Diego Tápanes y María Luisa Márquez, jóvenes integrantes de la compañía que tendrán a su cargo la premier el pas de deux Esmeralda. Autor: Maykel Espinosa Rodríguez Publicado: 09/06/2022 | 06:21 pm
Con un tributo al coreógrafo británico Ben Stevenson regresará el Ballet Nacional de Cuba a la sala Avellaneda del Teatro Nacional, los días 10, 11, 12, 17, 18 y 19 de junio. Lo hará con una celebración cultural mediante cuatro piezas del reconocido creador de 86 años, actual director artístico del Texas Ballet Theatre, quien por estos días se encuentra en la Mayor de las Antillas afinando detalles de lo que promete ser una temporada embriagadora, a la cual se suman la Orquesta Sinfónica del Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso y el Coro del Teatro Lírico Nacional.
Se trata de un programa concierto que además rendirá honores al Jubileo de Platino de su majestad Isabel II y a los 120 años del establecimiento de relaciones diplomáticas entre el Reino Unido y Cuba. Son pretextos para disfrutar de varias composiciones de quien además es Oficial de la Orden del Imperio Británico y estará presentando su más reciente creación junto al Ballet Nacional de Cuba, Los corceles de la reina, dedicada a la monarca anglosajona y el estreno en Cuba de Mozart Requiem.
La temporada de presentaciones de este mes supone una oportunidad para el joven elenco del buque insignia de la danza clásica cubana para seguir probando su versatilidad. La agrupación danzaria acaba de cumplir una exitosa gira por teatros de Matanzas y Pinar del Río, así como la temporada de abril, en la que figuró el estreno de La hora novena, de la británica Gemma Bond.
Ese trabajo creativo con coreógrafos extranjeros, tan vital para el Ballet Nacional de Cuba en estos tiempos, como ha reiterado en diferentes ocasiones su directora, Viengsay Valdés, ha permitido a los jóvenes expandir las posibilidades que complementen su formación y les permitan probarse en otros registros.
«Un bailarín que no tiene un buen repertorio de fondo no llega a ser tan versátil como queremos que sean nuestros danzantes. Tener a Ben Stevenson con esa resistencia y su carisma incansable, ensayo tras ensayo, es una suerte para toda la compañía. Lo escucho y me parece estar viendo a Fernando y Alicia cuando hacían las correcciones sobre la importancia de la expresividad en la interpretación. La parte técnica fluye, pero él prefiere buscar otros matices y que el bailarín saque sus sentimientos, sea honesto en su ejecución», aseguró la también primera bailarina de la compañía, en un reciente encuentro con la prensa, mientras sostenía la mano de Stevenson con especial ternura.
Viengsay Valdés, directora y primera bailarina de la compañía junto a Ben Stevenson.
Quien fuera bailarín del Royal Ballet y el English National Ballet, comenta que Cuba le resulta un lugar excitante donde permanecer y crear, y confiesa que hubiera deseado una estancia más prolongada con la compañía cubana de ballet, para elaborar un proceso creativo más extenso. «El tributo viene de la energía», sintetiza sobre los preparativos de esta temporada de presentaciones.
Sin embargo, estos días de convivencia, ensayos y producción con los bailarines cubanos, generaron una dinámica entre maestro y alumnos, provechosa para el intercambio de nuevas experiencias creativas. Así le sucedió a Diego Tápanes y María Luisa Márquez, jóvenes integrantes de la compañía que tendrán a su cargo la premier el pas de deux Esmeralda, otra de las composiciones que conforman el programa.
Diego Tápanes y María Luisa Márquez, jóvenes integrantes de la compañía que tendrán a su cargo la premier el pas de deux Esmeralda.
«Para Ben Stevenson lo técnico debería salirnos ya naturalmente porque llevamos años trabajándolo. Entonces él pone el peso en la parte interpretativa y que seamos capaces de transmitir cada matiz de la historia que estamos contando. Esmeralda es una coreografía alegre y es un «subir y bajar» de emociones tremendo. «Él pide misterio, romance, momentos en que actuemos como una pareja que a veces se pelea, pero no con odio, sino esa cosa inocente y cómplice que a veces hay en las relaciones amorosas», explica Tápanes, de 22 años, que además interviene en la obra Mozart Requiem.
Un maridaje exquisito
A juzgar por lo que ha sido posible ver durante los ensayos, esta nueva temporada de presentaciones del Ballet Nacional promete novedades interesantes para el público cubano, y es que Stevenson se ha hecho acompañar de su director artístico asistente, Li Anlin, así como de los bailarines Valentín Batista y Henry Winn, que aportan otros elementos en el trabajo conjunto con la agrupación danzaria cubana.
Estos jóvenes integrantes del Texas Ballet Theatre completan, junto a los danzantes cubanos, en el que se destaca el primer bailarín Dani Hernández, el elenco que estará defendiendo el estreno en Cuba de Requiem Mozart, pieza que creara Ben Stevenson en 2006 para su compañía y que versa sobre las esperanzas y los sueños de los hombres en tiempos de crisis. Para esta premier nada mejor que el maridaje exquisito de la danza, el canto y la música, con la complicidad de la Orquesta Sinfónica del Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso y el Coro del Teatro Lírico Nacional.
Yhosvani Duarte, director de la orquesta sinfónica del coliseo de La Habana Vieja, comenta que «este es un programa con sus peculiaridades, por los desafíos que conlleva ejecutar obras donde los formatos de la orquesta son completamente diferentes. Por un lado, el Réquiem de Mozart lleva una instrumentación específica, pero también ejecutaremos arreglos de Riccardo Drigo para Esmeralda, música de Amilcare Ponchielli, entre otras piezas, donde es necesaria una orquesta completa, además de lograr un balance con el coro y los solistas. Debemos estar atentos a muchos detalles».
Asumir el reto no es problema para una agrupación sinfónica como esta, que este siete de junio arribó a sus seis décadas —onomástico que comparte junto al Teatro Lírico Nacional—, y que a lo largo de su historia domina un repertorio que va desde la ópera y la zarzuela, hasta la música para ballet. «Los más jóvenes de la orquesta creo que son el motor impulsor más fuerte que tiene el conjunto. Tenemos una conjugación mágica entre los músicos que llevan mucho tiempo entre nosotros y asumimos estos ensayos como siempre: no venir a hacer un trabajo perfecto y así divertirnos haciendo nuestro arte», comenta Yhosvani Duarte, al tiempo que, batuta en mano, se dirige a reanudar los ensayos con sus músicos, sin disimular su expectación con esta temporada de presentaciones junto al Ballet Nacional de Cuba.
Con la complicidad de la Orquesta Sinfónica del Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso bajo la dirección de Yhosvani Duarte y el Coro del Teatro Lírico Nacional, la danza, el canto y la música deleitaran al respetable.
Esas sensaciones también se viven en el Coro del Teatro Lírico Nacional, tanto desde los más jóvenes integrantes como el barítono Anmel Morales o la soprano Dayri Llanes, hasta intérpretes con mayor experiencia, como la mezzosoprano Dayami Pérez o el tenor Irelio Pérez. Ellos y otros componentes de la agrupación lírica acompañarán el movimiento de los bailarines con sus interpretaciones de los pasajes del Réquiem de Wolfang Amadeus Mozart.
(De izquierda a derecha) La mezzosoprano Dayami Pérez, el tenor Irelio Pérez, la soprano Dayri Llanes y el barítono Anmel Morales. Fotos: Maykel Espinosa Rodríguez
Dayami Pérez resume con exactitud el sentir de sus compañeros y es que «Mozart no es una música desconocida para nosotros, pero incorporarla al tiempo de un bailarín, de un coreógrafo, es otra cosa. Es como hacer un cuadro de algo que estás escuchando y nos resulta interesante. Trabajos de esta envergadura, como Carmina Burana, donde se juntan el canto, la danza y la música, enriquecen mucho la técnica del cantante y la visión del artista».
Sin duda este tributo a Ben Stevenson, más allá de una celebración cultural, será una oportunidad para el crecimiento de los artistas que harán suyo una vez más el escenario de la sala Avellaneda. Disfrutemos entonces de la energía de este virtuoso creador.