De izquierda a derecha Juan Padrón, Silvio Rodríguez, Ernesto Padrón, Roberto Alfonso, Orestes Suárez, Palacios, Oliver y Montos. Autor: Roberto Suárez Publicado: 21/09/2017 | 05:29 pm
Con solo 15 años aquel muchachito flacucho llegó al edificio de Desagüe No. 110, donde radicaba la revista Mella, en busca del maestro Virgilio Martínez Gaínza (La Habana, 27 de abril de 1931 - 12 de mayo de 2008). No lo conocía, pero en la revista Verde Olivo le aconsejaron que lo viese.
Entonces el dibujante de Pucho, el hombre que durante la dictadura de Batista con sus trazos y bajo el seudónimo de Laura denunciara al tirano, escuchó al recién llegado, quien quería trabajar como dibujante. Como carta de presentación solo tenía sus «caricaturas, todas de corte antiimperialista, muy politizadas».
Virgilio miró sus dibujos, se los mostró a alguien, luego buscó una mesa de trabajo que colocó al lado de la suya. «Puedes empezar cuando quieras», fue su respuesta.
Era el año 1962, y el entonces adolescente Silvio Rodríguez, hoy cantautor querido por varias generaciones, le tomó la palabra.
«Empecé al lado de Virgilio, mirándolo trabajar. ¡Qué mejor escuela! Yo no tenía idea de lo que era la perspectiva y él puso en mis manos todo lo que se podía enseñar a un aprendiz de historietas».
Eran los textos por los que antes había estudiado él. Entre estos, algunos de Andrew Loomis, el mejor maestro norteamericano de la perspectiva y la figura humana, cuyas ideas eran vitales en el aprendizaje.
A los pocos meses de llegar a Mella, Virgilio confió a Silvio sus dibujos para que el joven los entintara.
Pasar por encima del dibujo ya hecho por un maestro le dio al joven un adiestramiento tal que a las pocas semanas estaba haciendo su propia página de historieta. El primer Hueco lo dibujó Virgilio, luego fueron de Silvio.
Al poco tiempo, en marzo de 1964, el cantautor fue llamado al servicio militar. Allí empezó a tocar la guitarra y a componer canciones. Se iniciaba así la carrera de uno de los símbolos del Movimiento de la Nueva Trova. Pero curiosamente, su primera canción, El rock de los fantasmas, la compuso en Mella.
Desde entonces su música ha recorrido el mundo, mas el artista sensibilizado con el arte y la sociedad estimuló y contribuyó a la creación de los estudios de grabación Abdala y Ojalá, en La Habana, y el Eusebio Delfín, en Cienfuegos.
Es en esta etapa donde nuevamente vuelve al maestro Virgilio.
«El diseño y realización del logo de los Estudios Ojalá son de Virgilio», asegura el cantor.
«Como “ojalá” es una palabra que viene del árabe “in sha’a Allah”, que quiere decir “quiera Dios”, quise hacer algo que recordara esa cultura. Así que hice un diseño muy rústico con las letras como si fueran árabes y Virgilio con su maestría y experiencia agarró ese diseñito y realizó las letras que nos identifican».
Ya lo confesó antes el autor de Rabo de nube, su tránsito por la historieta fue breve pero intenso. Dejó en él «huellas profundas». «Desde entonces he seguido siendo un admirador de este arte y un devoto coleccionista de lo que después se dio en llamar la novela gráfica», afirmó.
Intuyo que su admiración por el género y su vínculo y agradecimiento a Virgilio Martínez motivaron que la segunda edición de los Premios de Creación Ojalá estuviera dedicada a la obra de este gran hombre y a la historieta como género.
Premio de creación 2012
Un jurado integrado por el mismo Silvio Rodríguez; Roberto Fabelo, premio nacional de Artes Plásticas, además de los experimentados dibujantes, diseñadores, y en alguno de los casos realizadores de cine, Roberto Alfonso Cruz, Juan Padrón, Jorge Oliver, Orestes Suárez y Ernesto Padrón analizó las 39 obras que optaron por el Premio de Creación Ojalá 2012, que resultaron 14 más en relación con la edición anterior (2010), dedicado en esta ocasión a la creación musical y a la obra poética de Rubén Martínez Villena.
Por su alto y similar nivel de realización el jurado premió dos obras: El Primer Encuentro, adaptación del cuento homónimo de F. Mond, realizada por el artista Osvaldo Pestana Montpelier, «Montos», de Sancti Spíritus, con ocho páginas en blanco y negro, y la historieta El Viaje, basada en la obra del mismo nombre de Miguel Collazo, del artista Luis Arturo Aguiar Palacios, de La Habana, con 24 páginas. Ambas obras conformarán una edición especial, en formato de novela gráfica, que será impresa en el presente año.
El jurado recomendó, además, publicar una reseña de las obras de los artistas Arí Bayolo, de Cienfuegos; Javier Enrique Documé, de Pinar del Río; Pedro Luis Pomares, Orlando Ramos y Reynier Bermúdez, de Matanzas; así como la de Alejandro Rodríguez, Leandro Rodríguez y de José Carlos Romero, todos de La Habana.
La premiación trajo sorpresas para todos. Luego de la ceremonia oficial, esta reportera vio a Silvio Rodríguez fotografiar las páginas que hace 50 años atrás dibujó. A su lado, su pequeña hija observaba.
Y ya cuando la Casa de las Américas, sede de la premiación, cerraba sus puertas, afuera otra sesión comenzaba. El grupo tomó por asiento el contén de la acera, y allí Montos (uno de los premiados) aconsejaba al jovencito Javier Enrique, mientras sus cuadros pasaban de mano en mano por la tropa de Matanzas, aunque algunos acababan de conocerse.