Maurín Delgado Góngora Autor: Leonel Escalona Furones Publicado: 19/02/2018 | 07:26 pm
Su voz e imagen han conquistado a miles de espectadores de toda la Isla, quienes a través de las ondas de radio y televisión son testigos de la simpatía y el talento de la joven conductora y presentadora camagüeyana Maurín Delgado Góngora. Su pasión por la expresión oral comenzó desde bien pequeña, canalizando sus deseos en los matutinos y otras actividades escolares.
«Cuando era niña había un programa en la emisora provincial de Camagüey que se llamaba Tiempo al tiempo. Yo era la corresponsal desde Vertientes e informaba sobre lo que ocurría en ese municipio, así como de los chequeos de emulación que se hacían en las escuelas. Después me mudé para la cabecera provincial y en la etapa de la adolescencia estuve desvinculada por completo de los medios. Fue en la Universidad, mientras cursaba el segundo año de la carrera de Derecho, cuando me enteré de un curso que ofrecía la emisora municipal con motivo de la apertura de Radio Camagüey. Me presenté a las pruebas de aptitud, pasé el curso de habilitación de un año y empecé ahí.
«Durante ese período comenzaron a abrirse las puertas. Conocí a personas en el Telecentro de Camagüey, y de inmediato pasé a trabajar también en programas grabados como El guiño al escaramujo, que tenía por objetivo difundir las principales propuestas culturales que se realizaban en la provincia».
En 2008 —cuenta Delgado— su madre se mudó a La Habana por razones laborales y ella la acompañó. Opina que en aquel momento aún estaba «muy verde para un medio nacional» y, además, le resultó difícil adaptarse a las dinámicas de la vida capitalina.
—¿Cómo lograste integrarte finalmente?
—Primero pasé por Radio Taíno, y aunque en ese momento no tenían nada para mí, gracias a mi tono y color de voz me recomendaron pasar por la emisora Radio Enciclopedia. Allí me hicieron las pruebas de aptitud y empecé a trabajar cubriendo las vacaciones de una de las locutoras, y con el tiempo me propusieron un espacio fijo en el programa Álbum de melodías. Esa emisora siempre me ha gustado mucho por sus características; también he aprendido sobre la música cubana, sus autores, los géneros y otros elementos significativos de la cultura nacional y universal. Aún continúo trabajando en ella, aunque ya no en vivo, porque mantengo otros encargos que ocupan más mi tiempo.
«En Radio Taíno volví a tocar la puerta, y comencé en un programa que significó mucho para mí y en el que estuve durante cinco años, El exitazo de 5 a 7. Fue un cambio total, no se parecía en nada a lo que había hecho hasta ese momento. Tenía un perfil de entrevistas y me exigía una locución mucho más rápida y dinámica».
—¿Y en la televisión cómo empiezas?
—Trabajando en la radio vinieron más ofertas. Entre esas un casting para trabajar en el Canal Educativo 2, que fue mi primera incursión en la pequeña pantalla. Después integré la revista Buenos días, del Sistema Informativo de la Televisión Cubana. Al cabo de un tiempo me ofrecieron cubrir el Noticiero del mediodía, el estelar de fin de semana, programaciones especiales de ciclones y elecciones, y en Cubavisión Internacional. En fin, fueron momentos de mucha intensidad laboral.
«También comencé a conducir el programa Paréntesis, dedicado netamente a las entrevistas, y que me ha exigido mucho como presentadora. Sus guiones son excelentes, y me permiten adentrarme a fondo en la vida profesional y personal de mis entrevistados. Además, la Asociación Hermanos Saíz (AHS) tiene entre sus miembros a jóvenes artistas de casi todas las manifestaciones y, por ende, he tenido que aprender de artes plásticas, música, danza, audiovisual, etc. Y aunque Paréntesis me demande mucho tiempo, es algo que me encanta hacer.
«Igualmente conservo muy gratos recuerdos del programa De tarde en casa. Ahí tuve la oportunidad de hacer entrevistas en un tono más coloquial y de abordar con los especialistas invitados temas médicos muy importantes y seguidos por muchas familias cubanas».
Como trabajadora incansable y profunda enamorada de su profesión, el número de sus apariciones en pantalla y la calidad de sus presentaciones han ido en aumento. Entre sus recientes desempeños se puede citar su participación como animadora en la primera ronda del programa Somos familia, producido por RTV Comercial, un proyecto que, a pesar de sus muchas expectativas, no caminó con buen pie sus primeros pasos.
—¿Cómo entras en el programa Somos Familia? ¿Qué piensas de sus resultados?
—El guion del proyecto me gustó mucho, me enamoró desde lo teórico. Sabía que el otro presentador iba a ser Marino Luzardo, con quien ya había trabajado en De tarde en casa, y congeniamos muy bien. Hacía tiempo que no se hacía un programa de participación para familias, que sentara a todos en la casa frente a la televisión. También era muy favorable su horario, los sábados a las 8:30 p.m. por Cubavisión. Sin embargo, no pude explotar todo lo que me hubiera gustado de mí misma como profesional, por eso y por sus resultados en pantalla, no quedé totalmente satisfecha.
—Como locutora y presentadora has trabajado en muchos espacios de diferentes concepciones. ¿Cuál es tu preferido?
—Los informativos son los que más me gustan, y aunque tienen menos margen de improvisación, me apasiona el trabajo con la noticia. El Noticiero del mediodía es mi favorito, siento que me adapto mejor debido a mis propias características, no tanto así el estelar, al que respeto mucho.
—¿Cómo ves el futuro de la locución en Cuba?
—Todavía se está luchando por la creación de una cátedra de locutores, en la que los buenos profesores que tenemos puedan formar a los nuevos profesionales. Por otra parte, las personas que van a asumir la función de locutores, presentadores, comunicadores, deberían tener la aprobación de una entidad de ese nivel. Ahora mismo eso no sucede así, porque pasa que se puede ver a un actor, a un músico, a un director de orquesta, asumiendo esos roles en diferentes espacios, sean especializados o no. Los iniciados en este desempeño deben ganarse sus puestos con el talento o la aptitud para emplear el buen decir y saber comunicar. Que se desdibuje esa creencia de que locutor o presentador es cualquiera.