Laura Alfonso (con la flauta) e integrantes de Habaneras con Tumbao durante una presentación en Juventud Rebelde. Autor: Roberto Ruiz Espinosa Publicado: 21/09/2017 | 05:22 pm
La primera obra que Laura Alfonso compuso, siendo muy joven, fue un danzón. Recuerda la novel artista que cuando le mostró a su padre aquella melodía, este le dijo: «Me gusta, suena a Cuba, pero... me parece ruso». Así fue que nació Danzón en Rusia.
Desde ese momento, la entonces estudiante de flauta experimentó la necesidad de expresar y compartir sus inquietudes artísticas.
«Las ansias de expresar mis sentimientos con un proyecto propio fue una idea que me acompañó desde mi etapa estudiantil, pues deseaba realizar un trabajo a mi manera, con mi sello personal».
Posteriormente, otro danzón marcó su desempeño profesional. La pieza Habanera con Tumbao —composición que le regalara su padre, el pianista y director de la agrupación Dan Den, Juan Carlos Alfonso— le sirvió para realizar su pase de nivel en la enseñanza artística. Así, manteniéndose fiel a su sueño de crear su propia agrupación y a la idea de hacer música que sonara a Cuba, Laura Alfonso decidió fundar su propio conjunto con ese nombre, como una suerte de tributo a su papá y a sus inicios en la escena musical.
—Has expresado que para ti tocar y sentir la música cubana es una experiencia fascinante. ¿Por qué?
—Porque ha sido el descubrimiento de un mundo maravilloso. En el conservatorio enseñan buena música, fundamentalmente europea. No obstante, eso no era lo que me hacía vibrar. Cuando interpreté por primera vez una pieza cubana, precisamente Habanera con Tumbao, sentí una intensa afinidad. Para mí significó el despertar en un camino que me permitía poder expresarme de acuerdo con la esencia de lo que me define como artista.
—¿Por qué decidiste apostar por una orquesta femenina?
—Primeramente por el orgullo de ser mujer y porque fue una ilusión que compartí desde temprano con un grupo de amigas de la escuela, algunas de las cuales decidieron seguirme en esta travesía.
«Además, la posibilidad de poder explotar la femineidad que caracteriza a las cubanas y desbordar esa belleza en el escenario constituye un poderoso atractivo. Aprovechar esa sensualidad es un gancho.
«En este sentido nunca reparé en la diferencia de género. Creo que las orquestas de mujeres tienen un toque especial y amplias ventajas en referencia a las potencialidades para transmitir su sensibilidad en escena. Para mí es una felicidad».
El 22 de diciembre de 2010, Habaneras con Tumbao —conformado por siete talentosas jóvenes egresadas de las escuelas de arte— realizó su debut artístico en la Casa de la Música Habana, como artistas invitadas de Juan Carlos Alfonso y Dan Den.
El repertorio del ensemble incluye una amplia variedad de géneros como el son, el danzón y el chachachá. Entre sus interpretaciones se encuentran temas legendarios del pentagrama nacional como Pare cochero, Son de la loma, El manisero, Veinte años y Lágrimas negras; y otros de más reciente factura como Danzón en París.
—El gusto por la música tradicional cubana te acompañó desde tu etapa de estudiante y ahora se fortalece con tu labor en el conjunto. ¿A qué se debe esa inclinación?
—Fue inculcado. Crecí escuchando la buena música de orquestas como la Aragón, así como las interpretaciones del maestro Richard Egües. Sé que esa no es la tendencia para el caso de muchos jóvenes que se inician en este mundo, pero a mí me aportó muchísimo, porque representó la forma de asimilar e incorporar todo ese caudal que distingue el quehacer musical cubano, a la vez que me enriqueció como artista.
—¿Cuánto ha influido en tu carrera ser hija de un reconocido músico?
—El hecho de haber crecido en una familia enteramente musical me dotó, desde muy pequeña, de conocimientos, experiencias y valores. Me dio oportunidades y me adelantó en el camino que elegí. No obstante, siempre me gustó mostrar mi trabajo y ganarme mi propio reconocimiento.
—Eres directora, compositora, arreglista y, además, te desempeñas como flautista en los Dan Den. ¿Cómo satisfaces tantas exigencias?
—La prioridad la tiene mi labor como directora. Pero, me gusta ser «eléctrica». Disfruto de la dinámica de estar en varias cosas a la vez. Ya sea aprendiéndome un número en la flauta para tocar con Dan Den, preparando composiciones para Habaneras con Tumbao, o pensando en nuevas ideas para hacer algún arreglo. Trato por todos los medios de dar lo máximo de mí. Mientras pueda responder con calidad, lo seguiré haciendo.
—En el escenario son capaces de transmitir mucha energía y entusiasmo. ¿Cómo funciona la dinámica interna de la agrupación?
—Si el público es capaz de percibir nuestro júbilo y sentirse regocijado por esa alegría que desprendemos, es porque nosotras disfrutamos mucho de lo que hacemos. Durante los ensayos, en un ambiente más relajado, nos divertimos y ese sentimiento es contagioso. Nos llevamos muy bien y cuidamos de la buena dinámica del trabajo en grupo.
—Dentro de poco tiempo se cumplirán dos años del debut escénico de Habaneras con Tumbao. ¿Te sientes satisfecha con lo logrado?
—No somos las mismas. Hemos crecido mucho desde aquella primera presentación. Cada paso que hemos dado, cada escalón subido ha marcado un momento significativo en nuestro desarrollo profesional. Me siento contenta y satisfecha, pero creo que nuestro camino acaba de comenzar. Habaneras con Tumbao todavía tiene mucho que mostrar.