Ocho apellidos vascos, de Emilio Martínez-Lázaro. Autor: Fotograma de la película Publicado: 21/09/2017 | 05:59 pm
Meditaciones en torno a la familia, denuncias al racismo, batallas por conquistar el amor, el coraje de una mujer en un mundo de hombres y los sueños como impulso imprescindible de los viajes existenciales, son algunos de los disímiles temas que se manejan en las cintas que se incluyen en la muestra filmográfica de España, que se podrá ver como parte de la edición 36 del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, la cual inicia el venidero 4 de dieciembre.
Ocho apellidos vascos, de Emilio Martínez-Lázaro.
Gabilondo, Urdangarín, Zubizarreta y Arguiñano, por vía paterna; e Igartiburu, Erentxun, Otegi y Clemente por la materna, constituyen los Ocho apellidos vascos que Rafa, un andaluz de pura cepa, se inventa con tal de conseguir el amor de Amaia, una mujer de aquella tierra que se resiste a sus encantos.
La cinta de 2013 está dirigida por Emilio Martínez-Lázaro y protagonizada por Dani Rovira (popular comediante y monologuista), Clara Lago (actuó en Tengo ganas de ti, la secuela de Tres metros sobre el cielo) y Carmen Machi (la estrella indiscutible de la serie Aída).
Según informaciones publicadas por varios medios españoles, la película es la más vista de la historia del cine de ese país y la más taquillera. Se convirtió así en el filme en nuestra lengua que ha estado más semanas en la primera posición del ranking de forma consecutiva, batiendo los récords de Lo imposible y El orfanato.
En la misma cuerda de la comedia, pero sin desechar del todo el drama, nos llega Carmina o amén, una propuesta de Paco León (el Luisma de Aída).
Carmina o amén, de Paco León.
En cien minutos el director, quien se puso tras las cámaras por primera vez con Carmina o revienta, cuenta cómo este personaje, tras la muerte de su marido, convence a su hija María de no dar parte de la defunción para poder cobrar un dinero que él tenía pendiente. Durante esos días esconden el cadáver y disimulan su duelo en la cotidianidad de un bloque de pisos en un barrio humilde de Sevilla.
El propio Paco León ha dicho que la cinta surgió de la necesidad de «profundizar en el trabajo con los actores/no actores, en los límites del texto escrito/texto improvisado, y en la mezcla de géneros comedia/drama; así como de evolucionar hacia un lenguaje más ficcionado sin perder lo auténtico y lo verdadero».
Hermosa juventud, de Jaime Rosales.
Ártico y Hermosa juventud resultan dos producciones que, con diferentes búsquedas estéticas y formas narrativas, se sumergen en los universos de algunos jóvenes que tratan de encontrar motivaciones en medio de un estado de decadencia.
La primera de ellas fue rodada por Gabriel Velázquez (Iceberg y Sud express) y nos acerca a un grupo de muchachos radiografiados por la cámara, para mostrarnos las circunstancias apremiantes de cada uno. Las vivencias de Jota y Simón, pequeños delincuentes que viven en un suburbio gitano, conduce a un discurso minimalista acerca de una juventud en crisis.
También un homenaje al cine «quinqui» de los ‘80 —género cinematográfico que narra las pericias y aventuras de conocidos malhechores— es Ártico, la cual se alzó con cuatro premios en la 19 edición del Festival de Cine Español de Toulouse (Francia), entre ellos, la Violeta de Oro a la Mejor película.
Por su parte la obra de Jaime Rosales, Hermosa juventud, supone una puerta a un cine que habla con más claridad acerca de la generación nacida a finales de los ‘80 y primeros años de los ‘90, heredera de un país que muestra signos de agotamiento.
Rosales (Las horas del día, La soledad, Tiro en la cabeza) presenta a Natalia y Carlos, dos enamorados que luchan por sobrevivir en la España actual. Sus limitados recursos les impiden avanzar como les gustaría y para ganar algo de dinero deciden rodar una película porno amateur. El nacimiento de su hija provocará los cambios que emprenderán.
A otra realidad punzante, que aborda la temática de la discriminación racial, nos remite Inés Paris con Manzanas, pollos y quimeras.
Manzanas, pollos y quimeras, de Inés Paris.
El documental —producido por la Fundación Mujeres por África— nos descubre las experiencias de Lali, una guineana que intenta forjar un proyecto de vida, a la vez que da voz y rostro a un grupo olvidado e invisibilizado de féminas en la sociedad española: las negras africanas.
La cineasta destaca con esta obra la valentía y alegría con que estas personas enfrentan el futuro; e intenta imponerse ante la desinformación y prejuicios que rodean esta realidad.
Otra historia de mujeres que luchan por conseguir aquello que anhelan es Marsella. La realizadora Belén Macías —quien cursó Guión Cinematográfico en la Escuela de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños y debutó en el largometraje con El patio de mi cárcel—, ha dicho que esta road movie refleja «el enfrentamiento entre dos mujeres por lo que consideran que les pertenece: algo tan delicado y frágil como el amor de una niña. Es un proceso de superación y aprendizaje en ambas direcciones.
«Lo mismo la madre biológica, que la otra, de acogida, necesitan a esa niña porque forma parte del sentido de sus existencias, y las dos tienen razón; es el punto de partida para reflexionar sobre la falta de oportunidades en la vida, quién las tiene y quién no», ha explicado Macías.
Como un largometraje «que no es amable y que intenta ser lo más honesto posible, evitando los efectismos y caer en el melodrama barato» define Alfonso Zarauza su cinta Los fenómenos, con la cual además ratifica su concepción de lo que debe hacer el cine: «denunciar y evidenciar las cosas que están pasando, las injusticias».
En esta producción, el centro es Neneta, un personaje femenino que a golpe de coraje se abre paso en un mundo de hombres, específicamente en un oficio tan duro como el de la construcción. Ella y su cuadrilla empiezan a ser conocidos como «los fenómenos», por su capacidad para levantar metros cuadrados construidos.
Vivir es fácil con los ojos cerrados, de David Trueba.
Después de Madrid, 1987, David Trueba volvió al plató para traernos la comedia dramática Vivir es fácil con los ojos cerrados, basada en hechos reales y con Javier Cámara (Los amantes pasajeros) en el rol principal.
Corre el año 1966 y un profesor que utiliza las canciones de los Beatles para enseñar inglés en clase se entera de que John Lennon está en la ciudad de Almería rodando una película. Decidido a conocerlo, emprende el camino. En la ruta recoge a un chico de 16 años que se ha fugado de casa y a una joven de 21 que aparenta estar escapando de algo también. Entre los tres nace una gran amistad. El filme, cuyo título fue sacado de la letra del tema Strawberry Fields Forever, intercala imágenes de archivo de la banda de Liverpool y de Lennon rodando en Almería.
La libertad y los sueños son los ejes motivadores del viaje. La cinta de Trueba obtuvo seis premios Goya en la última edición, incluidos mejor película, director y actor a Javier Cámara.
Trueba, director y guionista (La buena vida, Bienvenido a casa, La silla de Fernando), ha declarado que esta entrega «no es tanto un homenaje al maestro, sino un acto de justicia hacia esos personajes que, normalmente, no aparecen en una película porque estamos demasiado ocupados en cantar las glorias de los héroes y nos olvidamos que la vida se compone de aquellos que hacen bien su trabajo en silencio. Aquellos que llamaba Borges “los justos”».
Elena Anaya (La piel que habito) es quien se lleva las palmas en Todos están muertos, una coproducción con México y Alemania. Aquí encarna a Lupe, un ser que teme a los espacios abiertos (agorafobia) y que fuera una estrella del rock en los ‘80.
Bajo la tutela de Beatriz Sanchís —en su quehacer se incluyen los cortometrajes Mi otra mitad y La clase, este último nominado a Mejor Cortometraje Documental en la XXIII edición de los Premios Goya—, Todos están muertos se alzó con el premio especial del jurado, y el de mejor actriz para Anaya en el festival de cine de Málaga.
Con esta, su ópera prima, Sanchís se propuso abordar tres grandes ejes temáticos: la muerte, el amor y la música. «Habla del fallecimiento en vida y de los muertos que vuelven a la vida. Es una historia de familia: una que supera esos fantasmas». Su propósito principal es demostrar la importancia de liberarse de las cargas del pasado para poder mirar hacia adelante, como muchos seguramente harán después de disfrutar de manera cómplice estos esperados filmes con que la Muestra española siempre sorprende en el Festival de La Habana.