto se lo anuncian a Van Van, a Omara Portuondo…
Es un camino de provocaciones para lograr una respuesta que les permita iniciar procesos legales donde complicar a las víctimas de su persecución. Ante semejante actitud mañosa, Israel Rojas habla de la necesidad de «prepararnos como sociedad para actuar desde el punto de vista jurídico contra esos agresores irracionales que no respetan el arte ni las leyes de los países donde actúan a veces con impunidad».
La antípoda de tal bajeza es, según Israel, estructurar «mecanismos de solidaridad y explorar esas vías para ofrecer nuestro arte, el que las grandes empresas no dejan pasar». Está claro que «la industria cultural no se va a comprometer de a lleno con nuestros intereses». Por otra parte, deben enfrentar también «los líos que se buscan al trabajar con los cubanos, incluso para pagarles por sus obras porque el bloqueo y la inclusión de Cuba en la lista de países terroristas lo impide».
El recuento de los golpes que enfrentó con valentía un cubano, pinareño, por defenderlos; la inteligencia y la fuerza desplegada por muchos amigos de la solidaridad que día a día piensan en Cuba y en cómo ayudarnos; la contracandela que significó hallar otros muchos espacios donde interpretar sus canciones; la certeza de contar con muchos compatriotas residentes en España que son capaces de apoyar a sus coterráneos, enfrentar la incivilidad, la degradación de los odiadores, son un bálsamo para la buena fe. Y también saber que han llegado a casa, a su morada con «luz y fundamento de las cosas más sagradas», con «la certeza que represa la nobleza frente a la idiotez malvada».