Hasta siempre, damisela encantadora. Autor: Juventud Rebelde Publicado: 21/09/2017 | 05:43 pm
La ausencia de Esther Borja, fallecida ayer en La Habana, deja un vacío en la cultura nacional y un profundo dolor en quienes tuvimos el honor de alcanzar su época, admirarla y quererla más allá del escenario y la televisión.
Tenía ella 16 años cuando se presentó por vez primera ante el público en una velada escolar, ocasión en que interpreta Canto siboney y Noche azul, del maestro Ernesto Lecuona. Desde entonces triunfó en los escenarios con vocación, talento y entrega.
De la mano de Lecuona se inicia profesionalmente en 1935. En septiembre de ese año hace su debut teatral con la opereta Lola Cruz, cuando se produce el estreno de la obra que se une a su nombre para siempre y ha de salir cinco veces a la escena a repetir Damisela encantadora. Tiene solo 22 años.
A partir de ese momento sus experiencias en el teatro lírico, tanto en Cuba como en el exterior, constituyen momentos importantes en su devenir artístico.
El Premio Nacional de Televisión que le entregan reconoce esa fecunda trayectoria y su presencia en varios programas, especialmente en Álbum de Cuba, un clásico al que dedica 25 años.
Sus magníficos registros quedan en las grabaciones que recrean la obra de significativos autores, sobre todo en Rapsodia cubana y el disco Esther canta a dos, tres y cuatro voces, el que la une por siempre en la memoria a otra gloria de la cultura cubana, el maestro Luis Carbonell.
En el jardín de la vida cultiva con exquisitez el amor de madre, abuela y bisabuela, mientras su magisterio se entrega a la gesta que anula siglos de ignorancia y su voz arrulla las notas de las más insignes figuras de la composición musical.
Así va desbordando su cubanía por el mundo, y de ese modo permanecerá siempre en los corazones, para que más allá del título de Damisela encantadora que le otorgó nuestro cariño, se le recuerde siempre como la cúspide de la canción cubana.