Sory intercaló sones, guarachas y boleros durante el concierto. Autor: Manuel Muñoa Publicado: 21/09/2017 | 05:38 pm
Elegancia, originalidad y talento distinguieron las dos noches de concierto que ofreciera la cantante Sory, el viernes y sábado pasados, en una actuación que pudiera considerarse como un escalón que corona su carrera artística.
Y no es osada mi afirmación si se tiene en cuenta que el espectáculo rebasó las expectativas por tratarse de un proyecto que reunió a un equipo de profesionales, en su mayoría jóvenes, inspirados en homenajear al inmortal Benny Moré, traspolando su ritmo y estilo singular a las sonoridades de estos tiempos.
La sala del Museo de Bellas Artes resultó pequeña. La impronta de Sory con sus tonos graves y lánguidos, excelentemente explotados en cada tema interpretado, y el dominio de la escena se acoplaron en simbiosis perfecta.
Con fluidez transcurrió una hora de buena música en la que Sory intercaló sones, guarachas y boleros, que mantuvieron una constante comunicación con el público; a ello contribuyó, además del fuego de su canto, el elenco de músicos acompañantes: Rolando Luna (piano), Yandy Martínez (bajo), Raúl Herrera (Drums) y Edgar Martínez (percusión), además de los invitados Willians Roblejo (violín), Mayquel González (trompeta), Lino Lores (guitarra), Germán Velazco (saxofón), Vocal Zambá y la presentación especial de Emilio Morales (piano).
Dolor y perdón, Fiebre de ti, Dulce desengaño, Como arrullo de palma, Mi corazón lloró, Oh, vida, Hoy como ayer... fueron presentados esta vez con la esencia de estos tiempos, inteligentemente hilvanados gracias a las direcciones artística de Osvaldo Doimeadiós; y musical, de Emilio Vega.