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Preludio de un amor actual

Tres Preludios, coreografía de Ben Stevenson estrenada en el Teatro Nacional este viernes por los bailarines Daniela Gómez y Darío Hernández, narra una historia de amor que se acerca a la actualidad

Autor:

Daniela Fernanda García González

Tres Preludios es el estreno coreográfico que el Ballet Nacional de Cuba regala los días 10, 11, 12, 17, 18 y 19 de junio en el capitalino Teatro Nacional. La obra es parte de un espectáculo más amplio que comprende piezas como Réquiem, inspirada en la obra de Wolfgang Amadeus Mozart, Los córceles de la reina y una versión del pas de deux Esmeralda. Sin embargo, constituye el gancho seductor que invita al público a seguir la atractiva propuesta que va de la mano de las principales instituciones culturales del país.

La sala Avellaneda se viste de gala para acoger esta singular presentación a cargo del coreógrafo británico Ben Stevenson en una muestra de ballet clásico de altura. La jornada, también dedicada a los 120 años de relaciones diplomáticas entre Reino Unido y Cuba, es una de las de mayor acogida por los espectadores en este período.

Tres Preludios, con dramaturgia creada por el actual director artístico del Texas Ballet Teather, fue representada en su debut en la Isla por los intérpretes Daniela Gómez y Darío Hernández, quienes en su sutil paso a dos logran involucrar a los presentes en una historia entre un dueto de bailarines que se enamoran mientras trabajan en un estudio de danza.

La obra, varias veces premiada internacionalmente desde su creación en 1969, contempla movimientos en paralelo que van aumentando su velocidad. La intensidad que los bailarines del conjunto danzario anfitrión le imprimen a esta técnica es lo que guía la dramaturgia de la pieza artística. Mientras más acentuado y rápido se torna el baile, los públicos captan los giros, puntos de clímax, alegrías y también divergencias que se manifiestan en la trama romántica.

Laureada en 1972 con la medalla de oro por coreografía en el Concurso Internacional de Ballet de Varna, Tres Preludios ha sido llevada a escenarios de todo el mundo por compañías como el Ballet de la Ópera de París, el American Ballet Theater y el Ballet de la Scala de Milán.

Aunque los tiempos han cambiado y con ellos las maneras de concebir la danza clásica, este montaje actualmente llamado por algunos expertos como <>, encuentra sus antecedentes en el pas de deux. Estas unidades aisladas que adquieren vida propia, y que no son más que un baile para dos, tuvieron su origen en el siglo XVIII durante el ballet de acción y fueron desarrolladas en la siguiente centuria por el ballet romántico, símbolo del amor de pareja.

La música es otro de los elementos que hacen de esta creación algo único. Los perfectos acordes que interpreta en solitario la joven pianista Daniela Rivero Cernuda de los Preludios del compositor ruso Sergei Rachmaninoff, complementan cada gesto y paso de los danzantes, compactándose en un solo recurso audiovisual.

La pieza de Stevenson y el solo para piano de Rachmaninoff se entrelazan y conectan en un género que al decir del pianista es una forma <<pensada, como su nombre indica, para ser tocada antes de una pieza musical más grande o como una introducción a una función determinada.>>

La obra no solo presenta un esteticismo fascinante en cuanto a vestuario, luces, sonido y escenografía; los cuales se conjugan entre lo sencillo y pulcro, sino que además se presenta como objeto artístico de envergadura con predominio de las técnicas del ballet clásico.

La calidad profesional de los intérpretes está dada por la magnificencia en los logros de la estructura del paso a dos. La entrada; el adagio, que simboliza una presentación elegante y pausada de la pareja de baile; las dos variaciones, donde se muestran distintos pasos como promenades (paseo), pirouette (giros) y porté (levantada); y una coda, a modo de conclusión, son los movimientos que recrea con singular belleza estética esta danza.

La coreografía, de elevado proceso creativo, presenta puntos de contacto con el panorama cotidiano, donde la sociedad patriarcal impone la masculinidad en el ámbito laboral. La obra es un reflejo de los conflictos que surgen en las relaciones de pareja que se desarrollan en el mismo entorno profesional y con cierta mesura estilística alude a la superación de la mujer en la actualidad.

En aproximadamente dieciséis minutos la puesta en escena, donada altruistamente por el ex bailarín a nuestro patrimonio cultural, expone por todo lo alto los sentimientos de solidaridad, hermandad y la interrelación artística, no solo entre dos naciones, sino de este grande de la danza clásica con las nuevas generaciones de bailarines cubanos.

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