Concierto de The Rolling Stones Autor: Calixto N. Llanes Publicado: 21/09/2017 | 06:29 pm
Al fanatismo la Real Academia de la Lengua Española lo define como el «apasionamiento y tenacidad desmedida en la defensa de creencias u opiniones, especialmente religiosas o políticas. Dícese de un individuo preocupado o entusiasmado exageradamente por algo».
Es un fenómeno que no se extiende únicamente a un campo sino a varios, como son la política, el deporte y la música. Las primeras investigaciones al respecto dotaban al fan de una connotación negativa en la sociedad, pero su conducta y concepto han cambiado a tono con la evolución social. Ahora, la manera de percibir a un fanático se relaciona más con lo que entendemos como necesidades humanas y emocionales.
Por su parte, un ídolo es una imagen de culto y suele representar la exacerbación de aquello que deseamos o aspiramos ser. Desde un prisma positivo, este ideal es un desafío que nos hace querer ser mejores.
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Algunos estudios sicológicos señalan que idolatrar a figuras de la música, del deporte o de la farándula es normal…, sobre todo durante la adolescencia.
El problema comienza cuando se pierde el juicio y se llega a una «idealización extrema». Es entonces cuando el límite entre lo sano y lo patológico se diluye.
En nuestro andar esta semana por las calles de La Habana descubrimos que este fenómeno social no afecta mucho a los jóvenes cubanos.
Rosmery, por ejemplo, asegura que es fiel seguidora de Los 4, que le gustan las letras de sus canciones, y en el plano internacional es fanática de Romeo: «porque me atrae el género de la bachata, pero fuera de eso no tengo demasiadas preferencias».
Claudia alega que siempre fue fan de Polo Montañez. «Se trataba de música de campo, pero sus canciones eran bonitas. Yo tengo una recopilación de toda su música y a pesar de que ya no está, todavía las escucho, porque tienen un contenido que me dice mucho y me cautiva. Nada que ver con lo que se escucha ahora», dice.
Por su parte, Aida compartió con nosotros el hecho de ser una amante de todo lo que tiene que ver con la música: «No, no tengo preferencias. Me gustan todos los artistas, por como cantan o porque son lindos, no sé».
Jóvenes cubanos durante el concierto de los Rolling Stones. Foto: Calixto N. Llanes
A Tony lo encontramos escuchando a su grupo de reguetón predilecto: «Los míos son Los 4, por la forma en que cantan, porque cogen temas viejos que yo no conocía y los convierten en algo que nos llama la atención a nosotros los jóvenes», enfatizó.
«Yo a Selena la siento familiar, cercana, aunque ya no está entre nosotros. Sus canciones me llegan. Me gustaba cómo componía sus propia música basada en vivencias. A veces, en ciertas situaciones que tengo, escuchar su música me sirve de apoyo emocional», subrayó Lorena.
En décadas pasadas muchas fueron las tragedias que tuvieron lugar por un fanatismo desmedido. Los crímenes llevaron a la muerte de John Lennon y Selena, el primero asesinado por un fanático que estaba convencido de que el artista era un hipócrita; mientras a la joven y famosa cantante estadounidense le quitó la vida la presidenta de su club de fans.
Por suerte, estas no son historias que han tenido a Cuba como escenario y los jóvenes de hoy tal parece que prefieren la versatilidad en gustos y consumos culturales.
Podemos admirar, seguir, imitar y hasta intentar conocer personalmente a alguien que veneramos, pero cuidado, porque todos los extremos son malos. ¿Tú qué crees?