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Consejero literario

 Cartas a un joven poeta, de Rainer María Rilke, es un clásico de lectura obligatoria para cuantos se sienten llamados a escribir

 

Autor:

Luis Sexto

No puedo enumerar cuántos escritores leyeron, siendo aprendices, el libro titulado Cartas a un joven poeta, de Rainer María Rilke, nacido en 1875 y fallecido en 1926. Checo por nacimiento, alcanzó nombradía e influencia literarias en lengua alemana. El periodista que soy, aunque sigue siendo un aprendiz, leyó ese célebre texto en la edad apropiada. Y ahora lo ha vuelto a leer en una edición de Gente Nueva.

La relectura me ha confirmado en mi criterio: continúa siendo un clásico de lectura obligatoria para cuantos se sienten llamados a escribir, escribir, digo, no a redactar. Porque si redactar en una antigua etimología significa expresar ordenadamente el pensamiento en un texto, escribir supone mucho más: un mucho más, que implica saber interesar, saber conmover y saber convencer.

¡Escribir! Qué más quisiera uno. Pero para escribir habría que experimentar lo que Rilke le recomienda a su interlocutor en la intimidad de las cartas. El joven quiere ser poeta. Y el poeta le responde que mire dentro de sí, y se pregunte si sería capaz de morir si alguien le prohibiera escribir. Tal vez la prueba mayor de una vocación sea ese querer y no poder vivir en paz hasta tanto uno no haga lo que estima debe hacer.   

Quizá a algunos les cueste tanto trabajo escribir, porque les falte la intensidad con que se asume una vocación. Posiblemente existan escritores que no han llegado a escribir una página conmovedora, porque el impulso ha sido intermitente, ocasional. Uno podrá ser mal poeta, pero siguiendo los consejos de Rilke en Cartas a un joven poeta, uno será siempre un poeta entero si agoniza ante la palabra que no encuentra su estilo. Lo cierto, al cabo, sea no hallar jamás el estilo que uno busca. 

Mas, el hallazgo estará en la búsqueda sin mengua. Y aunque digas: Cesa corazón la búsqueda incesante, continuarás intentándolo, porque si no logras llegar a ser poeta, escritor en suma, jamás serás feliz. La literatura es eso: dedicación constante y abnegada. Ese es el secreto: Todo a cambio de la palabra escrita… Cada día.

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