Pedrito durante una presentación del grupo Moncada en Juventud Rebelde en 2013. Autor: Roberto Suárez Publicado: 06/06/2020 | 10:20 pm
Difícil imaginar al grupo Moncada sin El Gordo. Y no solo les cuesta a sus integrantes, conscientes del valor de sus ocurrencias musicales, su carisma nato, sus benditas improvisaciones, sus voces graves en los coros, su ductilidad en el saxofón (alto y soprano), la flauta y la quena…
Nos costará trabajo a todos los que, aun pertenecientes a generaciones diferentes, encontrábamos en él ese sello visual inconfundible que acompañaba a esta agrupación creada en 1972. ¿Quién podría olvidar a Pedro Trujillo Travieso, quizá sin saber su nombre? Han cambiado los cantantes, a veces un músico ha debido suplir la ausencia de algún miembro habitual en una presentación, en fin, las circunstancias diversas que plantea la vida, pero ¿Moncada sin El Gordo? ¿Sería Moncada?
Justamente ahora, días después de recibir la noticia de su fallecimiento el 1ro. de junio último, el director de la agrupación icónica de la cultura cubana, Jorge Gómez, me lo confirma. «Moncada va a seguir adelante. Siempre ha seguido. La no presencia de Pedro «El Gordo» nos obligará a entrar en otra etapa. Debe ser así. Donde estaba Pedrito no podrá estar otro, aunque los arreglos sean los mismos, aunque la música esté escrita… Ya nos compondremos de otra manera, tal vez con otro instrumento, ahora no puedo asegurarlo. El sonido será distinto totalmente. Es como en el béisbol, esa camiseta no se la pone nadie».
La flauta cubana está de luto, expresó el virtuoso flautista Orlando Valle (Maraca) luego de conocer sobre su muerte. El showman de Cuba, Bobby Carcasés, está dispuesto a componer, a tocar, a cantar… a hacer lo que sea para regalarle el homenaje que se merece… Y el contrabajista Jorge Reyes casi viola las medidas restrictivas de hoy para abrazar a quienes tuvieron la suerte de compartir profesión y amistad con él cuando supo la novedad. Digno de respeto, por su disciplina y entrega total a la música, y por comprobar que otros, incluso de ámbitos tal vez un poco distantes de su quehacer como lo es el jazz, le admiraban.
Músico de estudio y de alma
La vida un día amanece muerta, cantó Santiago Feliú en Resumiendo y no pocos se han sorprendido de saber que el apodado popularmente Tío Conejo no estará físicamente en el escenario con su banda de siempre. Ni una queja ni un dolor ni una sospecha malsana pudieron hacer pensar que un cáncer avanzado en pocos días se lo llevaría, cuando tan feliz estaba de terminar una obra que en plena pandemia no sabía cuándo se estrenaría, pero que estaba ahí, como prueba de su incansable dedicación a la música.
Su hija más pequeña, Carolina, se quedó con composiciones exclusivas que su padre le regaló, porque en la creación para los niños encontraba Trujillo Travieso una inspiración invaluable. Sus otros dos hijos mayores seguramente también extrañarán a ese «niño grande» que en ocasiones podía regañarles como padre.
«Justo era así, como un niño malcriado a veces, que se molestaba repentinamente por algo pues su temperamento era muy fuerte y luego ponía esa cara con pucheros que desataba risas… Y veía dibujos animados y contagiaba con su risa atronadora, y compraba un juguete para sus hijos y al final se los daba cuando ya lo había disfrutado como si fuera uno más», recuerda Juan Carlos Rivero, director musical de Moncada, quien afirma que fueron 25 años de vivencias compartidas.
Pedrito era músico de estudio y de alma, afirma. «Muchos se sorprendían al saberlo apasionado además de la historia, de la música en general. Le encantaba hablar de episodios trascendentales, sucesos históricos de gran importancia, sabía fechas, lugares y nombres; no sé si alguna vez ejerció el magisterio pero madera de maestro tenía».
Gómez lamenta no poseer una copia ni saber dónde puede encontrar alguna, del libro que Trujillo elaboró en el que plasmaba la metodología para el trabajo con los artistas aficionados de la Federación Estudiantil Universitaria. «Muchas personas solo lo verán como el flautista de Moncada pero había mucho más en él, y como ser humano, pudiera decirte también.
«Su asesoría en las armonías, sus voces graves, su talento para improvisar en un chamamé, en una chacarera argentina; su aporte en los arreglos de cada tema del repertorio, su desinterés total… ¿Sabes lo que significa cobrar lo que le corresponde por su trabajo, como todos, y luego gastarse el dinero en un saxofón, por ejemplo, que le parecía necesario para la sonoridad del grupo? Era así».
Con tío conejo
Trujillo Travieso como integrante del grupo Moncada siempre acompañó a la Unión de Jóvenes Comunistas y las organizaciones estudiantiles en diferentes campañas comunicacionales, congresos y jornadas especiales. Fue acreedor de la Distinción por la Cultura Nacional, las medallas Raúl Gómez García y Aniversario 250 de la Universidad de La Habana, así como La Giraldilla de La Habana. Ganó premios Cubadisco, Abril y Cantándole al Sol, entre otros. Pero los galardones no eran su motivación más sublime.
«Los espacios siempre serán pequeños para hacer incluso una mínima valoración de lo que significó El Gordo para Moncada, y particularmente para mí», me asegura Gómez del otro lado del teléfono. «El sonido de su quena fue, y ha seguido siendo, un timbre que ha tipificado al grupo, desde los primeros pasos en la música andina, hasta nuestro tema de cierre de los últimos años Y que no suba la marea.
«Nuestro primer asesor en asuntos de armonía, sobre todo en las voces… Había que consultarlo siempre. Si bien no era el arreglista por excelencia en el grupo, no hubo uno en que no metiera su cuchareta, ¡y qué bueno que lo hiciera! Estudioso y conocedor profundo de las músicas folclóricas y tradicionales, no solo de Cuba, sino también de Latinoamérica y de las culturas africanas», señala.
Bromea el Director de Moncada al recordar la extraordinaria exactitud de Trujillo Travieso. «Largamente, el más puntual de los Moncada en toda su historia. Raro que no llegara antes que yo, incluso, a los ensayos, las presentaciones, todos nuestros encuentros. Si no era así, de seguro algo le pasaba».
Lo singular de su personalidad lo convertía en elemento de cohesión interna, y en un medio de fácil comunicación con el público, asevera. «Particularmente, resultaba muy atractivo para los niños, a los cuales adoraba. Su personaje de Tío Conejo en el video de La fiesta de Tío Conejo es icónico en la historia del videoclip cubano de los primeros años.
«A partir de ese personaje, construyó toda una obra para niños, siguiendo ritmos y entornos latinoamericanos. A mí me parece una excelente obra, que debe andar deambulando por algún buró de nuestra industria discográfica. Ojalá se pueda rescatar, aunque fuera como un homenaje póstumo».
Un hombre justo, desinteresado, sincero y directo. Seguramente «berrinchoso», así lo recordarán sus hermanos de Moncada. «Siempre tuve la suerte, sin embargo, de que aceptara, incluso contra su personal visión de algo, cualquier ángulo que yo encontrara para salir adelante. Pedro no tuvo hermanos, y entró en el grupo siendo prácticamente un adolescente que estudiaba en el Pedagógico.
«Creo que me veía como ese hermano mayor que, muchas veces, tiene que asumir la formación de un ser humano que será un artista, incluso un artista de recorrido internacional», señala Gómez, quien añade que ha perdido a un ser entrañable. «Todos de una manera u otra. Apenas tuvimos tiempo de pensar que podía suceder así. Afortunadamente, está su obra y el respeto de quienes le conocieron bien».
Foto: Tomada de Cubadebate