La estadounidense Crescent Super Band fue muy aplaudida por su manera de mostrar la música de su país Autor: Raúl Pupo Publicado: 21/09/2017 | 06:04 pm
Siempre presta a tomarle el pulso a la percusión insular, la Fiesta del Tambor, que concluyó el domingo último en La Habana, consiguió avizorar las imbricaciones de esa especialidad en géneros musicales tanto oriundos como foráneos.
Si se toman en consideración los conciertos que tuvieron lugar del martes al domingo pasados en el teatro Mella, sede principal del evento, podríamos decir que llevaron una fuerte presencia del jazz, la rumba y el son más contemporáneo, lo cual signó esta 14 edición.
Aunque abierta a la intervención de cultores de otros estilos musicales, la Fiesta del Tambor todavía no logra «atrapar» a intérpretes de lo más tradicional de nuestra sonoridad, y me refiero a percusionistas que defienden el danzón, el chachachá, el mambo o el changüí, en los cuales también tiene una dimensión sustancial el uso de instrumentos como las pailas o el bongó.
La invitación de los organizadores a exponentes del rock ha sido hecha en varias ocasiones, pues consideran que sería de mucho valor intercambiar maneras y enfoques a la hora de tocar, por ejemplo, la batería, que en el género tiene un desempeño simpar. No obstante, aún es un gran ausente.
De los conciertos de esta edición, trascendieron dos importantísimos en el escenario del Mella. El dedicado al jazz y la fusión (miércoles) tuvo una atractiva cartelera con el grupo inglés Nomad Collective; la estadounidense Crescent Super Band, muy aplaudida por su manera de mostrar la música de su país, sobre todo el blues y el soul; y un espectacular cierre con Robertico Carcassés e Interactivo.
Pero fue la velada titulada Los mejores percusionistas de Cuba y el mundo, un momento para encontrarnos con las tendencias actuales de una especialidad que es considerada por muchos como la columna vertebral de la sonoridad criolla.
Aunque se extrañó el concepto primigenio de este tipo de espectáculos, dado en sus inicios solo a potenciar el rol de la batería, se logró en esta ocasión una mayor sinergia con otros instrumentos percutivos, que no fueron apreciados como un monólogo sonoro, sino más bien integrados a formatos pequeños y medianos.
Resaltaron espacios temáticos como La rumba y el tambor de Los Jardines del Mella, en el que se presentaron destacadas agrupaciones defensoras del guaguancó, la columbia y el yambú, vertientes rítmicas de un estilo nacido en La Habana y Matanzas, pero con una fuerza ya en regiones como Ciego de Ávila y Camagüey.
También sobresalieron los momentos dedicados a tomarle el pulso al son actual, con los conciertos del sábado en el teatro Karl Marx, y la matiné dominical en el Salón Rosado de La Tropical. Fue una cita para disfrutar de orquestas conocidas como Bamboleo, NG La Banda, Puppy y Los que son son, Havana D’ Primera, Paulito FG y su Élite, Maykel Blanco y Salsa Mayor, Manolito Simonet y su Trabuco, Cándido Fabré y su grupo, y El Niño y la Verdad, entre otras.
Dejo para el final los certámenes propiciados en la Fiesta del Tambor: la competencia de casino y el concurso de percusión. Del primero decir que su valor primordial es fomentar el baile en pareja que tanto nos ha caracterizado, mientras el segundo es una clara muestra de la mirada de los organizadores del evento, liderados por Giraldo Piloto, al futuro de la especialidad. Ya con la integración de algunos de los ganadores en ediciones anteriores a distintas agrupaciones se ha plantado la semilla, como bien ha sentenciado Piloto. Hay que agregar que esta sección competitiva se combinó con conferencias impartidas por destacados percusionistas del patio.
Con un homenaje perenne a Guillermo Barreto, la reverencia a Chano Pozo, en el centenario de su natalicio, y a Chuck Silverman se desarrolló esta Fiesta del Tambor, que tiene un reto ante la celebración de sus tres lustros de vida en 2016: el de ser aun más integral y sumar a sus espacios a quienes con el tambor pongan de relieve su talento.