Henri-Georges Clouzot. Autor: Internet Publicado: 02/04/2019 | 11:00 pm
Nadie que haya visto una película de Henri-Georges Clouzot (1907-1977) puede olvidarla. Porque el talento de este periodista que ejerció como asistente de dirección de Anatole Litvak y Ewald André Dupont, en Berlín, le permitió debutar con dos policiacos que no parecían rodados por un principiante: El asesino vive en el 21 (1942) y El cuervo (1943), esta última denuncia del tenso clima en un pueblecito asolado por las delaciones.
Dominar el idioma alemán le condujo a convertirse en jefe del departamento de guiones de su productora, la Continental, fundada por los nazis en la Francia ocupada. Al culminar la guerra fue acusado de colaboracionista y le impidieron filmar; pero el castigo no se extendió mucho y retornó tras la cámara con Quai des Orfévres (1947), adaptación de una novela policiaca que inicia el período más radiante de su filmografía.
Retomó la literatura con Manon (1949), personalísima versión de la novela homónima del abate Prévost, y con El salario del miedo (1953), sobre el libro de Georges Arnaud en torno al aterrador itinerario de unos camiones con nitroglicerina que podían estallar de un momento a otro.
El salario del miedo, de 1953, es otro de los filmes del prestigioso director.
Fotograma del filme Las diabólicas.
Todos rememoramos la famosa secuencia de la bañadera en uno de sus triunfos más resonantes, la traducción al cine de Las diabólicas, original de Pierre Boileau y Thomas Narcejac, que tentó en un principio a Hitchcock, para luego decidirse por De entre los muertos.
Clouzot confirmó su destreza para una férrea dirección interpretativa al conseguir que su esposa, la brasileña Vera, quedara al nivel de la inmensa Simone Signoret. Unos lo calificaron de implacable, otros de dictador.
Tras explorar desde un ángulo insólito la creación en El misterio Picasso (1955), Los espías (1957) comenzó el temprano declive de su obra. Proporcionar a Brigitte Bardot su mejor actuación en La verdad (1960) no lo protegió de los ataques de academicismo y saqueo de la literatura por los nuevos críticos. La prisionera (1968) es indigna de alguien que intervino en todos los guiones que filmó.
Múltiples problemas le impidieron terminar el rodaje de El infierno, acerca de los celos enfermizos de un hombre hacia su bellísima esposa (Romy Schneider). Aunque Chabrol logró llevarla a la pantalla en 1994 con Emmanuelle Béart, el notorio largometraje documental El infierno de Henri-Georges Clouzot rescató el revelador material filmado.
A cada filme reunido en este breve homenaje podría aplicarse la definición de Jacques Siclier: «Años después, uno retoma la película y no puede soltarla más, a tal punto la construcción del guion, los diálogos, el arte de la puesta en escena, la dirección de actores, hasta los papeles más pequeños, son de una extraordinaria eficacia».
Las películas del ciclo
- Manon (Francia, 1949), con Serge Reggiani, Michel Auclair, Cécile Aubry, Gabrielle Dorziat, Andrex. Inspirado en una novela del abate Prévost. Blanco y negro.
- El salario del miedo (Francia-Italia, 1953), con Yves Montand, Charles Vanel, Folco Lulli, Peter van Eyck, Antonio Centa, William Tubbs, Vera Clouzot. Blanco y negro.
- Las diabólicas / Les Diaboliques (Francia, 1954), con Simone Signoret, Vera Clouzot, Paul Meurisse, Charles Vanel, Jean Brochard, Michel Serrault. Blanco y negro.
- El misterio Picasso (Francia, 1956), documental. Blanco y negro/Colores.
- Los espías (Francia-Italia, 1957), con Curd Jurgens, Peter Ustinov, O. E. Hasse, Sam Jaffe, Paul Carpenter, Vera Clouzot. Blanco y negro.
- La verdad (Francia-Italia, 1960), con Brigitte Bardot, Charles Vanel, Louis Seigner, Marie-Josée Nat, Samy Frey, Paul Meurisse. Blanco y negro. Estreno en Cuba.
- El infierno de Henri-Georges Clouzot, de Serge Bromberg, Ruxandra Medrea (Francia, 2009). Documental de largometraje.