Aún resuena junto al Árbol de la vida la voz de Eduardo Galeano. Trastoca nuevamente la Historia, como la última vez que pisó esta Isla al afirmar que el día en que nació la Casa de las Américas ocurrió el verdadero descubrimiento del nuevo continente.
Al autor de El libro de los abrazos se le rindió este miércoles póstumo homenaje, en esa Casa que le galardonara por Las venas abiertas de América Latina, y que luego le entregara el Premio de narrativa José María Arguedas por Espejos. Una historia casi universal; esa misma Casa a la cual retornara en innumerables momentos.
El escritor cubano Eduardo Heras León lo recordó cuando lo conoció en la década del 70, cuando Galeano trabajó en la casona de G y 3ra. como jurado del prestigioso certamen, a partir del cual los dos Eduardo compartieron, además de sus nombres, una larga amistad. El Premio Nacional de Literatura 2014 lo volvió a ver anotando historias del alma en su libretica mínima, comprando las obras de Don Fernando Ortiz, compartiendo la mesa junto a largas conversaciones, y prefirió evocarlo «por esos senderos del mundo o la eternidad donde seguramente estará escribiendo algún libro».
En el homenaje, en el que también estuvo presente el poeta Roberto Fernández Retamar, se leyeron mensajes de reconocidos creadores latinoamericanos. El periodista uruguayo Fernando Ravsberg destacó la genialidad narrativa de Galeano, capaz de «sintetizar en pocas líneas historias gigantes», en tanto el cantautor Silvio Rodríguez señaló la locuacidad del versátil escritor, y su constante interés por conocer lo último en materia de la música que se gestaba en la Isla.
Con la cita quedó abierta al público, en la sala Manuel Galich, la exposición Galeano en la Casa, donde se exponen los volúmenes publicados por esta institución, junto a fotos y cartas que este enviara a Roberto Fernández Retamar y a Haydée Santamaría.