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Cine con aroma a tacos y mezcal

México y su cine estuvieron de fiesta hace unos días con la apoteosis que significó la edición número 34 del Festival Internacional de Cine de Guadalajara

Autor:

Joel del Río

Dicen los mexicanos que los olores del taco y el mezcal, las gardenias y el chile, el epazote y la canela, e identifican el alma nacional, mientras que las calaveras, las coronas de flores y el papel picado representan el tradicional Día de Muertos, otro poderoso símbolo de la idiosincrasia. México y su cine estuvieron de fiesta hace unos días con la apoteosis que significó la edición número 34 del Festival Internacional de Cine de Guadalajara, cuyo emblema consistía en una calavera con sombrerote charro del que brotaban nopales. Es preciso recordar ahora que la pujanza y diversidad de los filmes aztecas trascienden el ocasional triunfo en alguna edición del premio Oscar, que se honra galardonando a Roma, por mucho que algunos insistan en verla solo viceversa, y se dispusieran a descubrir los misterios de la película de Alfonso Cuarón solo después del desfile por la más famosa alfombra roja de Hollywood.

Nadie vaya a creerse que en México todos saludaron ese fenómeno cultural y social llamado Roma como un clásico instantáneo. También algunos especialistas, y espectadores, la acusaron de aburrida, simplificadora, melodramática y nostálgico-clasista. No obstante, es mayor la tropa de los admiradores, y el Festival de Guadalajara invitó a su director de arte, Eugenio Caballero, para ofrecer una clase magistral donde los numerosos asistentes pudieron aclarar algunas dudas sobre el trabajo de un director de arte y sus tareas en El laberinto del fauno o Un monstruo viene a verme. Y así, el reconocido diseñador de producción aclaró que su oficio se ocupa de lo tangible: el color, la escenografía, la utilería, las locaciones; y la conjunción de estos factores es lo que le da cuerpo a la visualidad. De modo que el gran reto consistía en recrear un barrio citadino de 1971 en una ciudad que ha cambiado por completo.

Otra de las personalidades más importantes del la cinematografía nacional en los últimos años, Guillermo del Toro, ganador del Oscar con el largo norteamericano de fantasía La forma del agua, estuvo también en las clases magistrales, donde notificó que el conglomerado Netflix desarrolla varias películas de animación hechas en su país, entre las cuales se encuentra, por supuesto, Pinocho, uno de sus proyectos más amados. Asimismo, reveló que se está creando un centro internacional de animación (Taller de Chucho) en Guadalajara, para el apoyo de producciones locales. El famoso realizador impulsó la inserción por primera vez en este Festival de un concurso mundial del género, con un sustancioso premio cuyo ganador resultó ser el japonés Mamoru Hosoda por Mirai, sobre el fabuloso viaje en el tiempo de dos hermanos.

El lauro internacional de largometrajes animados se unió a una tupida red de reconocimientos que en este año continuaron exaltando, sin chovinismos, el talento nacional a través del premio Mezcal, concedido al documental Midnight Family, como la mejor obra y el mejor realizador del concurso.

Midnight Family cuenta las nocturnales peripecias de un grupo familiar encargado de manejar una ambulancia particular, servicio emergente surgido en la enorme urbe debido a la escasez de vehículos estatales para resolver este tipo de urgencias. Muy cerca de los personajes, sus rostros y sus angustias, en el más puro estilo verista, el documental maneja un excelente sentido del suspense. No le teme a la estética de los juegos de video para conjugar tragedia y humor, en la proximidad de temas como la violencia, la corrupción y el cotidiano trasiego con la muerte. Viendo el muy apreciable y humanista testimonio, me preguntaba cuánto papeleo, permisos, trabas y enemistades suscitaría entre nosotros la realización de un documental similar, ajustado a nuestras condiciones y consagrado a mostrar el trabajo de quienes prestan primeros auxilios en las ambulancias cubanas.

Dentro de la producción mexicana, alcanzaron premios también Yo necesito amor (mejor actriz y mejor fotografía) y Detrás de la montaña (mejor actor y premio Guerrero de la prensa local). La primera se relaciona con la soledad patológica de una madre soltera interpretada con virtuosismo por Diana Sedano, y la segunda habla sobre un adolescente (Benny Enmanuel) que busca a su padre para tomar venganza por el abandono y el desamor sufrido durante muchos años.

Entre los reconocimientos paralelos a los oficiales, el premio Hecho en Jalisco al mejor largometraje se lo llevó Caballerango, de Juan Pablo González, otro documental coral, como Midnight Family, pero se aparta de la ciudad para visibilizar los rituales comunitarios, en una ranchería del Jalisco rural, en relación con el culto a quienes ya no están. La familia evoca el último día en que vieron a Nando, el menor de los Bolaños y aprendiz de caballerango.

Protagonizada por Rafael Ernesto Hernández, Marioneta se titula el filme mexicano premiado por el jurado de la Federación Internacional de la Prensa Cinematográfica (Fipresci). Cuenta una historia de amor entre un actor cubano radicado durante cinco años en Ciudad de México, y una chica que pide limosna en el metro. A partir de integrar varios géneros (melodrama, cine de gánster, drama social, comedia) en un relato que hace confluir realidad y ficción, simulacro y cotidianidad, Marioneta posee un notable guion del experimentado escritor Arturo Arango (Lista de espera, El cuerno de la abundancia) y según declaró su director, Álvaro Curiel de Icaza, la historia también toma algunos elementos de la biografía de Rafael Ernesto, quien no solo le presta su nombre al protagonista, sino que también lo revistió con sus experiencias, pues ambos, actor y personaje, intentan hacer carrera en aquella tierra luego de lograr un currículo bastante notable en Cuba. Recordemos que participó en filmes como Mañana, La noche de los inocentes, Lisanka y Ciudad en rojo.

Tampoco debe pensarse que el Festival de Guadalajara padece de complacencia nacionalista. En igualdad de condiciones con el cine nacional se proyecta el extranjero. Este año, la cinematografía invitada fue la chilena, hubo una competencia internacional de películas con el tema de la diversidad sexual, y la competencia de largometrajes iberoamericanos fue coronada por dos producciones españolas: Petra (Jaime Rosales), premio Mayahuel al mejor filme, director y actriz (Bárbara Lennie); y Carmen y Lola, reconocida como la mejor ópera prima.

La actriz Bárbara Lennie en la producción española Petra, de Jaime Rosales.

La uruguaya Los tiburones fue coronada con tres galardones: mejor actriz (Romina Bentancur), el Premio Especial del Jurado y mejor guion, mientras que la argentina Rojo lograba el premio al mejor actor para el ya mítico Darío Grandinetti.

Además, por las clases magistrales de Guadalajara pasaron el norteamericano Peter Fonda (para celebrar los 50 años de su libertaria Easy Rider) y el italiano Vittorio Storaro, cuyo conversatorio ocurrió en un receso del rodaje del musical El rey de todo el mundo, dirigido por Carlos Saura, quien aplaudió la evolución en las artes de México, a pesar de que muchos de los grandes actores y directores prefieren buscar oportunidades en el extranjero.

Por supuesto que los cubanos fueron parte activa, como todos los años, del ecumenismo festivalero. Nido de mantis, de Arturo Sotto, concursó en la categoría de Largometraje Iberoamericano de Ficción, en tanto Insumisas (Fernando Pérez y Laura Cazador), Retrato de Teresa (Pastor Vega), Memorias del subdesarrollo y Los sobrevivientes (Tomás Gutiérrez Alea) fueron exhibidas como parte de la retrospectiva-homenaje por los 60 años del Icaic. En esa muestra también se incluyó una selección de documentales de Santiago Álvarez (Now, 79 primaveras, Ciclón) para celebrar el centenario de su nacimiento.

Sin embargo, la participación de talento cubano tampoco se limitó a clásicos y consagrados. Para intercambiar experiencias con medio centenar de jóvenes de 24 países fueron invitados al Talents Guadalajara, que incluye talleres, asesorías y conferencias magistrales, la productora Lila Falcón, la editora Lilmara Cruz, la actriz Gisselle Vargas y el crítico de cine Ángel Pérez, todos ávidos de información y conocimiento, encantados con el festín de cine en Jalisco, y con el aroma tentador de los tacos y el mezcal.

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